Capítulo Veinticuatro.

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Sentir el calor reconfortante y familiar de aquellos brazos envolviendo su cuerpo y dándole calor lo hizo derramar un par de lágrimas, las cuales de inmediato limpio disimuladamente en la camisa de su padre.

Con la poca fuerza que su cuerpo poseía se apretó a él, sentía calidez, amor, calma y sobre todo, protección, se volvió a sentir como un niño pequeño.

Aquella protección que pensó había perdido hace años.

Comenzó a sentir un horrible dolor penetrante y punzante por todo su cuerpo, relajó el agarre y se volvió a recostar con un gesto de dolor dibujado en el rostro.

-Lo siento por desaparecer de esa manera... Sé que estuvo mal fingir mi muerte.- murmuró mientras miraba fijamente a su hijo quien estaba intentando sentarse, lo ayudó y Francisco suspiró.

-¿Por qué?.- preguntó sin saber bien, necesitaba respuestas, quería averiguar por que demonios fingió su muerte y los hizo pasar a todos un horrible momento mientras el se encontraba con el enemigo, combatiendo junto a algo que antes odiaba.

Después de la alegría y todos aquellos sentimientos de alegría, vino la rabia, sentía un horrible dolor en el estomago que subía y quería ser expulsado por su garganta a modo de insultos.

-Dime... ¿Qué ganabas tú fingiendo tu muerte?.- apretó los puños pero los relajo al sentir el horrible dolor punzante estremecer su cuerpo.

-¡Querían matarme!... Entré en pánico por que no podía matar yo a esas personas... Pero tú lo hiciste por mi.- susurró antes de verlo, sus ojos conectaron, los de Francisco estaban demasiado abiertos.- tu madre quería matarme.

Francisco suspiro, miro de nuevo a su padre un poco sorprendido, pero no podía imaginar a su madre siendo una santa, después de todo, había intentado matarlo a él y a Sofía... Y a Isa.

-¿por que tú no... La mataste?.-pregunto, aunque en el fondo sabia por que era.

-la amaba... A pesar de todo, ellas eran tu madre y tu hermana.- bajo la vista y jalo su cabello con fuerza.-no sabia que harían todo eso... Se molestaron con la herencia, con todo.

La puerta se escucho sonar, Francisco dejo que quien quiera que fuera pasara, entro Sofía con el pequeño bebé entre sus brazos, Isa llevaba una pequeña bolsa  y Arturo que venía atrás sostenía una bandeja con comida, y un pequeño bolso.

-buenas.- hablo Arturo con tono medio ranchero, Francisco miro a Isa quien camino dejando de lado la bolsa y se subió a la cama gracias a su abuelo, se sentó a un lado de él y señaló la televisión.

Francisco señaló el bulto que Sofía llevaba entre sus brazos y estiró los brazos, como si fuera un niño pequeño al que le están dando un dulce.

Sofía se acercó y acomodo al bulto en la cama, pero Francisco lo tomo entre sus brazos, sintió un ardor pero no le importó, aquellos ojos enormes de color aun gris típico de los bebés, estaban mirándolo fijamente, Francisco estaba por pasar el dedo por su rostro, pero miro la suciedad en la que estaba.

-me quiero bañar para poder estar a gusto.- murmuró, Sofía tomo al pequeño, pero Ignacio lo pidió un poco apenado, ella se lo entregó y los ojos de él se llenaron de lágrimas inmediatamente.

Francisco se levantó con ayuda de Arturo y Sofía, lo llevaron al baño y ahí retiraron todos los vendajes, quitaron el de su ojo, Sofía intento no poner una cara de tristeza, pero esta salio sola, sonrió un poco triste y beso la frente de él.

-¿me veo tan mal?.- preguntó con la mirada apagada, sofia paso su mano por el cabello grasoso y repleto de sangre con tierra, beso su frente y al final sus labios.

-te ves perfecto.- le ayudo a quitarse la camisa, pero al ver el dolor que golpeó su rostro al intentar levantar los brazos, ella tomo unas tijeras y la rompió, hizo lo mismo con el pantalón.- no me importa como te mires, solo me importa que sigas vivo.- Francisco levanto una mano y la dejo descansar en la cintura de ella, que estaba cerca de él.

-son marcas de guerra ¿no?.- pregunto él, Sofía asintió de forma leve acomodando una silla en la ducha para que pudiera sentarse.- ¿cómo las tuyas?

Sofía se tenso, ayudo a Francisco a sentarse en la silla y cerró la cortina tras ella, abrió el chorro de agua y con delicadeza comenzó a verter agua sobre el cuerpo de Francisco.

-son estrías.- susurro con tono burlón, tomo un jabón, lo frotó contra sus manos generando espuma y con cuidado comenzó a pasarlo por los brazos de él.- son por no cuidarme en el embarazo.

Francisco la miro mal, ella sabia a que se refería, pero evitaba el tema, al final suspiro, lo miro y asintió.

-si, tus marcas son como las mías... Solo que tu tienes estragos peores.- murmuró aun con un nudo en la garganta.

Imágenes de un pasado que la atormentaba volvieron, aquellos rostros de adultos Con sonrisas enormes, sonrisas de satisfacción al saber lo que le harían a una joven por una cantidad de dinero extremadamente ridícula.

Recordó las manos recorriendo su cuerpo de forma lenta y tortuosa, palpando cada parte de su piel, mordiendo y lamiéndola sin preocupaciones.

Sintió escalofríos recorrer su cuerpo al recordar todos y cada uno de los hombres que habían abusado de ella cuando estaba en ese horrible trabajo, las fotos en Internet que seguían rondando y atormentándola, por esa misma razón dejo de estudiar.

Su pasado estaba ahí, atormentándola todos los días.

Pero ella era fuerte, había sido fuerte por aquel lindo chico que le ofreció comida cuando la salvaron, aquel mismo chico que cuidaba y besaba sus heridas, aquel chico que iba a su casa cuando tenía pesadillas.

Ella era fuerte por Francisco y ahora, lo era por sus dos hijos, aquel par de criaturas que, aunque llegaron sin previo aviso, le llenaron la vida de esperanza y alegría.

Sintió una cálida mano pasar un mechón de cabello tras su oreja, abrió los ojos y fue cuando se dio cuenta de que estaba llorando, limpio sus lágrimas y le sonrió a Francisco quien la miraba un poco asustado.

-perdón si te hice recordar algo que no querías... A veces olvido las cosas.- quiso acercarse pero ella lo separó, se levantó y abrazo con fuerza, después dejo un leve beso en sus labios.

-relájate.- beso sus labios de nuevo mientras terminada de enjabonar su cuerpo.- no fue nada.- tomo un bote pequeño y lo lleno de agua, lavo el cuerpo y extremidades de Francisco.- cuidado con el rostro, te lavare el cabello.

El hizo la Cabeza hacia atrás y dejo que las suaves manos de ella hicieran su trabajo, masajeando su cabello, espero a que hiciera espuma y lo enjuago.

Con un poco de miedo lavo las costuras de su ojo y lavo bien su Cara, el se levantó solo y se envolvió en una toalla para cubrir su cuerpo, salió con ayuda y lo sentaron en la cama.

-tal vez duela, vamos a ponerte pomada para todo esto y ungüentos para el dolor.-dijo Arturo, Francisco asintió y comenzaron a poner en su torso, espalda y cuello alcohol usando pequeñas gasas.

Era cierto, ardía demasiado, llenaron su cuerpo de vendas y cosas así después de las cremas y ungüentos asquerosos.

Acostarse fue agradable, su cuerpo estaba helado y fresco, además, le habían hecho caldo de pollo sin pollo, Como a él le gustaba.

Comenzó a comerlo, por que en verdad moría de hambre, comió todo y a parte, pidió dulces, moría por unos dulces.

Dos horas después, a las 10:45 de la mañana, Isabel y el pequeño cayeron rendidos, y Francisco, como buen padre, pidió que los dejarán con él y eso hicieron, todos fueron a dormir, a excepción de Sofía, quien se quedó sentada, mirando como los tres amores de su vida descansaban juntos.

Atrapó a Francisco despierto, le sonrió de forma leve y paso sus manos por el cabello de él, Francisco señaló el espacio vacío junto a él en la cama.

-duerme con nosotros.- pidió, Sofía negó pero acepto un poco después.

Moría de sueño, así que se acomodo en la cama, dejando a sus pequeños en el centro, Francisco busco su mano y cuando la encontró le dio un leve apretón.

A La Mexicana. (RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora