Secretos

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Pareció una eternidad el tiempo que tardó en llegar el personal médico. En cuanto nos vieron se apresuraron a atenderlo y a ponerlo en una camilla. Caminé a su lado mientras sostenía su mano hasta llegar a la unidad móvil de primeros auxilios.

Me permitieron entrar con él y cerré la puerta justo antes de que el manager Kim llegara corriendo y fuese detenido por EunJoo, que le impidió avanzar y llegar hasta nosotros.

—No es nada grave ¿verdad? Va a estar bien ¿cierto?  ¿Por qué no despierta? —Pregunté bombardeando a la enfermera que asistía al doctor mientras este revisaba los signos vitales de MyungSoo, que continuaba inconsciente y sin dar respuesta.

—Tranquilícese —Me regañó exasperada— Si no, voy a tener que pedirle que espere afuera con el resto.

Me mordí el labio obligándome a calmarme. No me alejé más que un par de pasos sin poder calmarme. Me estrujaba las manos y rezaba para que despertase pronto.

—Se encuentra bien —Anunció el doctor cuando hubo terminado—colapsó probablemente debido a la falta de sueño y al agotamiento

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—Se encuentra bien —Anunció el doctor cuando hubo terminado—colapsó probablemente debido a la falta de sueño y al agotamiento. Con un poco descanso y alimento regular se sentirá mejor en unos días.

Sus palabras volvieron mis hombros más ligeros y fui capaz de respirar de nuevo. Le di las gracias a él y a la enfermera antes de que salieran y una vez que lo hicieron, me dejé caer en cuclillas liberando la angustia que me había aprisionado hasta ahora. Mi corazón volvía a latir ahora que sabía que L no estaba en peligro.

Era egoísta pero quería quedarme a su lado un poco más antes de que despertase, me iría después de verle solo unos minutos más... tan solo un poco...

—¿Qué haces aquí?

Su voz me tomó desprevenida y con la guardia baja. Levanté la cabeza sorprendida y le vi de pie frente a mí.

Había dejado la camilla y me miraba con el rostro serio, apretando los puños. Me puse de pie lentamente, sin poder pensar en una respuesta. Al final simplemente guardé silencio, incapaz de contestar.

—No es necesario que te quedes. No te necesito, puedes irte —Sus palabras fueron duras, insensibles, no así su expresión que aunque se mantenía impasible, comenzaba a resquebrajarse.

—Ya me iba —Me excusé— Olvidé que tienes a alguien que cuide de ti —Agregué con un dejo de amargura.

Soltó un bufido.

—No estoy con InHa —Declaró antes de que me diese la vuelta.

Sentí un vuelco en el estomagó, confundida.

—Pero creí que... ayer incluso...

—Ayer fue la primera vez que cruzamos palabra después de que supimos lo de tu accidente. No importa lo que pasó entre nosotros —Apuntó molesto— no podría estar con alguien que intentó matarte. Ella y yo no somos nada.

Llegando a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora