Me cubrí con la sabana blanca de aquella cama de hotel y me senté en el borde de la cama de espaldas al chico. Thomas estaba aún espatarrado en la cama, jadeando sonoramente y a diferencia de mí, con una sonrisa inmensa en la cara. Yo a diferencia de él estaba triste y dolorido, jamás había sentido tanto dolor como hacía unos minutos. Cada envestida de aquel individuo era con un cuchillo entrando en mis entrañas y desgarrando todo a su paso.
-Joder-dijo Thomas rompiendo el extraño silencio.-El mejor polvo de mi vida.
Me levanté de un salto y me dirigí hacia el baño a toda prisa, arrastrando con ello las sábanas tras de mí. Cerré la puerta y me dejé caer de rodillas frente al inodoro, luego sin muchos preámbulos más, vomité sonoramente sobre el fondo de este. Con cuatro o cinco arcadas más, me quedé limpio totalmente, así que tiré de la cadena, bajé la tapa y apoyé la cabeza sobre la fría tapa.
-¿Estás bien?-Thomas golpeó suavemente la puerta con lo nudillos, pero yo ni siquiera me inmuté.
-Ahora salgo-dije apenas sin voz.
Cinco minutos después me levanté del suelo y me lavé la cara y la boca en el grifo del lavabo y me miré al espejo. Estaba realmente horrible. Me acomodé el cabello y me até la sábana a la cintura. Luego salí a la habitación, era hora de que la otra parte del trato quedara también satisfecha.
Thomas se había puesto ya su ropa interior y se había acomodado en uno de los sillones frente a la puerta del baño, seguramente para verme salir sin perderse detalle. Tenía que reconocer que el chico estaba mejor sin ropa que con ella. Tenía marcados los abdominales y los músculos de los brazos y de las piernas. Una fina capa de vello negro adornaba su pecho y la entrada desde el ombligo hasta su vello púbico. El pelo era diferente y los ojos más oscuros de lo que recordaba.
-¿Todo bien?-inquirió de nuevo. Asentí y rodeé hasta el otro lado de la habitación para comenzar a vestirme. Me puse los boxer sin deshacerme todavía de la sábana que cubría mi desnudez y luego comencé a vestirme con el resto de mis prendas.
-Hubo un tiempo en que esperé que lo que ha pasado aquí, surgiera de forma voluntaria entre ambos-dijo desde su asiento.
-Es evidente que te cansaste de esperar-dije con una risa amarga desde mi garganta.
-Yo te quiero aún Jota-soltó como si aquella declaración lo arreglara todo.
-Yo ya no-zanjé.
Terminé de ponerme mi chaqueta y me la abroché con los cuatro botones que llevaba y luego me crucé de brazos en medio del salón.
-Teníamos un trato-dije.- ¿Dónde puedo encontrar a Jess?
Thomas me miró de arriba abajo y rió suavemente. Su risa me heló todos los huesos de mi cuerpo. ¿Acaso no iba a cumplir con su parte del trato?
-La he dejado esta mañana a las afueras de Redmond, creo que en la carretera que sale hacia Shoreline, la misma donde ella atropello a ese pobre muchacho-soltó justo después. Me quedé muy quieto y pasmado, no sabía de qué estaba hablando, ¿acaso la había dejado en el bosque?, ¿era en el bosque donde se escondía?
-No te entiendo, ¿puedes ser más específico?-inquirió nervioso.
-Claro-él se levantó pero no se movió del sitio, se limitó a quedarse mirándome con expectación.-Quiero decir que he dejado su coche y su cuerpo sin vida en la ladera de esa carretera.
El horror que sentí al escuchar sus palabras fue tal que retrocedí tan deprisa que me dí con el picó del colchón de la cama y caí al suelo de culo.
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The Brothers
Genç KurguTres hermanos, un nuevo destino, un nuevo comienzo. Nada más lejos de la realidad. Los hermanos Murray llegan hasta Redmond (Washington) para comenzar una nueva vida. El popular Jared, la rarita Aria y el empollón de Jared creen que podrán empezar d...