Capítulo Dieciocho

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Capítulo 18:

Francisco.

Pasé de forma temblorosa mi mano sobre la superficie color chocolate, saque todo el aire de mis pulmones antes de cerrar los ojos con fuerza y apretar los puños, senti el típico vacío en mi pecho seguido de un pequeño dolor punzante que se transformó en un malestar estomacal qué me hacia querer vomitar.

Mordí mi labio qué comenzó a temblar, lo sujete con tanta fuerza qué incluso pude saborear lo metálico de la sangre en mi boca y ni siquiera morderme y encajar mis uñas en mis manos detuvieron la carrera de gotas de agua qué se realizaron de mis ojos por mis mejillas hasta caer en la superficie de loseta qué acaricie minutos antes.

-Te extraño mucho.- murmuré intentando controlar las lágrimas, suspiré con pesadez y me senté sobre la lápida.- Después de todo, extraño tenerte a mi lado en el negocio, extraño cuando te ayudaba a vender y negociar... te extraño papá, extraño solo ser un socio y no tener todo esto sobre los hombros.

Me recosté contra la parte alta de la lápida antes de dar una sonrisa triste al cielo y tomar mi lata de cerveza para darle un profundo trago.

Una ráfaga de viento me hizo tensar todos mis músculos y maldecir separando la lata de mis labios, mire de reojo mi camioneta, estaba con las puertas abiertas de par en par mientras una melodia envolvía todo a mi alrededor, tal y como la noche consumía todo lo demás.

Tal vez estar solo a media noche en el cementerio bebiendo y con música a todo volumen no ayudaba mucho a mi posición o mi vulnerabilidad, ya que no llevaba más que una simple pistola descargada qué descansaba a los pies de la tumba sin problemas.

Aunque sabía que el cuerpo de mi padre había sido hurtado del lugar de los hechos al momento de su muerte, no pude evitar hacerle una lápida como él la había querido toda su vida, los colores, los tamaños, los detalles, todo.

Cerré los ojos pegando la lata a mis labios nuevamente, había un poco de viento y sabía que si no fuera por la música, podría escuchar los ruidos de los animales nocturnos y desértico, ya que este cementerio quedaba a las afueras de la ciudad y todo lo que lo rodeaba era desierto y algunas pocas casas de las personas menos afortunadas.

-Pues vaya.- susurré para si mismo, rogando qué pudiera escucharme donde quiera que estuviera.- ¿Tenías que irte?- miré a mi alrededor, solo pude ver a lo lejos una luz, supongo que proveniente de alguien más con insonmio y recuerdos.

Las velas presentes en tumbas dispersas me hacían sentir acompañado de alguna manera u otra, ya que me hacia recordar que estaba rodeado de personas, muertas, pero eran personas a fin de cuentas.

-No pudiste conocer a tus nietos.- hablé terminando la cerveza y lanzando la lata a un lado, inhale profundo intentando controlar mi respiración, el hecho de decirlo en voz alta lo hacía aterradoramente real.- Digo nietos por que voy a ser papá otra vez, vas a tener un segundo nieto... O nieta.

Sentí un peso dejar mis hombros al decir eso y me puse de pie, junte todas las latas vacías a mi alrededor y las eché a la parte de atrás de la camioneta para suspirar, dar una rápida limpiada alrededor de la lápida e irme.

Le baje a la música del auto una vez que me subí, limpié mi rostro antes de encenderlo y comenzar a conducir, realmente iba distraído en el camino, en mi mente se reproducía una y otra vez cada momento feliz junto a mi padre y el corazón se me hacia chico al darme cuenta que jamás podría volver a verlo y ni siquiera pude despedirme de forma correcta de él.

-Ánimo, haz lo tuyo y nos vemos en la noche.- me dijo  mientras yo sacaba la camisa manchada de sangre de mi torso.- Lleva a tu noviecita a comer, sé un mocoso normal hoy y lo no te metas en mis asuntos.

A La Mexicana. (RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora