Capítulo Veintiocho.

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Francisco llego a casa, tan solo bajar del auto, una manada de cachorros llego hacia sus pies directo a morder sus zapatos, se inclinó hacia abajo y tomó a uno de ellos que comenzó a lamer su rostro con energía.

-bien, vamos.- una persona se acercó, el dejo las llaves del auto en su mano y se alejó de ahí seguido por una manada de pequeños animales.

Entro y se despojo de la ropa mientras se acercaba al baño, dejó caer el bóxer dentro, encendió en chorro y el agua helada le ayudo con todo el sudor que corría por su cuerpo, se lleno de espuma del jabón todo el cuerpo varias veces, se lavo el cabello y salió.

Envolvió una toalla en su cadera dejando otra en su cuello, se puso desodorante para despues secarse el pecho, salió de ahí, subió las escaleras y encendió la refrigeración, estaban en inicios de septiembre, eso no ayudaba mucho pues el calor era insoportable, se quito la toalla de la cadera y se puso un bóxer junto a un short deportivo negro, tomo una camisa deportiva gris, en forma de arco y se la puso, se puso unas sandalias azules y volvió a dejar una toalla sobre sus hombros.

La otra toalla la dejo en la habitación de lavado, Luz estaba en la cocina preparando lo que parecían ser chilaquiles junto a tortas con carne.

El suspiró de forma inmediata al oler la delicias que ella hacia llamadas comida mexicana.

Bajo los pequeños tres escalones hacia la parte trasera, en donde la pequeña Isa jugaba a hacer pasteles con tierra junto a Ignacio, el cual estaba repleto de barro, Isa miro a Francisco y corrió junto a él, Francisco se inclino hacia el frente y abajo, sentándose sobre sus piernas, la pequeña beso su mejilla y se fue. 

-iré a esperar a Dylan, el hijo del Gabacho aquel.- Ignacio asintió sin tomar importancia, Francisco miro a su padre y recordó todas aquellas noches sobre el techo de su vieja y pequeña casa, cuando jugaban a buscar las luces de los aviones, por cada avión, una oportunidad, Francisco sabía que el hombre humilde y al que no le importa hacer cosas asquerosas e infantiles con tal de hacer feliz a un bebé... No había desaparecido.

Alguien toco el hombro De Francisco, quien se giro un poco extrañado, Dylan lo miro con aquellos enormes ojos verdes y cabello rubio.

-bien pequeño Dylan, vamos a conversar.- lo guió hacia una mesa de vidrio con sillas acolchadas color blanco, se sentaron y Francisco pidió algo de fruta junto a limonada, xochitl asintió y los dejo solos.

-bueno, dime Dylan ¿qué te gusta hacer a ti?.- él lo pensó un poco, pero de inmediato sonrió.

-me gusta la naturaleza... Lo pesado... Pero siendo sincero... No quiero ser narcotraficante.- en un momento, las lágrimas comenzaron a salir.- no quiero... Perdón y lo siento, pero no me quiero morir, tengo miedo, mucho miedo.- cubrió su rostro con sus manos y Francisco suspiro.- no quiero ser narco... Quiero ser mayor, tener una carrera y formar una familia.

-relajate, por eso quería hablar contigo... No pienso tener un menor de edad trabajando para mi, así que... ¿te gustan los animales? ¿el campo?.- el asintió retirando las manos de su rostro.

-prefiero eso a marihuana y armas.- susurro, un cachorro comenzó a morder su zapato, él sonrió y acarició el pelaje del animal, parecido a la lana.

-pues, haremos un trato, te voy a mandar a un rancho, te vas a encargar de cuidar animales y cosechar las cosas junto a un par de trabajadores ¿te parece? Y se va a adaptar a tu horario del colegio.- él suspiro.

-no voy al colegio.- Francisco negó de forma instantánea.

-pues ¿sabes lo básico? Si es así, yo te inscribo.- el chico levanto el rostro con anhelo.- será un secreto entre tú y yo.

A La Mexicana. (RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora