Aproveché que mis padres se habían vuelto a sentar en las sillas frente al escritorio de Ethan, nuevamente abatidos, para salir pitando de allí a toda prisa hacia la fría noche del centro de Redmond. Vi la puerta del coche patrulla cerrarse en aquel instante y sin pensarlo dos veces, me lancé hacia allí y me metí en el asiento trasero.
-¿Qué coño haces?-me gritó Ethan. La otra mujer, la tal Kristen me miró perpleja sin saber que decir.
-Voy con vosotros, mis hermanos están ahí y en peligro, no voy a quedarme aquí.
-Por supuesto que sí-contradijo el poli.-Baja ahora mismo del coche- sonó un clic y la parte trasera del auto se abrió automáticamente. Yo cogí la puerta y la volvía a cerrar.
-No-zanjé.-Oye puedes perder el tiempo en convencerme y obligarme a salir de aquí, cosa que no va a suceder, o puedes poner el coche en marcha e intentar rescatar a mis hermanos sanos y salvos de ese psicópata.
-Estoy más que arto de vosotros-refunfuñó Ethan, pero después cedió y puso el coche en marcha.
Me acomodé en el asiento mientra mi mente repasaba una y otra vez el mensaje de Aria en el cristal del baño y mis ojos veían como nos alejábamos de Willmind Hall a toda velocidad. Ethan puso la sirena, cosa que nos hizo avanzar entre los coches más fácilmente, luego recordé el mensaje de nuevo.
-Nada de Ruidos-le recordé a Ethan.
El chico me echó una fría mirada a través del espejo retrovisor y la desvié para que no me taladrara con ella, luego pulsó una palanca y la sirena dejó de sonar.
-Señor, ¿Qué haremos cuando lleguemos?-preguntó la chica a Ethan como si no tuvieran casi la misma edad. Creo incluso que ella podría ser mayor que el poli.
-Entraremos con cuidado y..., en silencio-dijo volviendo a mirarme por el retrovisor.-Esperemos que no sea tarde y que podamos sacar a los chicos sanos y salvos.
Diez minutos después entramos casi insonoramente en el aparcamiento del instituto. Pude ver dos coches perfectamente aparcados, supuse que uno era de Thomas, el otro, ¿El oro no era de Scott?, ¿Qué hacía Scott aquí?, como casi siempre, Ethan aparcó el coche en medio de aparcamiento y apagó el motor.
-Vamos-le ordenó Ethan a la chica.-Espera aquí-me dijo a mí.
-¿Qué?, no-dije mientras tiraba de la palanca inútilmente, aquella puerta solo se abría por fuera y con aquella palanca que quedaba en la parte delantera del coche y a la cual yo no podía acceder debido que me separaba de la parte delantera la malla de seguridad de hierro.
-Debiste salir cuando te lo propuse, no pienso permitir que ninguno más de vosotros se ponga en peligro, te quedas ahí-me gruñó de malas maneras el estúpido poli.
-No, eh, no, joder-grité en cuanto los policías se marcharon rápidamente hacia la puerta de entrada. Le dí una patada a la puerta con el único resultado que un dolor en mi tobillo derecho. Luego comencé a golpear desquiciadamente la reja que me separaba de la parte delantera con el mismo resultado.
-Tranquilízate y piensa-me dije a mi mismo, mientras me desplomaba sobre el asiento. Miré a mí alrededor y observé el silencio y la oscuridad que reinaban allí. Daba realmente mucho miedo. Vale. Por la parte delantera no podía salir, la puerta estaba atascada y los cristales supuse que serían brindados, por lo que estaba atrapado. Golpeé el asiento tras de mí con las espalada a modo de rabieta de niño pequeño, mientras cruzaba los brazos y entonces con aquello, el sillón crujió un poco.
-Un momento-dije de nuevo en voz alta para mí. Me giré en el asiento y comencé a tirar del asiento que había crujido fuertemente. Esté volvió a crujir y desgarré la piel del asiento, haciendo que se viera la pesada goma espuma del mismo. Luego comencé a desgarrar la goma espuma con los dedos hasta que se conseguí hacer un pequeño agujero. Seguí rápidamente hincando mis uñas en la dura esponja hasta que cinco minutos después conseguí despejar toda la esponjilla del hierro del asiento. Luego quedó un pequeño túnel de hierro forjado con la forma del asiento y al otro lado el maletero. Sin pensarlo dos veces metí la parte delantera del cuerpo y adentré hacia el otro lado, el hierro cortó mi piel cuando mi abultado torso quedó un momento atascado en medio, me impulsé fuertemente y con un grito de dolor traspasé aquel túnel de hierro. Luego apreté la palanca interior del maletero y suspiré cuando esta se abrió y me hizo libre.
-Ah-solté cuando ya en el aparcamiento me levanté la dañada camiseta y me toqué el profundo corte que me había echo el acero del asiento. Me quité la camiseta y me hice un nudo alrededor del torso para que dejara de sangrar un poco. Luego me abrí la puerta trasera del coche por fuera y cogí mi chaqueta del asiento de atrás y me la puse. Mientras me subía la cremallera me encaminé hacia la puerta de la entrada del instituto. Aquello me dio un poco de miedo, estaba tan oscuro como la boca de un lobo y parecía un lugar siniestro de esos que aparecen en las pelis de miedo. Sin hacer mucho ruido y con paso lento me dirigí hacia el pasillo principal, el que llevaba al gimnasio. Caminé varios minutos hasta que por fin vi las puertas del gimnasio, estaban abiertas. Luego desde lo lejos vi una sombra que salía de allí a toda prisa con un arma en la mano, me pareció que era Thomas, pero desde aquella distancia no estaba totalmente seguro. Me acurruqué en el descansillo de la puerta de una clase y me pegué a la pared para que no me viera. Si era Thomas el que llevaba la pistola no iba a vacilar en dispararme. Y si era Ethan y después de lo que le había echo a la parte trasera de su coche, tampoco estaba totalmente seguro de que fuera a salir con vida de sus manos. Se escuchó un disparo y yo me apretujé un poco más a la pared, luego le oí hablar.
-Hijos de puta, os voy a matar a todos, cabrones-gritó Thomas, me asomé al pasillo con cuidado y lo vi torcer hacia la derecha en el primer pasillo secundario que salía de aquel.-No puedes hacerme esto Jared Murray, no lo voy a permitir, tú eres mío, cabronazo, mío, mío, mío.
Su voz se fue distorsionando conforme se iba alejado de allí, luego con paso ceremonioso, salí de mi escondite ya con la seguridad de que Thomas llevaba un arma y con mucha más cautela. Me fui acercando a la luz fluorescente del gimnasio con el corazón en un puño por lo que Thomas podría haber dejado allí y lo que yo pudiera encontrarme. Nada. En cuanto me adentré en la estancia me percaté de que ahí no había nada ni nadie. Me acerqué hasta una mesa que había en el centro con una tele encima por curiosidad y encendí el televisor por puro instinto, luego cuando vi una imagen de Aria, levantándose desnuda de una cama que me era desconocida mientras se tapaba con una sábana, bajé la mirada y volví a apagar la tele.
-¿Qué coño es esto?-pregunté a la nada. Salí del gimnasio a toda prisa ya que allí ya no había nada que ver y me adentré nuevamente en el pasillo. Corrí hasta el pasillo secundario por el que había desaparecido Thomas, pero ya no vi nada. El chico debía de haber torcido en la siguiente bifurcación. Corrí un poco más adelante y me metí por el siguiente pasillo hacia la izquierda esta vez. Supuse y supuse bien, de que Thomas debía de estar persiguiendo a los chicos y por aquél lugar solo se podía llegar a la biblioteca, a no ser que se hubieran metido en alguna clase. Corrí por aquel pasillo que también llegaba al mismo sitió y lo hice con cuidado, esperando encontrarme con los chicos antes que con Thomas. En cuanto llegué a la terminación del pasillo giré y tropecé con alguien.
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The Brothers
Novela JuvenilTres hermanos, un nuevo destino, un nuevo comienzo. Nada más lejos de la realidad. Los hermanos Murray llegan hasta Redmond (Washington) para comenzar una nueva vida. El popular Jared, la rarita Aria y el empollón de Jared creen que podrán empezar d...