Capítulo 11-Las fiestas no son lo tuyo Jota

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-¿Por qué no quieres venir?-dijo por cuarta vez Aria el viernes por la tarde. Hoy me tocaba clase de apoyo con Scott, pero decidí no asistir sin ninguna escusa, no me apetecía y punto.

-No quiero asistir a la fiesta de un desconocido-dije con determinación.

-Pero Chad me ha invitado y te ha invitado a ti-repuso al instante.-Además he hablado con Jake, él también irá con Jess y sus amigos.

Amaba a mis hermanos, pero algunas veces me resultaba muy molesto lo parecidos que eran ambos en eso de asistir a eventos y fiestas. Era mi melliza y éramos tan diferentes.

-Anda, no seas aburrido, lo pasaremos bien-puso los ojos en blanco y las manos en la cintura a modo de jarra.-Anda acompáñame.

-¿Para hacer de sujeta-velas?-pregunté fingiendo molestia.-No gracias.

-¡Por favor!-pidió de nuevo. La pequeña rubia me miró y comenzó a pestañear con fuerza intentando convencerme con su mirada. A si que ya no tenía alternativa.

-Está bien-dije levantando los brazos a modo de rendición.- ¿A que hora es?

La oí chillar de una forma súper aguda antes de abrazarme de una forma pesada y agobiante, como si fuera necesario para transmitir su gratitud.

-La fiesta es a las diez, por lo que...-mi hermana se separó un poco de mí y comenzó a mirarme de arriba abajo con suspicacia.

Ya había pasado por esto antes. Ella criticaría mi forma de vestir y luego me elegiría un atuendo a su estilo para asistir a aquella fiesta indeseada.

-¿Dónde está la camisa que te compré por nuestro cumple?-preguntó mirando en el armario.

-Al fondo.

La chica la encontró, una camisa de color blanca con rayas grises y la tiró encima de la cama, junto con unos pantalones chinos de color marrón y una chaqueta americana de color gris claro.

No en entendí por que tenía que arreglarme tanto para asistir a una fiesta a la que claramente no tenía ganas de asistir. De todos modos lo hice y me arreglé el pelo con fijador.

A las diez menos diez ya la estaba esperando abajo. No tenía ni idea de donde era aquella fiesta pero supe a la perfección que cuando llegáramos ya estaría empezada y en todo su apogeo. A Aria le encantaba llegar tarde y hacerse esperar.

-Que uno de los dos no beba-ordenó mi madre, sabiendo que nos íbamos a llevar el coche. Jake ya se había marchado, alguien había llegado a por él.

-No voy a beber-le dije con toda certeza.

-Y no vengáis muy tarde, aunque mañana sea sábado...

-Estaremos aquí antes de las tres, lo prometo-dije de nuevo para tranquilizarla.

Aria bajó minutos después y nos dirigimos hacia la dirección que había en un pedazo de papel. Aquel pedazo de papel nos llevó hasta una discoteca abandonada que había en las afueras y que habían medio limpiado para organizar aquella fiesta de principio de curso. Se podía escuchar la música desde la calle, a si que aparqué en un lado de la acera y nos dejamos guiar por el ruido.

-Así debe de ser el infierno-dije en cuanto bajé unos escalones y me metí de lleno en aquella disco abandonada.

Aquello no estaba demasiado oscuro como para desaparecer y pasar desapercibido en una esquina. Había una multitud de personas bailando desperdigado por todos lados y una barra al fondo.

-Voy a la barra-le dije a mi hermana mientras caminaba hasta allí.

-Yo voy a saludar a Chad, acabo de verlo-asentí y dejé que ella se marchara sin mirarnos siquiera.

No tardé mucho en llegar a la barra. El chico que había ahí me instó para que pidiera y me levantó una ceja de manera desafiante, luego me miró por debajo de sus rubias pestañas esbozando una sonrisa que parecía querer decir algo como," me estas mirando por que soy guapo"

-Una Light-pedí mientras me apartaba uno de los sucios taburetes y me hacía un hueco allí.

El chico volvió con mi coca-cola y me la puso sin siquiera darme ni una servilleta.

-Gracias-dije en voz baja mientras llevaba el vaso hasta mis labios y le daba un pequeño sorbo. Tenía que estar sobrio para llevar a Aria a casa, así que la coca-cola sería mi aliada por aquella noche.

-Un chico sano-una mano rodeó mi hombro a la misma vez que aquellas palabras sonaban a mi lado. Giré la cabeza a mi derecha y vi al dueño de ambas.-Eso está bien.

-Scott-dije. El chico le dio un sorbo a su cerveza.

Su casi metro noventa de estatura y egocentrismo de su cuerpo me miraron con superioridad y autoridad.

-Hoy no has venido-me reclamó.

-No, hoy no me apetecía-contesté intentando inútilmente deshacerme de su mano. El chico la apretó aún más dañando mi hombro, pero no dije nada, no le iba a dar ese gusto.

-¿Por qué aceptaste entonces darme clase?-inquirió con una sonrisa.

-¿Acaso tenía elección?, tú lo preparaste todo muy bien, eres un manipulador.

El chico bajó la mano descaradamente desde el hombro hasta la cintura sin importarle que pudiera vernos alguien ya que aquello estaba lleno de gente.

-Espero que no se te haya ocurrido abrir la boca sobre lo que ocurrió el otro día-me amenazó.

-Quita tú asquerosa mano de ahí-escupí mientras me alejaba un poco para que me soltara.

El chico sonrió y se pasó la mano por la cabeza. Se despeinó el castaño cabello al hacerlo pero pareció no importarle.

-No, no se lo he dicho a nadie-mentí.-Pero deberías haber tenido los prejuicios antes de sacar tu lengua a pasear.

El chico se acercó hasta estar cerca de mi oído y luego me susurró como si intentara ligar conmigo.

-¿Vas a negar que te gustó?

-Por supuesto que sí-le dije con total claridad.-No lo hizo.

-Mentiroso.

-Piensa lo que quieras-dije antes de beber de nuevo de mi vaso y alejarme un poco hasta el otro lado de la barra. Para mi mala suerte el chico me siguió.

-¿Cuándo vuelves a darme clases?-preguntó instando al camarero para que se acercara.-Dos ron con cola-pidió.

-Ya veremos.

-¡Vamos!, te prometo que le daré provecho a tu presencia-dijo con doble sentido.

-¿Es un juego para ti?, me estoy jugando el tener que ir a recuperación, ¿dime, es un juego para ti?-dije medio alterado.

-Por supuesto que sí.

El camarero llegó con dos vasos y los dos callamos durante un momento hasta que se fue.

-Mañana te quiero en mi casa sin falta para recuperar la clase de hoy o el lunes hablaré con la profesora Twins-me amenazó de nuevo.

-Eres un cabrón-insulté con ganas de tirarle la copa que me había cedido con el dedo pulgar. En vez de eso le dí un largo trago al ron cola.

-Tu habla con alguien sobre lo del otro día y verás lo cabrón que puedo llegar a ser-dijo antes de coger su vaso y largarse de allí con chulería.



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