Capítulo 22 Estoy empezando a odiar ser un vampiro...

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La semana pasó tranquila, Laura de verdad disfrutaba de la compañía de su padre, incluso de la de Carmilla que siempre trataba de mantenerse alejada de ambos miembros de la familia Hollis.

- Carmilla ven con nosotros.

- Gracias señor Hollis pero aquí estoy bien.

- Oh vamos Carm, deja tu libro un rato, no se irá a ninguna parte.

Laura y su padre se encontraba en el jardín regando las plantas y cuidando que ningún rosal tuviera plaga, y hablaban con Carmilla a través de la ventana, la pelinegra pasaba gran parte del día sentada en el sofá leyendo, pero ésta vez Laura no dejaría que se saliera con la suya, así que se metió a la casa y casi arrastró a Carmilla al jardín.

- Bien, ya estoy aquí cupcake, ¿puedes soltar mi brazo? Un segundo más y creo que me lo arrancarás.

- Oh lo siento, sabes que olvido...bueno ya sabes...

- ¿Cupcake?

Preguntó un poco extrañado el padre de Laura, y la rubia de inmediato se sonrojó pues aún no había tenido el valor para decirle a su padre que Carmilla era más que su amiga.

- Oh, emmm...sí...ya sabes son los pastelitos rellenos que están deliciosos...puedo prepararte unos ahora sí quieres...

Laura intentó huir a la cocina pero su padre se lo impidió.

- Laura Hollis sé lo que son los cupcakes, estoy viejo pero no tonto, mi pregunta era ¿por qué Carmilla te llama así?

- Oh, bueno, es solo que...pues ella...

Hollis usó su habilidad para comunicarse con la mente de su novia y pedirle ayuda.

- Salvame, di algo.

- Sólo miente y ya.

- No soy buena mintiendo, tú sí.

- ¿A caso me estás llamando mentirosa cupcake?

- No...bueno sí...Carmilla Karnstein sálvame de ésta, tú fuiste quien dijo ese sobre nombre.

- Bien, pero me vas a deber una por salvar tu trasero.

- ¡Hey!...

- Chicas ¿pasa algo?

- No señor Hollis, lo que pasa es que le digo así de cariño a Laura, vera ella ha sido tan buena conmigo y además es tan dulce y tierna que me pareció que cupcake era un sobrenombre perfecto.

Laura se sonrojó, y pensó que tal vez eso no ayudaría mucho a que su padre pensara que sólo son amigas.

- Se supone que tenías que ayudarme.

- No sé me ocurrió que más decir, lo siento.

- Creo que tienes razón Carmilla, mi hija es muy dulce.

El señor Hollis pellizco los cachetes de Laura, la pelinegra soltó una risita (aunque era obvio que estaba conteniéndose) y Laura sólo hizo pucheros y de inmediato le pidió a su papá que dejara de avergonzarla.

Además de pasar mucho tiempo en el jardín, Carmilla aprovechó para enseñarle a cocinar algo decente a Laura.

- ¿Por qué criticas mis galletas sí son deliciosas?

Enamorada...¿de un vampiro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora