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            -Edward, llegamos tarde- dijo Jake impaciente.

            -Jake, relájate, ya estamos llegando.

            Jake, el hermano menor de Edward, acababa de llegar de América donde trabajaba en un despacho dirigiendo la naviera de los Forrester en ese país. Es bastante parecido a su hermano en apariencia pero en cuestión de carácter eran muy distintos. Edward era muy serio, en cambio, Jake era todo lo contrario.

            -¿Tan lejos está la casa esa? Cuando éramos pequeños, el camino no era tan largo.

            -Cuando éramos pequeños, te pasabas el día pensando en las musarañas.

            -Ya salió Edward el señor serio.

            -La ironía no te pega.

            -Venga ya.

            -Tranquilo, ya estamos llegando, ahí está la casa.

            Jake miró por la ventanilla del carruaje. Después los dos se bajaron y entraron. Todos los miraron sorprendidos. La primera en acercarse a ellos fue Isabella Greyson, la anfitriona de la fiesta.

            -Lord Edward, al fin llega.

            -Buenas noches, lady Isabella.

            Isabella sonrió y luego miró a Jake.

            -Veo que su hermano ha decidido venir.

            -Sí, no quería faltar, hace tiempo que no vengo a una fiesta de estas- dijo Jake mirando a todos lados.

            -Espero que disfruten de la velada- dijo Isabella a los dos, luego se acercó a Edward y le dijo al oído- espero que me invite a bailar alguna canción.

            -No se preocupe por nada…

            Isabella sonrió y luego dijo:

            -Le veré después.

            Luego se alejó de él y de su hermano.

            -Vaya, hermano, triunfando entre las mujeres ¿no?

            -Jake…- dijo Edward con seriedad.

            -Vale…

            Edward miró por todo el salón y la vio, tan espléndida como siempre. Ella también lo vio y sonrió tímidamente.

            -Ahí está, amiga- dijo Catherine a Sairin.

            -Ya lo vi- dijo Sairin mordiéndose el labio inferior.

            -Venga, acércate… bueno, creo que ya viene él.

            -¿Estoy bien?- preguntó Sairin tocándose el pelo.

            -Estás espléndida- dijo Catherine.

            -Buenas noches, señoritas- dijo Edward.

            -Buenas noches- dijo Catherine con una amplia sonrisa.

            Sairin se había quedado muda. Edward estaba guapísimo, llevaba un pantalón y chaqueta azul oscuro y la camisa tan blanca como sus perfectos dientes.

            -Buenas noches, lady Sairin- dijo Edward.

            -Bu… buenas noches…

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