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Sairin se hallaba en el jardín de la mansión cuando vio llegar a un niño con una carta en la mano. Supuso que era una carta de su hermano para avisarla de que estaba bien y que ya había llegado a su destino con Catherine.

Sonrió al pensar en la felicidad que debía de sentir su amiga en esos mismos instantes, entonces, se dirigió al interior de la casa y esperó a que Edward le diera unas monedas al chaval por haberle traído la carta.

Una vez cerró la puerta, Edward miró la carta y se dirigió a su despacho seguida de su adorable esposa. Ambos se sentaron en el diván y él abrió la carta para comenzar a leer. Primero la leyó él y su cara pasó de la alegría al enfado. Sairin que lo notó le preguntó:

-¿Sucede algo, Edward?

-Sí sucede, que tu hermano es un malnacido, eso es lo que sucede.

Sairin le quitó la carta de las manos y leyó el contenido. Su cara era la sorpresa personificada. Su hermano había abandonado a Catherine en un hostal que se encontraron en el camino y se marchó dejándola tirada. No se podía creer lo que estaba leyendo.

-No puede ser.

-Oh, créeme que sí puede ser, los dos lo hemos leído. Voy a buscarla, no es seguro que esté sola en un hostal y menos tan lejos de Londres- dijo Edward levantándose del diván y dirigiéndose a la puerta.

-Iré contigo.

-¡No!- Edward se giró y la miró fijamente- no pienso dejar que pongas en peligro a nuestro hijo, los caminos son muy malos y están llenos de asaltantes, no me gustaría que te pasara nada.

-Pero es mi amiga, Edward.

-Lo sé y estoy seguro de que ella no querría que te pasara nada. Le pediré a Jake que me acompañe, ¿te parece?

-De acuerdo, pero prométeme que tendrás cuidado.

-Te lo prometo, volveré antes de lo que esperas, de verdad.

-Vale.

Edward entonces, salió del despacho y buscó a su hermano para pedirle que lo acompañara. Este, al enterarse de la situación, aceptó sin dilaciones, avisaron al mozo de cuadras que les preparó los caballos y pronto partieron.

Amanda, cuando los vio partir, sonrió complacida, al fin podría poner en su sitio a esa mujerzuela de Sairin.

Tras despedirse de su esposo, la joven subió las escaleras para ir a su habitación a descansar un poco. Amanda la vio subir las escaleras y se le ocurrió una idea ingeniosa, por lo que siguió a Sairin y una vez, esta estuvo arriba del todo, Amanda sacó un gran cuchillo que llevaba escondido.

-Señora- dijo con voz amable ya que Sairin estaba de espaldas.

Sairin se giró y se sorprendió al ver el cuchillo que portaba Amanda, tan cerca de ella.

-Amanda, ¿qué haces?- preguntó retrocediendo un poco.

-Acabar con lo que no pudo hacer el hombre al que amo, matarla.

-¿Qué?- preguntó Sairin sorprendida y retrocedió hasta quedar pegada a la barandilla de la escalera, muy cerca del primer escalón- ¿conoces al hombre que me quiere matar?

-Claro que lo conozco y me envió a vigilarte, pero como no ha tenido la oportunidad de matarte, lo haré yo misma y entonces mi hombre me amará y se casará conmigo.

Atrápame en tu pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora