Capítulo 39-Primero una pierna, Aria, y luego la otra

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Estuve toda la noche pensando en todo aquello, por lo que me quedé dormida a las cinco de la mañana y mi madre tocó la puerta a las siete y media. Me levanté ojerosa y desgreñada, por mucho que me pasaba el peine por el pelo, la maraña rubia no se alisaba, me entraron ganas de lavarme el pelo, pero no me daría tiempo. Me lavé los dientes y bajé abajo. Salimos muy temprano hacia el instituto, pero ni siquiera llegamos a entrar a la primera clase, en cuanto dieron las ocho y media y estuvimos seguros de que mamá ya había partido hacia su trabajo, volvimos a aparcar en la entrada. Nuestros planes para aquella mañana eran otros. Yo subí a mi cuarto, mientras Jared y Jacob fingían que podaban el jardín delantero. Desde mi ventana se veían casi todas las casas del barrio. Había cogido hasta los prismáticos que utilizaba mi padre para cazar en San Francisco. El pitido de la Blackberry sonó y yo me aparté de la ventana, me sentía como una acosadora.

"Alguna novedad" , había escrito Jake.

"No, ninguna" , respondí.

Estaba empezando a impacientarme, el señor Perkins había salido a trabajar muy temprano, pese a no saber nada de su hija, no había faltado a trabajar ni una sola mañana. Sacar a la señora Perkins de la casa iba a ser harina de otro costal. Se me ocurrió un plan que seguramente me metería en problemas posteriormente. Pero de todos modos busqué el teléfono y esperé.

-Diga, ¿Aria?-preguntó Chad al otro lado, supuse que había identificado mi número en la pantalla de su móvil.

-Si, soy yo-dije.

-¿Ocurre algo?, no habéis venido a clase ninguno y ahora me llamas en horas de clase-medio me regañó.

-Perdona, no quería interrumpir tus clases, lo siento- me disculpé de inmediato al comprender.

-No, da igual, era una clase aburrida-continuó.- ¿De qué se trata?, ¿Puedo ayudarte en algo?

-Sí, de hecho sé que con todo lo que ha pasado no tengo ningún derecho, pero necesito que me hagas un favor-le dije.

-¿De qué se trata?

-Chad, si lo haces, necesito que no me hagas preguntas y va a ser algo incómodo-proseguí. Lo oí suspirar al otro lado del teléfono y estuve hasta convencida de que había colgado por el prolongado silencio, luego habló de nuevo.

-¿Qué tengo que hacer?-me preguntó a continuación.

Suspiré aliviada.

-Llama a casa de los Perkins, cítate con la señora Perkins dentro de media hora con la escusa de que has visto a Jess en algún lado, después cuando llegue improvisa o si quieres ni aparezcas por la cita, puedes dejarla plantada si quieres, pero necesito que hagas que salga de su casa.

-¿Por qué?-inquirió cuando terminé de soltar el discurso.

-Sin preguntas, ¿recuerdas?, por favor-le pedí de nuevo.

-Esta bien, pero con una condición-expuso después.

-¿Qué condición?-pegunté mordiéndome el labio y dudando un poco de que aquello hubiera sido una buena idea.

-Una nueva cita conmigo.

-Con todo lo que ha pasado con Jake, no sé si es buena idea-le dije.

-Una cita fuera de toda esta mierda-me presionó.-Si quieres que haga lo que me pides, ese es mi precio.

-Hazlo, por favor enseguida, ya hablaremos de los detalles de lo otro más tarde-dije sin siquiera pensarlo mucho más. No teníamos mucho tiempo.

-Adiós-se despidió el chico.

Esperé con los prismáticos puestos a que mi plan hiciera efecto y efectivamente a los quince minutos aquella mujer abandonó la casa con el coche a toda prisa.

"Adelante" , le envié a Jake para que entraran en la casa de los Perkins. Con los prismáticos los vi cruzar la calle y subir cuidadosamente por la escalera de la enredadera hacia lo que supuse que sería el cuarto de Jess. Una vez que la escalera giró por el recodo de la casa, los perdí de vista. Me apoyé en el quicio de la ventana y esperé a que salieran. Pasaron veinte minutos y no pasó nada. Treinta y cinco minutos después todavía estaba sin recibir ninguna noticia.

"¿Qué está ocurriendo" , para Jake.

"¿Por qué no salís de una vez?" , para Jake.

"Daos prisa" , para Jake.

Sin embargo el último mensaje lo hice con un nudo en el estómago. Al parecer Chad había seguido mi consejo y no había aparecido a la cita con la señora Perkins y aquella mujer ya había vuelto, su coche atravesaba el garaje en aquel instante.

"Ha vuelto, salid de ahí, ya" , para Jake.

Estaba preocupada, mi hermano no me había devuelto ningún mensaje y no sabía que estaría pasando. Si la madre de Jess pillaba a Jake allí dentro, mi hermano iba a tener más problemas de los que ya tenía. No pude aguantarlo más. Bajé a toda prisa hasta la calle y la crucé sin correr demasiado para no levantar sospechas. En cuanto estuve dentro del jardín de la casa azul, miré a ambos lados y al ver que no había nadie que pudiera verme, me dirigí a la parte de atrás, hacia el pié de la escalera cubierta de enredaderas. La ventana estaba abierta, así que supuse que los chicos habían entrado por ahí. Suspiré profundamente y me armé de valor debido al miedo que le tenía a las alturas y luego me obligué a subir por allí, primero un pie y luego otro.

Llegué y me agarré al borde de la ventana como si se me fuera la vida en ello. No había mirado abajo en todo el proceso. La habitación tenía la puerta abierta, era una habitación pequeña y de color naranja claro, estaba bien recogida y ordenada. De mis hermanos no había ni rastro. Me aventuré en ella y me asomé al pasillo. Se escuchó un ruido abajo y entonces unos pasos me hicieron retroceder y esconderme tras la puerta.

-Está aquí joder, ¿Por qué Aria no nos ha avisado?-se quejó Jared.

-Si que lo he hecho-salté de detrás de la puerta y ellos dieron un respingo asustados.

-Joder Aria, que susto-se quejó Jared.

-Tiene razón, tengo el móvil apagado, debo de haberme quedado sin batería-anunció Jake.

-Eso ahora no importa, tenemos que salir-apremié.

-Sí, venga, tú primero-me instó Jake. Le hice caso y bajé de nuevo aferrándome a las matas con tanta insistencia que me dolieron las manos al llegar abajo. Los chicos me siguieron y descendieron más rápidos que yo.

-¿Habéis descubierto algo?-pregunté de inmediato.

-No, no hemos visto nada-me dijo Jake de mal humor.-Ni diarios, ni papeles, ni tarjetas, su ordenador pide contraseña y su móvil no está.

-¿Estás herida Aria?-me dijo en aquel instante Jared, señalando mi hombro derecho.

-No, estoy bien, ¿Por qué?-no me había echo daño nada más que en las manos, no sabía a que venía todo aquello.

-Sí, es cierto-añadió Jake dándole la razón.-Tienes sangre en el hombro.

Me pasé los dedos por el hombro y cuando me miré me dio una arcada. No por la sangre, si no por que estaba segura de que no era mía.

-No, no es mía-dije a ciencia cierta.-Además no está nada líquida, es más espesa, como si fuera pintura-Jake me pasó los dedos por sudadera y me dio la vuelta, donde al parecer tenía más.

-Dios mío, es sangre reseca-dijo.-Y en la enredadera hay más.



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