Me había levantado temprano, había salido a correr por el barrio como cada fin de semana y también aquel día me había parado frente a la casa de Jess. Había subido a ducharme, me había puesto ropa deportiva y luego había desayunado solo en la cocina. Todos los demás todavía dormían. A las nueve de la mañana mi madre apareció en la cocina ya arreglada y con el atuendo de limpiar.
-Mamá tengo que salir un rato, pero te prometo que después te ayudo con las labores-le dije nada más la vi de aquella guisa.
-¿Y se pude saber a donde vas?-me preguntó mohína.
-Tengo que hacer unas compras, no tardo nada-dije para que no me pusiera muchos impedimentos.
Salí a la calle y me subí en el coche y me dirigí al centro comercial más cercano. Aparqué en una de sus innumerables plazas y me metí dentro dispuesto a buscar una librería. Yo no era mucho de leer, eso era más de Jared, pero nos habían puesto como trabajo final de trimestre de literatura un resumen de diez páginas del libro de "Hamlet" y nosotros no lo teníamos en casa, por lo que no tenía más remedio que comprarlo. Entré en aquel desconocido lugar lleno de libros a lo que llaman librería y me puse a buscar en la sección "Clásicos Antiguos". Encontré una edición del dos mil cinco y me la llevé conmigo, ya estaba en la caja cuando la vi. La nueva Zoey estaba pagando un libro en aquella misma caja.
-Eh, ¿qué haces aquí?-me dijo cuando me vio. Me acerqué a la caja con una sonrisa y la saludé con la cabeza.
-Ya ves, al parecer lo mismo que tú-dije enseñándole el libro. Se lo di a la dependienta junto con el dinero para que me lo cobrara y luego los dos nos marchamos juntos de allí.
-¿Así que Sheaskpeare eh?-preguntó con timidez, estaba claro que se sentía cortada al estar allí frente a mí. Me había pasado con muchas chicas, pero aquello era demasiado, parecía realmente avergonzada. Y me gustaba, y no sabía por que.
-Eh sí, para literatura.
La chica soltó una risita nerviosa y se atusó el recién estrenado peinado y yo ya no pude más. Aquello fue superior a mí, como si algo de ella me soltara descargas. La cogí de una mano y la llevé hasta uno de los descansillos que había apartados para entrar al baño. Vi en los ojos de la chica las ganas de protestar por aquel tirón, pero su boca me atraía y entonces la aplasté contra los azulejos de aquel sitió y comencé a besarla con fuerza. Sabía que aquel no era un buen modo de comenzar, pero mi insistencia y mi ferocidad fue para que la chica no pudiera escapar de mi lengua ávida de su boca. La chica siguió el ritmo de mi boca y no puso objeción en que yo hiciera aquello. Desde la noche en que estuve en la discoteca con Jess, aquella fatídica noche del accidente, no había vuelto a probar a ninguna mujer, y aquella noche por culpa de la poli me había quedado con las ganas y una buena erección. Quizás por eso me había sentido atraído por aquella chica tan fácilmente que en otras circunstancias habría pasado desapercibida para mí.
Bajé la intensidad del beso y luego poco a poco fui apartándome de ella hasta que quedé avergonzado ante Zoey por mi comportamiento.
-Lo siento, no sé que me ha pasado-me disculpé de inmediato mientras me pasaba la mano por los labios para quitarme el exceso de carmín.
-No pares-me dijo. Luego fue ella quien tiró de mi mano hacia el interior del aseo de las chicas. Por suerte era temprano y no había más que una chica un poco más joven que nosotros que nos miró con picardía mientras se lavaba las manos para luego marcharse riendo.
Zoey me empujó dentro de un baño y puso el pestillo. Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba sentado encima de la tapa del inodoro y ella sentada a horcajadas sobre mí. Comenzó a besarme el cuello y yo a tocarla por los muslos y las caderas. La chica llevaba una falda por las rodillas que se había subido para sentarse sobre mí. Así que no tuve que buscar mucho para encontrar el algodón de sus bragas. Zoey tiró de mi chaqueta y me la sacó, luego me hizo levantar los brazos para sacarme la camiseta por la cabeza.
-Uf-suspiró al ver mi pecho desnudo.-Que buenos estas.
Yo sonreí y ella se puso a acariciar cada rincón de mi pechó con su lengua. Estaba tan excitado ya, que menos mal que los pantalones que llevaba eran de deporte y no vaqueros, por que de ser así, estaba seguro que la cremallera habría saltado por lo aires. Sin pedir permiso metí mis manos por debajo de la blusa de la chica y de su ropa interior y le acaricié los pechos suavemente. Ella dio un saltito y luego bajó su mano y me tocó la erección, mientras sus labios volvían a perderse entre mi boca. Le levanté los brazos y le saqué la blusa, dejando sus pechos al descubierto, ya que el sujetador se lo había subido cuando había metido mis manos, dejándolo a la altura del cuello. Eran perfectos, no eran los primeros que veía, pero aquellos parecían encajar perfectamente en la palma de mi mano. Agaché la boca y comencé a acariciarlos con mi lengua.
-No tengo condones-le dije a la chica.
-Yo llevo uno en el bolso-dijo ella. Se levantó de mis piernas, dejándome a mí jadeando ante ella. Zoey sacó el paquetito plateado y lo zarandeó ante mí con picardía y esa sonrisita que me había excitado frente a la librería. Me bajé los pantalones y los calzoncillos y ella me miró con deseo. Me lanzó el paquete y me lo puse. Luego Zoey se sentó de nuevo encima de mía a horcajadas.
-Tengo que decirte algo-me confesó mientras se perdían sus labios entre mi oreja.-Soy virgen.
Bueno aquello tampoco era una novedad. Zoey no iba a ser tampoco la primera a la que desvirgara.
-Tranquila, no tengas miedo, lo haré suave para que no te duela mucho-le dije colocando mi pene en la entrada de su vagina. Luego me impulsé hacia dentro con las caderas y comenzó la pasión.
Mientras me lavaba las manos aún en el servicio de las chicas vi a Zoey por el espejo roja de vergüenza, mientras ella se recolocaba la falda. Me di la vuelta y la besé en la cara esta vez.
-Siento si no he estado a la altura-me dijo.
-Ha estado muy bien-le dije mientras me ponía bien la chaqueta y me abrochaba la cremallera.
Luego salimos de nuevo al descansillo del centro comercial y entonces me quedé de una piedra. La chica que nos había visto entrar ahí, estaba parada junto a Max y tres chicos más que conocían del instituto pero de los que no sabía sus nombres. Al fondo del pasillo vi a Scott parado junto a Michelle que miraban hacia nosotros.
-Vaya, Vaya, el asesino y la rarita-insultó Max.
-Me importa una mierda lo que pienses Max, déjame pasar, no quiero problemas-cogí a la chica de la mano e intenté pasar por allí para salir hacia el centro comercial, pero el chico me dio un empujón y con ello yo empujé a Zoey.
-¿Estás bien?-le pregunté. Ella asintió y entonces la dejé apartada para hacerle frente a Max.-¿Cuál es tu problema tío?
-Tú eres mi problema maldito asesino-con aquellas palabras me atizó un golpe en la barriga que hizo que me doblara. Me paré aún sin fuerzas y le devolví en golpe. Él calló hacia atrás tocándose el labio. Entonces sus amigos intervinieron y todo fueron golpes y patadas por doquier, no podía defenderme, cuando conseguía atizar a uno, otro de ellos me golpeaba por otro lado. Recibiendo golpes y ante los gritos de desesperación de Zoey y sus lágrimas, caí al suelo intentando protegerme la cabeza.
-Dejadle ya, le vais a matar-intervino Scott. Poco después los golpes cesaron. Sentí los brazos de Zoey rodearme antes de perder la consciencia.
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The Brothers
Teen FictionTres hermanos, un nuevo destino, un nuevo comienzo. Nada más lejos de la realidad. Los hermanos Murray llegan hasta Redmond (Washington) para comenzar una nueva vida. El popular Jared, la rarita Aria y el empollón de Jared creen que podrán empezar d...