CAPITULO VEINTIUNO

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- ¡Tenías razón!- exclama desde el baño. Hace dos semanas que pasó lo del encuentro con el padre. -¡tal cual digiste!, ¡increible!- sigue exclamando.
- ¡vale!, ¡ya sal que llegamos tarde!- Grito fuerte mientras sigo mirando la pantalla de la computadora de Ignacio. - oye, ¡que eres peor que las chicas de las que he visto desde que me obligas a comprar ropa!- sigo gritando.
- si sigues así tal vez tengas suerte y te escuchen en China- habla como si fuera la noticia mas importante del pais.
- ironía conmigo no- digo mientras juego a mi juego favorito.
- ¿como haces? yo si juego no puedo prestar atención a nada mas, encima tu llevas la mejor puntuación.- dice asombrado. Paro el juego y levanto la cabeza mirando hacia arriba observándolo fijamente.
- es que soy especial- hago alarde de mi misma.- ya, tenemos que irnos, que la reunión no espera.- digo levantandome y yendo a la ventana.
- te olvidas de algo- dice Ignacio desde el lugar donde lo dejé.
- que yo sepa no- digo sin entender.
-¿no? pues ven- dice. Me bajo del marco de la ventana y camino unos pasos- más cerca- pide. No me muevo.
- pero te dije que no me había olvidado de nada.
- te equivocas- su voz es cada vez más baja y cada vez se acerca más- te olvidas de esto- termina antes de cerrar todo espacio posible entre nosotros. Su beso no es fugas, o de necesidad o para dar fortaleza, sino un beso tierno y dulce donde expresa su amor hacia mi, donde me siento segura y protegida, donde se que mientras lo tenga a él lo tendré todo.
Aún me pregunto cómo fue que mi vida cambió tanto, como es que hago todo lo que una vez soñé, lo que siempre quise para mis hermanos.
Ignacio sigue cerrado en contarme lo que ha pasado en esa cabaña, esas cartas no me dicen mucho sólo avivan mi intriga y mi perseverancia.

Llegamos al colegio, esa bendita reunión de padres me pone nerviosa, me pone mal la aconglomeración de gente y mucha más si son ricos. Me hacen sentir vulnerable. Me insistió tanto Ignacio en que lo acompañara, tambien mis hermanos me hincharon los oídos con sus gritos agudos e insistentes para que vaya, asique practicamente me vi obligada a asistir.
- no pienso hablar, no voy a decir un palabra- niego firme con la vista fija en el camino que recorremos hasta llegar al colegio.
-vale, no es necesario que hables, es solo presencia- dice neutral. - no sos la única que no le agrada la gente rica e hipócrita.
Una media sonrisa se forma en mi rostro, es impresionante que diga lo mismo que yo pienso.
Al llegar hay un aconglomerado de gente bien vestida, que si no fuera por los gustos de Irma me escondería debajo del auto y no salgo hasta que se vayan todos.
- bienvenidos a todos- la voz de la directora suena por todo el recinto- como sabrán esta reunion es exclusivamente para los de primero- dice pausadamente. Yo me distraigo tocando los asientos tan suaves que puedo hacer formas con mis dedos dibujando.
- por lo menos finje que estás escuchando- susurra
- ah, mira quien habla, el que esta jugando con el celular- le contesto.
Seguimos discutiendo en susurros hasta que escuchamos el nombre de Pedro.
- Él es todo un prodigio- explica la mujer- necesitamos chicos asi- continúa mientras los dos nos miramos sin entender nada.
Una vez terminada la reunión la directora nos llama a parte.
- se que no prestaron atención a nada de lo que dije- nos mira en forma de reproche, miro hacia abajo avergonzada.
-lo siento, nos aburre todo esto- habla con franqueza Ignacio.
- lo se, te estuve observando por seis años- dice- lo que dije es que va a haber una competicion internacional de deletreo y química.- dice hace una pausa esperando ver nuestra reaccion pero ambos estamos quietos mirándola fijamente asique sigue- por lo que yo quería que participe Pedro, él es un genio en todas las materias. Hace esta competencia y lo adelanto un año, el chico se aburre en las clases y molesta al resto que le cuesta.
- ¿qué? ¿disculpe? ¿Pedro molestando? él nunca haría eso, sabe que eso no es bueno- digo anonadada.
- bueno, por lo menos eso es de lo que se vienen a quejar los alumnos de su division, señorita.
- sin intencion de faltarle el respeto, señora, pero debería saber las dos versiones de una historia- le digo seria y firme
- calmese- exige.
- ella tiene razon- la voz pausada nos calma a las dos.- ¿que chico es el que se queja?- pregunta haciendose cargo de la situacion.
- el hijo de Gustavo Iglesias- dice.
- ¿que? ¿ese?- su cara se transforma, de estar pasivo a estar colérico. Las dos los miramos sorprendidas.- no le crea a ese chico. - en su semblante hay desesperacion. Hay un grito y un llanto, lo reconocería en cualquier lugar.
Le agarro el brazo a Ignacio para que me mire.
- es Pedro- digo y salgo corriendo sigilosamente hacia el lugar del llanto. Los tres nos escondemos en un muro.
- ese es el hijo de Iglesias- me susurra Ignacio. Es un chico pelirrojo con una cara malévola que está amenazando a mi hermano con no se que. La mano de Ignacio es la única que logra pararme y que no le rompa la cara a ese desgraciado.
- eh, escúchame, ¡que me escuches!- le grita y le golpea. Tan chico y tan malo. - ¡rata, dile a tu hermanita que se está salvando por un pelo!- le grita ignorando completamente que estamos escuchando.
- no, a mi hermana no- llora Pedro. Se me sale el corazón.
- hijo de puta- susurro.
- ah,sigueme haciendo mi tarea que me va de maravilla.
- ¡Iglesias, queda suspendido por tres semanas!- grita la directora saliendo del muro.
- pero miss-se queja.
- nada, no le puedes hacer eso es un niño de tu edad. Suspendido- le remarca para que lo entienda.- Arzuaga vuelva a clases, diga que yo lo llamé- se dirige a mi hermano con dulzura.Vuelve con nosotros.
- señorita discúlpeme, de verdad lo siento, esto no volverá a pasar. - me dice con la voz grave y el ceño fruncido.
Una vez fuera del colegio, mi mente sigue estando en cualquier lado menos en la realidad.
- no te va a gustar nada saber quien es ese chico- adivina mi pregunta. Estamos en su habitación esperando que sea la hora de ir a buscar a los chicos.
- no me importa quiero saber quien es- digo seria y muy enojada, ese recuerdo me pone de mal humor.
- esta bien, si fuera el hermano de Pedro estaría igual, es un angel ese chico, igual que tu- dice acariciando mi mejilla haciendome sonreir.
- dime- insisto tratando de ponerme seria.
- es... el hijo de uno para los que trabajaba- dice mirando el suelo.
- eso pensé- digo acariciando distraídamente su espalda tranquilizandolo.- tranquilo, no es tu culpa.
- y es el hermano del chico que te encontraste cuando ibas con Pedro, ¿te acuerdas?- pregunta mirándome de costado. Hago un asentimientocde cabeza. Ahora me cierra su gran parecido.
- le encontraremos la solucion a todo esto, juntos- digo acercándome a su rostro quedando a centímetros.
- ¿lo prometes? ¿sin importar lo que pase?- pregunta esperanzado.
- sin importar lo que pase- reafirmo.
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