Primer beso

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Ya habían pasado dos semanas y media desde que me mude. Habíamos ido todas las tardes a los ensayos de baile y de canto, y regresábamos al departamento después de las dos de la madrugada. Seguía las reglas al pie de la letra por más injustas que me parecieran. Me las hicieron saber todas al segundo día e incluían no solo lo de la comida sino también otras cosas como no ver la televisión mientras ellos estuvieran ocupándola o a altas horas de la noche, escuchar música sólo con los audífonos puestos, no podía escoger mi lugar en la camioneta y tampoco podía ocupar el del copiloto, mis zapatos no debían revolverse con los suyos ni verse a simple vista y tenía que usar lenguaje formal con todos. Así que de camino a la universidad compraba comida para desayunar y cuando salía volvía a comprar para comer y para cenar.
Él único que me trataba normal era DongWoo, él si me respondía el saludo y no me ignoraba por completo. Al menos un "hola" había salido de su boca por lo menos una vez.

***

Menos mal que el sillón era cómodo, de otra forma no sabía cómo podía seguir durmiendo ahí. Había estado despierta hasta muy tarde por culpa de mi tarea y como sabía que no iba a estar dispuesta a levantarme más temprano para limpiar, preferí hacerlo antes de dormir. Decir que dormí cuatro horas seria exagerar demasiado.
Busqué mi ropa y entré al baño, tome una ducha con agua más fría de lo normal para despabilarme. No sirvió de nada, solo logré que se me hiciera tarde y que me doliera la cabeza. Hice todo lo que me faltaba más rápido de lo normal. Llegue hasta la entrada con los zapatos en la mano para ponérmelos. MyungSoo estaba ahí, recargado contra la pared, con los brazos cruzados y con expresión seria.
-¿Cuánto tiempo más piensas que puedes quedarte aquí? -hablaba en voz baja y eso solo lo hacía más serio
Me tomó con la guardia baja.
-¿Eh?
-¿Cuánto tiempo más?
-El tiempo que vaya a quedarme lo decidiré yo, no es de tu incumbencia -buscaba que mi tono fuera amable para suavizar la rudeza de mis palabras
-¿Qué? ¿No es de mi incumbencia?
Sabía que tenía razón, mi presencia en su casa era de su incumbencia, ¿Cómo podría no serlo? ¿En que estaba pensando? ¿Por qué dije eso?
-Invades nuestro espacio, nos sigues a todos lados... -conforme iba hablando avanzaba en mi dirección obligándome a retroceder hasta que el muro a mis espaldas me impidió avanzar más, quise huir por uno de los costados, supo mis intenciones de eludirlo y puso ambas manos sobre la pared para impedir que pudiera salir por uno o por otro lado- ¿Cuánto tiempo más crees que puedes quedarte? No te necesitamos

 -conforme iba hablando avanzaba en mi dirección obligándome a retroceder hasta que el muro a mis espaldas me impidió avanzar más, quise huir por uno de los costados, supo mis intenciones de eludirlo y puso ambas manos sobre la pared para impedir ...

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-¿Qué?
Acercó su rostro a centímetros del mío y por un momento me dejó en blanco. Nunca había tenido a un hombre tan de cerca y mucho menos a uno como él.
Sus ojos, ahora que los veía bien, eran de un castaño oscuro que se fundían con pequeños destellos ámbar... tan profundos que daban la impresión de esconder un millón de cosas, resguardados por unas pestañas de longitud impresionante que no había notado antes... descendí la mirada un poco sólo para que mis ojos toparan con sus labios... tragué saliva.
¿Siempre había sido así de guapo...?
-Vete
Me hallaba perdida en la perfección de sus facciones, hasta que su voz me trajo de vuelta a la realidad.
-¿Eh?
-Vete -repitió y sus palabras fueron como una cubetazo de agua fría que me hicieron reaccionar, yo era una tonta con pensamientos extraños y él, el mismo creído sin sentimientos que había sido desde el principio.
Apreté los puños enojada
-¿Por qué tengo que irme? -dije desafiándolo
-Estás viviendo con siete hombres ¿No es un poco desvergonzado de tu parte? -Se mordió el labio- ¿en serio piensas quedarte a vivir aquí? Eres una chica después de todo... hombres como nosotros jamás nos fijaríamos en alguien como tú -me recorrió de los pies a la cabeza con la vista e hizo una mueca- Sólo mírate. ¿Cuánto tiempo más crees que puedes aguantar?
Me mordí el labio molesta, me estaba conteniendo. No me apetecía ganarme más odio de su parte. Me había quedado claro que en determinados momentos era mejor mantener la boca cerrada. Apreté la mandíbula con determinación, esta vez debía ser diferente. Esta vez debía ser normal y actuar como lo haría cualquier otra persona, sólo tenía que callarme.
-¿Yo... te gusto? -levanté la vista desconcertada ¿De qué estaba hablando?

Llegando a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora