La puerta de la habitación se abrió y Gabriella miró hacia allí, al igual que Sairin, que acababa de despertar y amamantaba a la niña.
Al mirar hacia allí se sorprendieron al ver a la mujer que entraba seguida del hombre de la cicatriz.
-Amanda- murmuró Gabriella.
Amanda sonrió maliciosamente y le dijo al hombre de la cicatriz:
-Déjanos a solas, quiero disfrutar de este momento.
El hombre asintió y cerró la puerta tras Amanda, la cual, corrió hacia la cama.
-Señora, ¿está bien?- preguntó hablando en susurros.
-¿Amanda? ¿Qué haces aquí?
-Vardon me envió una nota para que viniera a verlo, Dios mío, ha dado a luz.
-Sí, es una niña- dijo Sairin- tienes que ayudarnos, Amanda.
-Lo sé, ahora cuando salga de aquí, voy a avisar al señor para que venga a buscarla, pero antes.
-¿Qué pasa, Amanda?
-Me tiene que perdonar por lo que voy a haceros, por favor.
-¿Hacernos?
-Sí, tengo que disimular ante ellos así que sígame la corriente.
-De acuerdo.
Amanda se alejó un poco, tomó aire y dijo:
-Vaya, vaya, ¿así que la señora ahora vive entre ratas? Qué interesante, así sabrás a qué mundo perteneces.
-Amanda, ¿por qué eres tan cruel con la señora? Te perdonó- dijo Gabriella.
-¿Qué por qué? Muy sencillo, porque sabía que un día ocurriría esto, oh, pero mira, si tiene al bebé entre sus brazos. ¡Qué tierno! Lástima que los dos vayáis a morir, será una gran tragedia para el señor Forrester. No sólo perderá a su mujer si no que también perderá a su bastardo.
-Es una niña- dijo Sairin mirándola fijamente.
-Me da igual, si es una niña o un niño. Será mejor que me vaya, no quiero levantar sospechas en la casa, adiós Sairin- tras decir eso, tocó en la puerta que al momento se abrió y salió de allí.
Amanda sonrió con malicia al hombre de la cicatriz y después se fue corriendo a la mansión a informar a Edward.
Mientras corría, las lágrimas bañaban sus mejillas, se sentía completamente sucia cuando antes era muy dichosa de poder compartir el lecho con Vardon. Ahora le daba asco y deseó con todas sus fuerzas que Edward consiguiera que lo apresaran o incluso que lo matara si era necesario, no quería volver a verlo nunca más.
Una vez dentro de la casa, cerró la puerta y se apoyó en ella llorando de rabia. Edward que la esperaba, la oyó entrar y rápidamente salió al recibidor. Este al verla llorando, se acercó a ella.
-Amanda, ¿estás bien?
Ella asintió levemente y lo miró:
-La tiene él, señor, la tiene encerrada en una habitación muy pequeña, Gabriella está con ella al igual que su bebé. Están un poco desmejoradas y la señora tenía muy mala cara. Tiene que sacarlas de allí, señor, acabe con ese hombre, por favor, no quiero volver a verlo.
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Atrápame en tu pasión
RomanceSairin vivía felizmente con su tía tras la dolorosa muerte de sus padres. Estaba enamorada de Edward, un hombre que cualquier mujer desearía. Pero una amenaza se cierne sobre la joven, y con la ayuda de Edward intentará resolver por qué quieren ve...