Capítulo Dos:
Francisco.
Pasé una mano por mi cabello después de contar el dinero, acomode los fajos de billetes dentro de sobres y comencé a acomodarlos en una vieja maleta color verde, el color estaba demasiado gastado, parecía más un gris pero realmente no era algo importante de todas maneras, sólo necesitaba guardar el dinero, no buscaba un maletín negro demasiado obvio, tampoco un saco con signo de dólar, aunque suena como una buena idea, pues al ser tan obvio la gente no pensaría que realmente hay dinero ahí.
Miré a mi alrededor mientras analizaba a todos los presentes, algunos cuantos hombres estaban preparando todo para ir a repartir y vender las mercancías, y por primera yo me iría a casa temprano y no supervisaria todo.
En una hora debia ir a casa por Sofía para llevarla al doctor ese que ayuda con el bebé.. no sé como se llamaba realmente, pero era algo que me ponía nervioso, los doctores no me caían muy bien.
Me levanté de la silla en donde estaba y tomé la maleta, caminé por el pasillo de la pequeña casa usada cómo almacén desde hace unos días mientras saludaba a algunos hombres hasta salir de ella y llegar al diminuto patio, que en si se conformaba solamente de tierra y piedras con maleza por todos lados... y también ahí estaban algunos hombres lavando mi auto.
Vagabundos o personas sin hogar que se conformaban con algunos gramos y cincuenta pesos por lavar los carros.
-¡Hora de la paga!.- grite frunciendo el ceño, me gustaba el trabajo, pero obviamente yo era el responsable de pagarles y eso generaba conflictos.
soy el jefe y es mi obligación pagar y mantener todo funcionando lo mejor posible, por lo que pagarles a tiempo era importante.
Algunos se acercaron rápidamente pero otros esperaron hasta que mi auto estuviera limpio para caminar hacia mi y colocarse en hilera, cuando los tuve a todos frente a mi pasee mi mirada por todos ellos, la mayoría eran tan jóvenes, incluso menores que yo.
La mayoría eran jóvenes de quince años para arriba, sólo tenia uno de catorce, hijo de un científico raro que nos proveia de las pastillas, que por cierto eran las mejores pastillas de todo el estado, trabajo más de treinta años en laboratorios.
Siendo sincero y muy honesto, en veces me sentía avergonzado de como estaban las cosas en México, en especial en mi ciudad, pero en cierto punto, creo que hay personas que ayudan más a México que el mismo presidente, este jodido presidente que está hundiendo aún más al país con sus idioteces, en cambio, conocí a varios narcotraficantes que ayudaban al pueblo dando enormes donaciones para buenas causas, como lo hacía mi padre y como lo hago yo.
Pero tampoco quiero verme como un santo, claro que el trabajo que yo desempeñaba no era motivo de alegría ni de respeto, trabajar de eso no era algo de lo que haría a mis hijos sentirse orgullosos, pero de algo teníamos que vivir.
Comencé a sacar fajos de dinero en sobres y comencé a ponerlos entre sus manos, algunos me agradecían pues ese dinero iba destinado a sus familias, y eso era algo que a mi me llegaba muy profundo, por que ellos estaban por necesidad, por falta de oportunidades y por no haber estudiado o simplemente por no tener escapatoria de las deudas.
Y por otro lado, algunos se creían superiores a los demás y formaban asquerosas sonrisas de satisfacción al sentir la textura del papel en sus manos, y algunos incluso se atrevían a aspirar el olor que desprendían.
Cuando acabe de repartir el dinero me despedi de ellos para luego tomar mis llaves y subirme al auto dejando la maleta en los asientos traseros.
Encendí la radio y una canción de banda desconocida para mi comenzó a sonar, subí un poco el volumen y así fui a casa, con la música alta como siempre, cosa que hacía mi padre cuando eramos niños para ignorar las peleas entre mi hermana y yo.
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A La Mexicana. (RESUBIENDO)
ActionSe dice que México es un país hermoso, repleto de buenas costumbres, junto a personas con actitudes envidiables y alegría. Conocido por ser un lugar en donde todo se festeja, la gente vive riendo y todo es de miles de colores hermosos. O eso es lo...