Ni el tuyo ni el mío... sino nuestro mundo

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Tomé el primer taxi que encontré y después de indicarle la dirección al conductor, este emprendió la marcha.

Quizá era porque estaba nerviosa, pero después de un punto me pareció que el camino se volvió eterno.

—Necesito llegar en cuanto antes —Le pedí tronándome los dedos sin poderme quedar quieta.

— y no puedo ir más rápido.

Miré desesperada la inmensa fila de autos que nos rodeaba. No había salida. Enfoqué la vista y fui capaz de vislumbrar el puente a la distancia.

—No puedo esperar —Avisé entregándole el dinero y bajando sin esperar si quiera el vuelto.

Eché a correr tan pronto como cerré la portezuela con el único pensamiento en mentede encontrarle .

El viento frio me rozaba la cara y las piernas me ardían por el esfuerzo pero no me detuve y me obligué a mantener el paso. El sudor me perlaba la frente y mi respiración era un desastre para cuando estuve lo suficientemente cerca del rio. Disminuí el paso y comencé a buscar la orilla en la que habíamos visto los fuegos artificiales hace tanto tiempo ya. Aquel era el lugar en el que tenía la esperanza de verlo.

Mientras avanzaba, caminaba con el corazón en vilo. ¿Qué hacía si no estaba? ¿Y si ya era demasiado tarde? ¿Y si se había marchado ya? ¿Qué pasa si no quería escucharme? ¿Si me pedía que me fuera, que desapareciera? ¿Y si no me creía? ¿Y si...?

En medio del miedo y la angustia que sentía por dentro, lo vi.

Solo, de pie frente al río, dirigía la vista a lo lejos con la mirada perdida

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Solo, de pie frente al río, dirigía la vista a lo lejos con la mirada perdida. Usaba un gorro negro para pasar desapercibido, pero aquel era ya un hábito porque no había nadie más aquí.

Se veía solitario, envuelto por la oscuridad y sumido en sus propios pensamientos, aún tenía la respiración agitada a causa de la carrera, pero el corazón me latía sin control por otras razones. Vacilé por unos momentos pero mientras más le veía más coraje ganaba.

—¡¡MyungSoo!! —Grité con fuerza.

Se giró al escuchar su nombre y abrió los ojos desconcertado cuando me vio.

—¿Qué...?

—Te mentí —Confesé avanzando con pasos inseguros en su dirección— Todo fue mentira.

Parpadeó incrédulo, sin entender lo que estaba sucediendo.

—Mentí cuando dije que no quería estar a tu lado, cuando dije que tenía miedo de salir lastimada, cuando te pedí que no regresaras. Nada era cierto y nunca en mi vida una mentira me había dolido tanto porque la verdad es que... te amo —Admití derribando todas mis defensas, mostrándole el dije que había estado colgando de mi cuello durante todo este tiempo— Te amo y no he dejado de hacerlo ni un solo momento.

Llegando a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora