Capítulo Treinta Y Ocho.

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Habían pasado dos largas y tormentosas semanas desde que mi amigo mando a hacer los estúpidos estudios de ADN, yo estaba demasiado nervioso y de Arturo ni se diga.

¿hace falta mencionar que Sofía se dio cuenta de que mi amigo le corto un mechón de cabello y ahora sabe para que lo hizo?

Ahora ella esta tensa todo el tiempo, se la pasa enferma, a cada momento está vomitando y siempre dice que se siente mal.

Creo que esta muy nerviosa, pero todos estamos igual, aunque, mi amigo esta peor que todos, ahora no duerme y siempre está pensando en retorcidas teorías sobre Sofía siendo su hermana y recuperar el tiempo perdido.

Conduje hacia el laboratorio de análisis en donde recogería la prueba, esa odiosa prueba que determinaría si son o no hermanos.

¿saben que pienso? Que estoy en una novela de esas de televisa.

Llegue y molesto observe a todos los autos estacionados, me estacione, baje y puse candado al auto, me puse los lentes obscuros y camine.

Empuje la puerta de cristal, había un par de mujeres, tres hombres y muchos niños corriendo en la sala de espera, toque la puerta y una tipa más delgada que un palo y las plana que una tabla me atendió.

-buenas tardes ¿viene a recoger análisis?.- pregunto y asentí, rasque mi cabello.

-prueba de ADN a nombre de Arturo Madero.

La chica asintió, se perdió debajo del escritorio y comenzó a cantar mientras buscaba los análisis.

Volvió a aparecer frente a mi, su sonrisa estaba plasmada en su rostro como si tiraran de sus labios con hijos invisibles.

Me entrego el sobre, me despedí y salí, tenía tentación de abrirlo y ver que demonios decía dentro de ese sobre.

Lo deje en el asiento de copiloto con cuidado, saque un cigarro y lo encendí, encendí el auto y pise el acelerador.

Conduje nervioso y di varias vueltas por la ciudad, mi único teléfono ahora, comenzó a sonar pero no lo tome.

Pondré la excusa que uso para todo.

Había mucha gente.

Media hora después llegue a casa, mi segundo cigarro había acabado, tome el odioso sobre con ganas de lanzarlo a la piscina y entre.

Ni isa ni Nicolás estaban, Sofía había tomado este día de descanso pero trabajaría el domingo.

Entregue el sobre a Arturo, pero el negó y me lo dio a mi, mire el sobre, a mi amigo y a Sofía.

-tu leelo, si lo leo yo me voy a morir.

Suspire nervioso, rompí el sobre con los dientes molesto, desdoble la hoja y comencé a leer.

Mierda.

Santísima y puta mierda.

-¡por el amor de dios, Francisco!.- grito Sofía.- ¡nos tienes con el Jesús en la boca!.- solté una risa nerviosa.

-bueno... Descifrando estos geroglificos... Esta mierda es positiva.

Sofía grito sonriendo, mi amigo sonrió e imitó su grito, se miraron y se dieron un gran abrazo, fue incómodo ver eso, por que, bueno, mi novia y mi mejor amigo fundidos en un abrazo tan íntimo.

Se separaron y Sofía salto sobre mi, me reí demasiado nervioso y la levante del suelo, sus piernas se enredaron en mi cadera.

-¡ahora es ni hermana!.- grito el riendo.

A La Mexicana. (RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora