CAPITULO VEINTISIETE

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La semana ya pasó y hoy sale Lucía, estamos todos amontonados frente a la puerta de la habitacion hasta que la vemos aparecer con un bebé rosadito en sus brazos. Se la ve cansada pero feliz. Me sorprende que no haya aparecido el padre, esto es extraño.
No supe nada más de Sandra Collins, no la vi más ni la escuché, tampoco pregunté nada. Todo sigue igual, no se más nada de nada, ni de mi carta ni del padre de Ignacio. El llanto del bebé me despabila, ella se mece tranquilizandolo. Está la familia unida, padre, madre y bebé. Los dos están contentos, Rodrigo tiene cara de ilucion, brillan sus ojos.
- Lucía- la voz de ultratumba tan temida por ella resuena en el pasillo, se nota enojada. La actitud de Lucía nos sorprende a todos.
- hola padre- su voz es firme, se adelanta y lo enfrenta- mira, tu nieto, no me interesa que me pegues, que me encierres, que me hagas nada- dice mirándolo como si fuera un desconocido- ya no vales nada para mi, una vez que sabes que tienes una responsabilidad, hermosa por cierto, vale la pena sufrir todo lo que uno pueda resistir para que tu hijo viva bien, no por mucho tendrás responsabilidad sobre mi. Solo te digo que no me veras más, esta es la última vez que me vez que te dirija la palabra. Dile a mis hermanos que me perdonen, que los quiero, pero que tengo que hacer mi vida, tengo que proteger a esta criatura que tengo en mis brazos- dice mirando esta vez a su hijo. Nosotros no podemos menos que aplaudir- ahora, si me disculpa, señor, tengo cosas interesantes e importantes que hacer- dice y se gira hacia nosotros mirando a su bebé. El padre de ella no tiene intención de irse, es más se acerca lentammente y con las manos en puños.
- señor, vayase- le dice Ignacio con su voz gruesa- no tiene nada que hacer aqui.
- tu no eres nadie para decirme que hacer y que no- le espeta.
- yo soy alguien, para tu informacion, tu en cambio no eres nadie para impedirle ser feliz con su familia- le enfrenta, me coloco a su lado dándole fuerza, le agarro la mano y se la aprieto
- mira, rubiecito-lo amenaza con la voz mientras lo toma del cuello de la camisa. - no me amenaces, seré pobre pero fuerza no me falta para dejarte muerto en la calle.
- suficiente- intervengo, le pego en la entrepierna dejándolo en el suelo. Una enfermera viene corriendo para ver el alboroto.
- ¿que sucedió?- pregunta mirando al hombre en el suelo.
- sucedió que ese hombre amenazó a mi novio con matarlo - digo lo mas tranquila que puedo.
- seguridad, llevese a este hombre y haga una denuncia por amenazas- llama la mujer a un hombre.
- no se atreva- le grita desde el suelo el padre de Lucía.
- no me grite señor, es posible que vaya a un manicomio si sigue asi- le advierte antes de irse. El de seguridad se lo lleva con las manos en la espalda mientras suelta maldiciones por todas partes. Miro a Lucía, no reacciona ante esa escena solo lo mira irse sin ninguna expresión en su rostro.
Luego de este pequeño incidente todos nos aconglomeramos al rededor de Lucía queriendo ver al bebé.

Pasamos toda la tarde allí, cerca del hospital, cada uno sosteníamos al bebé un ratito mientras dormía con un dedo en la boca. Por suerte Ignacio dejó de decir chistes. Los acompañamos hasta la cabaña, Rodrigo no despegó nunca su vista del bebé. Nos fuimos con Ignacio a su casa. Son las nueve de la noche, el cielo está levemente estrellado, estoy en la terraza observando la luna, mis brazos cruzados mientras mi mente se pierde en mis pensamientos sin sentido sobre la vida, lo lindo que sería volar y llegar a la luna y ver desde allí el planeta. Siento unos brazos envolviendo mi cintura y una boca besando mi cuello, sonrío con los labios cerrados. Giro la cabeza besando su mejilla. Tomo sus manos entre las mías y nos quedamos así por un largo rato disfrutando del silencio.
- estos meses me has hecho mas feliz de lo que hubiese imaginado alguna vez- digo mientras miro las estrellas.
- me alegra, tu me has hecho el hombre mas feliz del mundo.

Al día siguiente me levanto muy temprano intentando no despertarlo. Me siento en la computadora, me quedo en blanco sin saber como empezar a buscar lo que tengo pensado. Escribo en el buscador el nombre de Sandra Collins, luego de estar un rato encontrando cosas sin interes, encuentro algo que me llama la atencion, es una denuncia de alguien a una tal Sandra Andrea Collins. Dice: " un hombre ha denunciado a su mujer por abandono de sus dos hijos, sus nombres son Isabel Alai Renner y Pedro Renner, los cuales fueron dejados en la calle. La niña a la edad de seis años y su hermanito recien nacido. Segun el señor, ha intentado encontrarlos pero no ha podido porque su mujer le ha dicho que estan muertos, pero luego de mucho buscar los encontró en un lugar pobre con una mujer con dos hijos de la edad del hermano de Isabel. El señor dice llamarse Leonard Renner" termina el anuncio. Sigo bajando la página impresionada y veo una foto de la supuesta Sandra Collins y los niños, siento un nudo en la garganta cuando veo las fotos, somos yo y mi hermano, la mujer es la misma que me habló hace una semana. Sin atinar a nada cierro la página y me quedo mirando la pantalla de la computadora. 
Mientras miro el suelo con la mente en blanco espero que Ignacio se despierte, esta vez no se va a escapar.
Ignacio se despierta, se asusta al no verme al lado suyo pero cuando me ve en la computadora se tranquiliza y sonríe, pero yo no tengo expresion alguna, sigo pasmada, tanto que esperaba encontrar a mi madre biológica supuestamente la tengo en este mismo lugar.
- ¿que sucede?- pregunta incorporandose en la cama con el ceño fruncido.
- ¿porque no me querías decir nada sobre mi carta?- pregunto mirando el piso con la voz muerta. Cuando quiero acordar lo tengo arrodillado en frente mío intentando que levante la mirada.
- porque... no se como vas a reaccionar- dice con la voz queda.
- solo dilo- digo.
-porque...la mujer que escribió esa carta es mi madrastra, Sandra Collins- dice, es lo que mas temía. Asiento de manera automática y de forma rápida salgo por la ventana y corro a toda velocidad hasta la carnicería de Leonard. El lugar está lleno, no me importa, solo quiero ecplicaciones y nadie me lo va a impedir, ni siquiera el estatus social.
- asique tu eres mi padre desaparecido- digo con los brazos cruzados y con la mirada fija en cada movimiento que hace- solo te limitas a hacer una denuncia a mi madre pero nunca me has dicho la verdad. ¿Se puede saber porque?- pregunto. Todos los sentimientos se me juntan, odio, anhelo, felicidad y desamparo.
Todas las personas de alli se me quedan mirando mientras mi supuesto padre sigue escribiendo algo haciendose el desentendido. Me acerco de forma decidida y le arranco la lapicera.
- ¡explicame!- le ordeno casi gritando por la rabia acumulada.
- tengo que atender, luego hablamos- me dice indiferente.
mientras empiezan los murmullos una voz se distingue.
- ¿es cierto eso? Leo, ¿tu eres su padre?- la voz de Ignacio me sobre salta pero no me inmuto.
- chicos, no es momento para plantearme esto- dice.
- ¡no me importa que no sea momento!- le grito- tengo derecho a saber porque no me fuiste a buscar apenas te enteraste, ¿porque me dejaste pasar por todo lo que viví? los días sin comer, días en los que moría de frío, donde tenía que humillarme para impedir que mis hermanos murieran. ¡¿Porque?!- le grito- dime, ¿con que necesidad tuve que pasar poe todo esto?- ¿solo porque una loca te dijo que estabamos muertos o que? tanto que aparentabas ser buena persona conmigo... ¿porque me hiciste esto? Pedro no tiene necesidad de saber quien sos en realidad.
- yo... lo siento- dice por fin, su voz sale afectada.
- ¿lo siento? ¿lo siento? ¿solo lo siento?- pregunto repitiendo su frase indignada- ¿eso es solo lo que diras?
- ¡todos vayanse!, ¡esto es privado!- pega el grito Ignacio.
- vale, les contaré toda la historia- dice sentandose en la butaca.
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