Una chica logra irse a vivir a Corea gracias a un intercambio escolar, pero una vez ahí se dará cuenta de que las cosas serán más complicadas de lo que esperaba. La escuela y el trabajo ya la tienen lo suficientemente ocupada y las cosas se complica...
—¿Volví a perder? —Me quejé cuando las cartas que tenía en la mano, junto con las miradas de los miembros confirmaban mis sospechas. Hoy era el primero de los tres días que gozábamos de descanso. DongWoo estaba con su familia, al igual que SungYeol y SungJong. Los demás habíamos decidido invernar y pasar la tarde con juegos, charlas y películas en el apartamento. Hace un buen rato que el sol se había ido y nosotros seguíamos inmersos en un juego de cartas, en el que para mí mala suerte y la de MyungSoo, los castigos eran shots de soju. Yo había descubierto lo mala que era en los juegos de azar y es que no solo no había ganado ninguno, si no que más de la mitad los había perdido. Por fortuna, MyungSoo tenía más tolerancia al alcohol que yo y se había ofrecido a tomar la mayoría de los castigos en mi lugar. A pesar de eso, con los pocos que yo había tomado ya sentía las mejillas arder. —Yo lo haré —Dijo ofreciéndose de nuevo. —No —Le detuve— Voy a tomarlo —Acepté rindiéndome y terminándolo de un solo trago. No pude evitar hacer gestos mientras sentía como aquel liquido me quemaba la garganta y en cuanto me vieron, un montón de carcajadas estallaron por todo el lugar. Los juegos continuaron, así como mi mala racha y mi emoción que iba en aumento y que al final, a causa del alcohol se convirtió en somnolencia. —Es tarde —Ordenó MyungSoo— Ve a dormir. —No quiero —Refuté con pucheros— Me estoy divirtiendo un montón —Exclamé hecha un manojo de sonrisas sin saber porqué. —¿Quién diría que tiene tanto aegyo cuando esta ebria? —Señaló WooHyun sonriendo también. —Tienes razón —Secundó el líder y Hoya asintió en acuerdo. —Vamos —Comenzó MyungSoo poniéndose de pie y estirando los brazos con intenciones de levantarme— Mañana tienes clases. —No —Me quejé huyéndole y escondiéndome tras WooHyun que estaba más cerca— Ya no quiero ir más. Se está volviendo cada vez más y más difícil... sólo quiero quedarme aquí, con ustedes... Me miró con el ceño fruncido y su mirada se tornó preocupada conforme hablaba, al igual que el resto. —¿Por qué? ¿Qué está pasando? —Nada... Sólo... La neblina que me inundaba la mente ganó la batalla y en contra de mi voluntad me cerraba los ojos. Lo último de lo que fui consiente fue de MyungSoo llevándome en brazos. Sonreí y envolví los míos en su cuello dándole un beso en la mejilla antes de ceder por completo ante el sueño.
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Aaron no me había dirigido la palabra desde la última vez que habíamos discutido. Intentaba ser amable pero sin cruzar el muro que había decidido establecer entre nosotros. —No tenías que ir tan lejos —Reclamó interceptándome al final de las clases en el estacionamiento, de camino a casa. —Hola —Saludé intentando no lucir incómoda. —¿En serio tenías que dejar el trabajo después de que me confesara? Bajé la mirada. Estaba intentando no tener esta conversación y la había tratado de evitar por todos los medios. —Te lo di porque lo necesitabas, no porque tuviera sentimientos hacia ti. —No se sentía correcto —Intente explicarme— No está bien si acepto todo ignorando cómo te sientes, porque entonces todo lo que dicen los rumores seria cierto. —Ese es mi problema y estoy bien con eso, así que tómalo no me importa. —Pero yo no —Dije cruzándome de brazos, comenzando a frustrarme por lo terco que era— No estoy bien con eso y no me hace sentir bien. Y sí, puede que necesite el dinero pero eso es algo por lo que yo debo preocuparme, no tú. Ya encontraré una forma... Mientras hablaba clavó su mirada en algo más y me pregunté si estaba siquiera prestándome atención. —Está aquí otra vez —Gruñó en voz baja. Giré para ver a que se refería y sonreí en cuanto vi de qué se trataba. En una pose relajada, recargado sobre uno de los autos, se encontraba un hombre de brazos cruzados que comenzaba a llamar bastante la atención, pero no por su rostro, sino por el disfraz bajo el que se ocultaba. Aquel oso que me había secuestrado en el parque estaba de regreso, esperando por mí en el estacionamiento de la universidad. —Tengo que irme —Dije a modo de despedida sintiéndome mal por dejarle siempre así. Dijo algo más en voz baja pero no alcancé a oírle porque salí disparada corriendo hacia MyungSoo que aguardaba al otro lado con los brazos abiertos. Me lancé tan pronto como llegué hasta él y hundí mi cabeza en el hueco de su cuello. Me regresó el abrazo con fuerza y por un momento sentí como si se convirtiera en mi sol, estar junto a él me llenaba de calidez y de fuerza. —¿Qué haces aquí? —Pregunté aún sin poder creer que estuviese en el campus. Se encogió de hombros para restarle importancia. Acarició levemente mi cabeza y no pude hacer más que sonreír como una niña pequeña que encuentra el árbol repleto de regalos la mañana de navidad. —Dijiste que la escuela era demasiado dura —Explicó y de inmediato se me borró la sonrisa. Mi memoria de la noche anterior era confusa y estaba llena de lagunas. No recordaba con claridad nada de lo que había dicho y después de escucharle comencé a preocuparme y a sentirme inquieta— Así que pensé que era un buen momento para tener una cita —Guiñó un ojo— y escapar un rato de todo esto. Suspiré aliviada, al parecer no era lo que yo temía. Asentí aceptando su propuesta con una sonrisa que poco a poco se me iba ensanchando. Subimos al auto, que seguramente nos había sido prestado por el manager, y solté una carcajada cuando encontré en mi asiento un disfraz a juego con el suyo pero en versión femenina. —No puedo ser el único que se oculte —Explicó travieso.