Capítulo 4-Cuidado Aria, que te han pillado

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Me apoyé en el capó del coche y crucé los brazos mientras esperaba que llegaran las dos joyas de mi familia, lo de joyas es sarcástico. Levanté la cabeza para que me diera un poco de aquel escaso sol y me dispuse a esperar.

-Te he cedido mi asiento y ni siquiera me has dado las gracias-la voz de aquel desconocido me hizo bajar la cabeza y mirar hacia mi izquierda.

El chico del jardín estaba de nuevo allí parado. Llevaba puesto una especie de uniforme de baloncesto con el logo del instituto grabado en letras doradas sobre un fondo rojo, bueno era como más bien granate. Tenía el castaño pelo mojado por el sudor y gran parte de la ropa también.

-Gracias-le dije volviendo a mirar hacia arriba.

Sentí la adrenalina correr por mis venas junto con la mirada del chico.

-Eres muy rarita, ¿sabes?-inquirió aquel chico.

Suspiré y volví a mirarle con una sonrisa maléfica en la cara.

-Supongo que esto es muy diferente a San Diego.

-Ya ves -respondí cortante mientras me encogía de hombros.

Escuché como aquel chico se acercaba un poco más al coche y entonces me paré suplicando por que alguno de mis hermanos apareciera por fin.

-Creo que hemos empezado al revés, primero tendríamos que habernos presentado antes de espiarnos por la ventana, ¿no crees?

Aquel comentario me hizo sonreír un poco, al parecer no estaba tan molesto por aquello como yo suponía.

-Chad Lucas-el chico tendió su mano y yo tuve que enderezarme para poder estrechársela.

-Aria...

-...Murray, si, lo se-terminó el chico mi frase.

Los ojos y la presencia de Chad me intimidaban más a cada instante.

-Bueno, por lo menos te he hecho sonreír-se concedió el chico.

Tenía los ojos azules, pude verlo en cuanto se apoyó a mi lado en el coche y cruzó los brazos bajo el pecho. No me quitaba los ojos de encima ni yo se los quitaba a él. Era realmente guapo.

-Siento lo de ayer, no era mi intención espiarte por la ventana-me excusé.-No quiero que pienses que soy una acosadora.

-No lo pienso.

El chico sonrió mostrando una perfecta hilera de dientes blanco y a mí me dio un vuelco la cabeza. ¿Estaría ligando conmigo?

-A si que no te van las Ciencias, ¿he?

Sonreír de nuevo tanto que temí que se me desgarrara la comisura de la boca.

-No, las ciencias son más para Jota.

El chico se incorporó y estiró el cuello, luego se miró de arriba abajo y se pasó la mano por el pelo haciendo una mueca incómoda.

-Tendrás que perdonar mis fachas, Aria la rarita, te aseguro que no siempre voy así.

-Eres del equipo, por lo que veo-señalé el uniforme.

-Soy el capitán, el antiguo se ha matriculado y yo he subido.

Mostré mis dientes y palmeé el coche.

-Enhorabuena.

-Es solo un pasatiempo, una idiotez.

Cambié de postura y dejé que el peso de mi cuerpo cayera sobre la otra pierna.

-¿Tu haces deporte?

-Salgo a correr con mi hermano..., he, algunas veces.

Enarqué las cejas y el chico volvió a reír.

-Se nota, tiene buenas piernas.

El chico puso las manos tras la espalda y miró hacia el suelo con una timidez más que fingida.

-A si que te has fijado en mis piernas, ¿he?-inquirí haciéndome la interesante.

-No solo en tus piernas-el chico sonrió tímidamente y yo ladeé la cabeza para ver como ya, por fin, se acercaba uno de mis hermanos hacia allí.-No eres la única que puede mirar.

Lo miré fijamente, de pronto sentí el impulso de tirarme hacia sus fuertes brazos y dejar que me besara, o besarle yo.

-Me parece que a partir de ahora voy a podar más el césped del jardín-dijo el chico antes de mirar como mi hermano se introducía entre los dos para abrir la puerta trasera del coche.

Jota nos miró como si no perteneciéramos a la misma especie y pese a que me echó una mirada iracunda no dijo ni una sola palabra hasta que volvió a cerrar la puerta del coche.

-Si, deberías, se te da muy bien-contesté yo a Chad mientras tanto.

Luego los dos guardamos un poco de silencio.

-Gracias por lo de antes-intervino Jota refiriéndose al chico. Al parecer se conocían de algo, de algo que yo no sabía, pero que lo sabría con total certeza.

-Scott es un idiota engreído, pero no es mal chico- respondió Chad dando unos pasos hacia atrás.-Intenta no juzgarle demasiado pronto.

-¿Qué me he perdido?-pregunté.

-Luego te cuento-me respondió.

-Bueno, una conversación interesante, pero tengo que volver-dijo Chad despidiéndose con la mano.

Luego el chico echó a correr hacia el gimnasio y yo me quedé mirando el perfecto culo que tenía aquel adonis.

-Tenias razón-dijo mi hermano apoyando su cabeza contra mi hombro.- Está cañón.



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