Capítulo 3-Jared y lo malo del deporte

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Le quité el sonido a la BlackBerry y me la guardé en el bolsillo de la chaqueta de paño rojo que me había puesto aquel primer día de instituto. Era el tercer mensaje que tenía aquella mañana de Thomas y no me apetecía nada que me echaran de clase el primer día por culpa de los celos de mi novio, que por cierto estaba en otro estado.

Por allí todo el mundo era demasiado gris, como si el estado de ánimo y el de las vestimentas fueran propiciados por el mal tiempo de Washington. Se notaba a la legua que éramos los recién llegados. Tres hermanos rubios, con los ojos azules y vestimentas demasiando coloridas para Redmond. No me extrañó que toda aquella gente que murmuraba en los pasillos me estuviera mirando todo el rato.

Me apoyé junto a la puerta de la clase de Ciencias Sociales y esperé a que tocara el timbre antes de entrar.

-Eres el nuevo, ¿verdad?-preguntó una voz cantarina a mi derecha. Giré la cabeza y vi a una chica bajita y delgada con el pelo oscuro y bien peinado en una larga coleta. Parecía una muñequita de balet clásico. La chica se abrochó el último botón de su chaqueta y esperó mi respuesta.

-Eso parece-musité.

La chica sonrió conforme con mi insulsa respuesta. Yo no tenía el don para hacer amigos, era más bien un solitario, a si que entablar conversación no se me daba nada bien.

-Me llamo Zoey Pierce-la chica me tendió una mano y yo se la agarré con fuerza.

-Jared Murray, un placer-puse una sonrisa que pareció obligada, pero que en realidad no lo era, me sentía contento, había entablado una pequeña conversación con una desconocida. No sabía si aquello podía culminar con una futura amistad, lo dudaba, en cuanto aquella chica descubriera que era un aburrido empollón se largaría corriendo, o a lo mejor, estaba atraída por mí. Pese a no hacer uso de ellá, tenía belleza, me había negado a reconocerlo, pero era guapo, no tanto como el supermodelo de Jacob, pero era guapo. Entonces aquella chica echaría a correr en cuanto le dijera que era gay y que no iba a tener con ella nada por encima de una simple amistad.

Un chico con una sudadera Nike pasada de moda se interpuso entonces entre la chica y yo. Zoey puso mala cara y bufó, mientras el chico con el cabello moreno y rizado a la altura del cuello sonreía maliciosamente. Me tocó el pelo con la punta de los dedos y yo me aparté un poco.

-A si que tu eres el californiano.

Suspiré y le miré a la cara mientras me daba un vuelco la cabeza.

-Aja.

El chico se rascó la cabeza y se acercó un poco más hasta mí.

-Un cambio grande-el chico me agarró nuevamente con dos dedos la chaqueta y la soltó al instante. Parecía como si me estuviera examinando.

-Déjale en paz, Scott-Zoey se puso a mi lado y le hizo frente, el chico la miró por encima del hombro.

Parecía como si la chica se esperase algo de aquel chico y tuviera que defenderme de algún modo.

-Tu nombre-ordenó aquel chico.

En otro momento me habría girado y me habría marchado sin dedicarle a semejante individuo ni un segundo de mi tiempo. Pero estaba atrapado contra la pared, a si que respondí con indiferencia para ver si así me dejaba tranquilo.

-Jared.

El chico me miró de nuevo, como si no hubiera visto en su vida al típico chico californiano o simplemente a nadie con el pelo rubio natural, ya que parecía que los de por allí, eran casi todos teñidos.

-Jared, debes pensar muy bien que compañías vas a escoger por que de ello depende como vaya a ser tu estancia aquí-el chico miró de reojo a Zoey, aquella amenaza sin fundamento iba dirigida indirectamente hacia ella.-¿Sabes?, creo que otra clase de amistad sería más favorecedora para ti.

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