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Edward se levantó rápidamente y miró a Sairin, la cual llevaba un bulto entre sus brazos. Se acercó a ella y la abrazó con todas sus fuerzas.

-Dios mío, Sairin, estás bien- le dijo mientras la besaba por todos los recovecos de su cara.

-Sí, estoy bien, mira, te presento a nuestra niña, Lillian.

Edward miró el bulto que le mostraba Sairin y vio a una niña preciosa, parecida a su madre. Miró a su mujer y ambos sonrieron. Ella se lo entregó para que la cogiera. Torpemente, la tomó entre sus brazos y la acunó con delicadeza.

Mientras, Gabriella se acercó a Jake que estaba sentado en el suelo.

-¿Estáis bien, señor?- preguntó ella arrodillándose al lado de Jake.

-Sí, sólo me he dado un golpe en el hombro- dijo mirándola.

Nunca se había percatado de lo bella que era la joven. Ella también lo miró y al ver que la miraba fijamente, apartó la mirada avergonzada.

-Déjeme... déjeme verle el hombro, señor.

-Sí- murmuró él mientras se desabrochaba la camisa para mostrarle el hombro.

Tras eso, Gabriella palpó la zona dolorida con delicadeza y se mordió el labio inferior al notar la mirada de él fija en ella.

-Parece que se ha fracturado el hombro, señor- dijo mientras cogía el bajo de su vestido y cortaba un trozo largo para hacer un cabestrillo para Jake- le haré un cabestrillo para que no se lastime más el hombro.

-De acuerdo- dijo él sin dejar de mirarla.

Edward y Sairin los miraron y ella le dijo a él al oído:

-Creo que tu hermano al fin sentará la cabeza.

-Eso espero- dijo Edward sonriendo- creo que debemos volver a casa, te noto un poco pálida y necesitas descansar.

-Sí, la verdad que me siento un poco decaída.

Edward, entonces miró a Jake y le dijo:

-Jake, vete con Gabriella a la casa y manda al cochero con un carruaje.

El joven miró a su hermano y luego a Gabriella, la cual miró a su señora. Ésta asintió, sonriendo, así que ayudó a Jake a levantarse y ambos se fueron de allí.

Cuando se fueron, Edward volvió a besar a Sairin.

-Te amo, Sairin.

-Yo también te amo, Edward.

-Hemos tenido una niña preciosa, es una pena que no haya estado a tu lado para ser el primero en tomarla entre mis brazos.

-Bueno, por decirlo de alguna forma eres el primero, sólo la hemos tenido Gabriella y yo en brazos, Vardon no entraba aquí, por cierto ¿dónde está?

-Está muerto, Sairin, hubo un forcejeo entre nosotros y la pistola se disparó dándole a él.

-Ojalá Dios le perdone todos sus pecados.

-Dios no perdonaría a un hombre que ha hecho tanto mal, Sairin. Pretendía matarte y matar a nuestra hija si hacía falta. No sé qué hubiera sido de mi vida sin ti la verdad. Estaba como loco porque no sabía dónde estabas y entonces fue cuando Amanda recibió la nota de ese malnacido citándola aquí. Cuando volvió, estaba llorando como nunca había visto llorar a nadie. Me pidió que te salvara y que acabara con Vardon.

Atrápame en tu pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora