CAPITULO QUINCE

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Todo el fin de semana nos la pasamos en la cabaña limpiándola, ordenándola. Me he decidido a aprender a leer, quiero poder entender lo que dicen esas cartas que encontré debajo de una madera de una de las habitaciones abandonadas de esa cabaña. También encontré un pequeño librito con candado, tengo la intuición que tiene algo que ver con la foto que Lucía me dio. Tengo todo bien guardado en mi vieja y desgastada ropa usada que tengo puesta.
Estoy en la habitación de Ignacio esperando que regrese de su pequeña salida que me dijo que tenia que hacer. Sentada en chinito estoy observando la foto que tengo, la madre de él es tan bonita que no parece real pero tiene cara de estar triste. Ella está detras de Rodrigo abrazando a sus dos hijos que estan en los extremos. Los niños están todos agarrandose de las manos como si nunca fueran a separarse. Muchas dudas se forman en mi mente. Mirando a su madre me acuerdo de la mía que está trabajando en una fábrica catorce horas por día para poder darnos un poco de comer y yo aqui sentada en la cama de un chico rico sin hacer nada. Me siento culpable. La extraño mucho, quisiera volver el tiempo atrás y ser de nuevo esa niña de doce años aguerrida que ayudaba a su madre en todo lo que podía, humillandose si era necesario para dar de comer a sus tres hermanos de seis años todos. Sonrío recordando esos días en los que apesar de estar bajo la lluvia pidiendo, me reía porque nosotros somos unidos y la gente que yo veía, todos, aparentaban quererse cuando en realidad se odiaban, se gritaban, les pegaban a sus hijos, nos ponían mala cara por interrumpir una de sus tantas discuciones y pedirle un poco de dinero para comprar leche. La carne la tenía gratis gracias a Leonard.
- Izzy- una voz grave y suave me interrumpe haciendome girar de golpe para mirar al que se ha atrevido a sacarme de mis recuerdos. Al mirarme por unos segundos frunce el ceño - ¿porque lloras?- pregunta
- ¿que? no- me defiendo pero inconcientemente paso una mano por mis mejillas comprobando que tenía razón, unas lágrimas habían caido por mis mejillas sin que me diera cuenta. Él se me acerca y me abraza besandome la frente. Aprovecho ese momento para volver a guardar la foto.
- ya hice lo que tenía que hacer- dice mirándome- a partir de ahora tengo todo el día libre.- dice suspirando.- ¿algo que quieras hacer?- pregunta con una media sonrisa. Alzo mi dedo índice.
- una cosa- digo - que me enseñes a leer- digo tímidamente y cierro un ojo mientras espero ver su reacción.
- era lo que estaba esperando que dijeras hace mucho- dice sonriente mostrando cada uno de sus blancos dientes. - pero antes- dice y me mira evaluándome detenidamente todo mi cuerpo- vamos a hacer un par de compras- dice. ¿Que? ¿Compras? ¡NO! Cuando caigo en lo que pretende hacer me niego, no. -no tengas miedo, lo primero que vamos a hacer es comprar ropa.- dice y se va de la habitación dejándome con un monton de pensamientos y sentimientos no expresados.

Llegamos a un local de ropa para mujer. En mi interior siempre soñé con hacer algun día esto en vez de verlo hacer a los demas, pero nunca pensé que de verdad me pasaría. Me siento extraña, siento que esto es aun un sueño. No quiero despertar. Ya dentro del local Ignacio aún me tiene agarrada a su mano, yo me retraigo contra su espalda asomando nada mas que la cabeza. Esa gente me intimida un poco, solo se me va cuando tengo que conseguir comida para mis hermanos. La señora que atiende me mira un poco extrañada, luego pasa su mirada a Ignacio ignorándome completamente.
- Irma, necesito tu ayuda como mujer, para ella- dice haciendose a un lado mostrándome completamente. Dejandome a la intemperie de la vista de las tres mujeres que hay aqui.
- con gusto, Ignacio- dice sonriendole, luego me mira, se me acerca y me examina- veamos que podemos hacer por ti cariño- esto es el colmo. No salgo de mi asombro, todo lo que soy capaz es de mirarla fijamente sin pestanear y dejar que me arrastren como si fuera una estatua.
Luego de tres horas en las que ninguno de los presentes me dejaron hablar, solo se hablaban entre ellos opinando sobre mi.
- tiene un buen cuerpo, solo necesita un poco de buena ropa con estilo- dice la mujer llamada Irma antes de que cerremos la puerta para irnos.
- ¿alguien me puede decir a que le llama ella estilo?- mascullo mirando el interior de una de las tantas bolsas que Ignacio tiene en las manos. La ropa que me compraron es todo menos con estilo. Hay de todo, calzas ajustadas de todos colores, remeras que no cubren ni los hombros, accesorios. Solo me dejaron elegir un conjunto, un jean desgastado y un buzo enorme.

Cuando llegamos a la casa de Ignacio estoy muerta de sueño. Me hizo recorrer absolutamente todo el centro, hasta me llevó a um restaurante caro. Es todo lo que había soñado casi toda mi vida, hacer esta clases de cosas. Tengo sentimientos encontrados, por un lado me siento feliz pero por el otro culpable. Mientras yo estoy aqui disfrutando de la buena vida mis amigos y hermanos están pasando las mil y una para vivir.
- no te pongas triste- me susurra la voz de Ignacio en mi oído haciendome cosquillas- yo te dije que te iba a ayudar con ellos, no los voy a dejar solos asi tengo con que colaborar. - dice mientras me corre un mechon de pelo detras de la oreja.
- como...- no termino la frase, inspiro para volver a armarla- com...- no puedo terminar de la impresion.
- facil, te observo muy seguido, es en lo que piensas cada vez que miras el piso y frunces el ceño- dice dandome una leccion.
- oh! gracias, voy a aprender a no volver a hacerlo para no delatarme- digo dandole una sonrisa de suficiencia a lo que el pone los ojos en blanco y niega divertido.
- dime, ¿que es lo que mas te gustaria hacer o tener?- pregunta cambiando abruptamente de tema. Hago una mueca mientras pienso.
- uff... tantas cosas- suspiro
- nombra la primera que se te venga a la cabeza- dice ansioso.
- ir al cine con mi familia- digo mirando al suelo. Es algo que siempre desee.
- hecho- dice. Lo miro elevando las dos cejas.- prepárate mañana empezamos con las clases de lectura- dice. Me recuesto sobre la cama en la que duermo- buenas noches- termina antes de apagar la luz.
- buenas noches- susurro antes de cerrar los ojos y quedarme pensando en todo lo que viví hoy.
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