El lunes llegó muy rápido. Casi sentía que acababa de dejar caer la cabeza en la almohada cuando mamá tocó la puerta. Por suerte nos dio la opción a Aria y a mí de quedarnos un día más a descansar. Al pobre de Jared le tocaba lidiar con un duro día de instituto. Volví a acomodar la cabeza en la almohada y me volví a quedar durmiendo en apenas segundos. Poco más tarde, cuando ya el sol parecía hacer frente a las espesas nubes del otoño en Washington, volví a abrir lo ojos. Tuve que ponerme aquella estúpida lona de plástico sobre la escayola para poder darme una ducha. Luego Aria me ayudó a secarme el pelo y a terminar de vestirme.
-¿Te aprietan?-me preguntó trazando un perfecto lazó a los cordones de mis zapatos.
-No, así esta bien, gracias-le dije.
Después los dos bajamos a desayunar. Mamá estaba en la mesa ya preparando el desayuno para nosotros dos. Supuse que ella ya había desayunado con Jared más temprano.
-¿Hoy no trabajas?-pregunté mientras me sentaba.
-No, hoy no-dijo mientras me servia un vaso de zumo sin quitarle la vista de encima a Aria.
Se sentó frente a nosotros en la mesa y nos observó desayunar muy atentamente, con aquello me puso muy nervioso.
-Cielo-dijo por fin tocando una mano a Aria, mi hermana la miró expectante.-No ha cambiado nada. Yo sigo siendo tu madre.
-Lo se-Aria le dedicó una sonrisa amarga.-No eres tú quien me ha decepcionado.
-Cariño, yo doy gracias a Dios todos lo días por que papá hiciera aquello, al principio me enfadé, no te lo niego, me puse furiosa con él, pero en cuanto te vi a ti, a mi preciosa hija. De aquello naciste tú, preciosa, y eso me compensa lo suficiente. Quiero a mi familia y no quiero que esto la rompa.
-¿Y la mentira?-dijo ella.-No se si voy a ser capaz de perdonarle.
-Claro que sí-contradijo mi madre.-Es tu padre cielo, y esta tu familia, eso no ha cambiado. Solo tienes que decidir si quieres conocer a tú...madre.
-Esa señora no es nada mío-repuso Aria como enfadada.-No la llames así por favor.
-Como quieras cielo, ¿todo bien entonces?-dijo mientras se levantaba decidida a recoger la mesa.
-Más o menos-le contestó mi hermana con una nueva sonrisa amarga.
Aria y yo nos pusimos los chaquetones y nos dirigimos hacia el supermercado. Como mamá nos había dado el día libre nos lo había echo pagar haciéndole los recados. Fuimos al supermercado y después teníamos que ir a la comisaría para hablar con Ethan. Bueno, más bien yo tenía que ir para corroborar mi declaración sobre lo ocurrido el día anterior. Aria me dejó en la puerta de la comisaría y se marchó hacia la tintorería para recoger unos abrigos, con la promesa de recogerme más tarde allí mismo. Ahora y gracias a los cabrones de Max y compañía, tenía que llevar guardaespaldas a todos lados, si contar con que no podía conducir debido al estado de mi brazo.
-Bien, ¿esta todo?-preguntó mientra me acercaba una hoja de papel escrita a máquina y me instaba a que la leyera. Leí con cuidado todo lo que yo mismo le había relatado el día anterior en el hospital, también el relato de Zoey y la única frase negadora que había recitado Scott. "Será cabrón", pensé.
-Eh, esto, Ethan, ¿Qué te traes con mi hermano?-le pregunté aprovechando que su compañero nos había dejado un momento para coger el teléfono, ya que la recepcionista había salido a desayunar.
-¿Eso está en el informe que te acabo de pasar?-me preguntó como si le hubiera molestado mi pregunta.
-Está en mi mente de sobre protector hermano mayor-declaré del mismo modo.- A si que, ¿me lo cuentas por las buenas o tengo que esperar a que te quites el uniforme para repetirte la pregunta?
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The Brothers
Teen FictionTres hermanos, un nuevo destino, un nuevo comienzo. Nada más lejos de la realidad. Los hermanos Murray llegan hasta Redmond (Washington) para comenzar una nueva vida. El popular Jared, la rarita Aria y el empollón de Jared creen que podrán empezar d...