CAPITULO TREINTA Y SIETE

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Hoy es la boda, me cuesta respirar, me miro al espejo observando como me queda el vestido. Dentro de unos minutos voy para la iglesia. Ignacio no está por esa tradicion de que el novio no puede ver a la novia con el vestido.
- izzy, ¡ya está el auto!- me grita Nicole desde abajo. Casi corro, ella me ayuda con el vestido.
Al llegar a la iglesia ocurre lo que yo tanto temía. Todos se me quedan mirando sin pestanear. Nicole está al lado mío.
- como te dije el otro día, piensa que no hay nadie, solo tu e Ignacio- me susurra, le hago una mueca diciendole que la escuché.
Comienzo a caminar lentamente, a la par de Nicole, hasta que ambas llegamos al altar. Me enfrento a Ignacio y le sonrío, él me devuleve la sonrisa y nos ponemos a mirar al cura.
Luego de toda una charla prerpararoria de lo que estamos a punto de hacer  comienza lo importante.
- ¿alguno está en contra de este matrimonio? que hable ahora o cale para siempre- habla al público. Nadie responde.- muy bien, ¿Isabel Alai Renner Arzuaga, acepta de Ignacio Iglesias como esposo hasta que la muerte los separe?- me pregunta.
- si, acepto- digo firme y miro a Ignacio.
- ¿Ignacio Iglesias, aceptaa a Iaabel Alai Renner Arzuaga como tu esposa hasta que las muerte los separe?- pregunta.
- si, acepto- responde mirándome con una sonrisa.
- por el pode que me es conferido los declaro marido y mujer, puede besar a la novia- termina, Ignacio no se hace esperar, enseguida invadecmi espacio besandome con desespero. Todos aplauden pero se quedan en el sitio. Caminamos tomados de la mano hasta fuera.
Toda la tarde la pasamos riendonos, haciendo chistes y demas cosas.

Estoy caminando por una calle cerca de la casa de Ignacio, estoy de tres meses, algo se nota mi panza. Son laa tres de la tarde y no hay nadie en la calle. Sigo caminando sumida en mis pensamientos hasta que siento un tiron en mi brazo, luego alguien que me venda los ojos y me tapa la boca. Siento que me arrastra hasta um auto y me obliga a entrar. Respiro agitada.
- calmate, sino le haras daño al bebé- es una voz gruesa y vagamente conocida. Gimo intentando hablar pero la cosa en mi boca no me deja. Escucho risas. Intento mover las manos pero las tengo atadas. Me dejo caer contra el respaldo del asiento.
Llegamos a un lugar, me quitan laa vendas y escupo con asco hacia sl primero que tengo en frente, recibo una fuerte bofetada haciendome girar la cabeza y que me genere un gran asco. Pongo cara de repugnacia y me propongo a escupirle de nuevo pero otra voz me sorprende.
- dejala, no le hagas daño- esa voz, la conozco, es Lautaro, un amigo de Rodrigo- aun- termina con una sonrisa malévola, mientras levanta una ceja. Aprieto las mándibulas y achico los ojos.
- ustedes no me quieren a mi sino a mi esposo- digo sin inflexion.
- muy inteligente, preciosa- de nuevo esa voz repugnante.
- ay Romeo, Romeo, consigue a tu  Julieta en otra parte- digo con una sonrisa ladeada, no me dan miedo.
- cállate rata callejera- me espeta furioso.
- oye, ¿tu papito sigue con ese mal gusto de humillar a todos?- peegunto con un deje de desden.
- hija de puta- susurra con los puños apretados.
- oh, se me olvidaba, saluda de mi parte a tu hermanito- digo mirandolo mientras lo provoco. Frunce el ceño- ¿tu que creias?, ¿que no me daría cuenta que tu lo mandaste allí para torturar a mi hermano?- pregunto alzando una ceja divertida.
- cierra tu boca- me espeta cada vez mas furioso.
- debil- susurro.
- yo no soy debil- su rostro se torna rojo y se le marca la vena del cuello. Me río y eso termina de provocarlo haciendo que me tome del cuello y me arrastre hasta la pared. - ¿quieres comprobar que no soy debil? - me invita de forma lasciva mientras se relame los labios y me mira la boca. Sonrío de lado y me tranquilizo, me acerco a él.
- claro- digo de manera sensual y provocativa - que no- termino con furia al mismo tiempo que le propino un rodillazo en la entrepierna. Se encorva violentamente, su cuello termina de ponerse rojo, emite un gemido apagado y se recuesta en el suelo echo una bolita. Me limpio las manos y salgo de la pared. El otro que me dio una bofetada intenta ahorcarme pero una voz grave y tranquila lo detiene.
- retírate Lautaro- le ordena- yo me encargo de ella, tu ve por el resto- le dice. Frunzo el ceño.- buen punto, tienes fuerza, pequeña- dice mientras se acerca de manera lenta.
- cuando Ignacio se entere vendrá y los destruirá- digo con asco al tiempo que retrocedo un paso.
- no lo creo- dice y se me acerca, choco contra la pared y el se ríe de forma perversa.- oye, ¿como está tu madre?- pregunta. Entrecierro los ojos pero no reacciono, levanto una ceja mientraa intento tranquilizarme.- cierto, está dormida- se carcajea. Lo miro sin inmutarme.
- ¿terminó?- pregunto tranquila. Deja de reirse y me mira serio. - gracias, ya que estoy prisionera me gustaría descansar.
- claro que lo harás, pero por mucho tiempo- me susurra Romeo desde atras. Lo ultimo que siento es algo en mi nariz.

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