Adiós

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—¿Esta tarde? —Repetí asustada— ¿Ni siquiera puedo despedirme?

—No creo que después de lo que ha hecho merezca ese tipo de salida.

—¿Qué van a decirles a ellos? Van a pensar que yo...

—¿No es mejor así? —Interrumpió dejándome callada— Nosotros nos encargaremos de todo, usted lo único que tiene que hacer es no volver a aparecer frente a ellos. Tiene estrictamente prohibido tener cualquier tipo de contacto con ellos —Hizo una pausa para arremangarse las mangas de la camisa— dado el peligro que usted representa en todo esto, a partir de la siguiente semana será trasladada a nuestras oficinas. Volverá a desempeñar el trabajo de traducción que comenzó aquí.

Le miré incrédula y antes de que pudiera decir una palabra el manager intervino.

—Es lo mejor. También van a darte un lugar para quedarte —La expresión de sus ojos reflejaba que para el también esa era la única solución— Haz como dice.

La única lagrima que no logre retener, rodó sobre mi mejilla hasta caer en mi regazo.

—Si eso es todo lo que tenían que decir, me retiro —Declaré logrando ponerme de pie— Tengo cosas que empacar.

—No se sienta mal, piense que alejándose los está protegiendo y que de esa forma termina algo que jamás debió haber comenzado.

Apreté con fuerza la manija de la puerta sin darme la vuelta.

—Hay algo en lo que está equivocado —Declaré entre dientes— Tenerme controlada y bajo cuidado no va a evitar que la historia se repita. Si de verdad quiere que esto no vuelva pasar, entonces hágalos aún más exitosos de lo que ya son, asegúrese de volver sus sueños tan grandes que yo no me atreva a volver, haga de él una estrella tan brillante que yo no pueda ser capaz de alcanzar.

Me reto con la mirada y la sostuve durante unos segundos antes de darme la vuelta y salir de ahí.

Caminaba más por instinto que por decisión y es que tenía la sensación de haber sido apuñalada en aquella sala.

—Espera —Gritó el manager alcanzándome en unas cuantas zancadas.

Le miré en silencio, ya no me quedaba nada más por decir y creía ya haber escuchado suficiente de él también.

—Te llevaré hasta el apartamento. Probablemente a esta hora los chicos apenas estén saliendo.

Le seguí en silencio hasta la camioneta y ambos permanecimos en silencio todo el recorrido.

Miraba por la ventana sin ver nada en realidad, intentando no pensar, evadiendo la realidad, temerosa de caerme a pedazos si lo hacía.

Cuando llegamos ya nos esperaban. Un par de hombres custodiaban la entrada, y otro par se encontraba dentro llevando cajas de un lado a otro.

Entré en un estado parecido al de un robot a partir de ese momento. Me movía sin ser consciente de nada. Saqué las maletas del armario y comencé a llenarlas. El sentimiento era demasiado extraño, quizá porque hasta ahora no había pensado en marcharme o si lo hice, no imaginaba que sería de esta forma. Detuve mis sentimientos sin valor para dejarlos seguir por la línea en la que estaban dirigiéndose. Apure el paso, quería terminar lo antes posible, sentía como por dentro comenzaba a resquebrajarme y no tenía idea de cuento tiempo más podía resistir.

La ropa de cama, las chaquetas y las pijamas que habíamos comprado a juego, un cuadro, unas zapatillas deportivas y todas las cosas que había recibido como regalo por parte de los chicos y de las que el manager tenía conocimiento, quedaron contenidas en una caja a las afueras del balcón, los muebles fueron puestos en un camión del estacionamiento, listos para ser devueltos al lugar de donde habían salido y las cosas de WooHyun regresaron a la que era originalmente su habitación. No se me permitió llevarme nada y tal como habían recibido la orden, los hombres se aseguraron que no quedase rastro de mí en esa casa, como si desde el principio jamás hubiese estado aquí.

Llegando a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora