Ya era viernes, por fin.
Me decidí ponerme un vestido estrecho que se me pegaba al cuerpo hasta las rodillas y la verdad no me quedaba nada mal.
Me coloqué mis adidas superstar, mi chupa de cuero y mi bolso negro.
Había quedado con Ángela en mi casa.
Se encabezonó en que me maquillaría y peinaría ella.
Hacía mucha calor en mi casa, así que decidí esperarla fuera.
No llevaba ni un minuto fuera, cuando salió mi vecino de su casa con una de sus novias.
Se quedaron en su puerta que está en la cera de enfrente de la mía.
Él se me quedó mirando.
Esta vez de arriba a abajo.
Me puse roja.
Mi vestido marcaba perfectamente mi delantera, mi abdomen y mi trasero.
No tenía mucho escote, no me gustaba ponerme escote.
Llevaba un moño mal hecho con dos mechones sueltos.
Seguía mirándome.
Su acompañante se le quedó mirando, en plan ¿hola?, estoy aquí.
Fastídiate, pensé.
Él seguía mirándome.
Yo me puse más roja de lo que estaba.
Ya reaccionó cuando su novia o quien fuera le dio una palmada en la cara.
Se despidieron y ella le plantó un buen beso, antes de irse me miró con una sonrisilla.
¿De qué te ríes?Como si me hubiera puesto celosa, pensé.
Él me miró por última vez y entró a su casa.
***—¡Tía un día te va a comer con la mirada!—gritó Ángela mientras le contaba la escenita que se había montado mientras la esperaba.
Faltaban aún dos horas para la fiesta, las horas que tardaba en plancharme mi pelo rizado.
***Mi pelo quedo súper liso pero no duraría mucho, me llegaba hasta el culo, lo tenía larguísimo.
Así que me hizo una coleta con dos mechones sueltos.
Me maquilló lo justo.
—Que guapa, mi niña.Vale, ahora vístete.¿Qué quieres que también te vista yo?—me dijo con una sonrisa.
—Pero si ya voy vestida—le contesté.
—¿Como vas a ir así?Tienes que ir guapa para Álvaro.Esa fiesta es elegante, menos mal que te conozco y me he traído algo para dejarte—me dijo.
—No quiero gustarle a Álvaro, a mí me gusta como voy.¡Qué ya no me gusta Álvaro!—le dije enfadada.
—Si, si...—Me asintió como a los tontos.
Al final me convenció.
Me puse un mono rojo de encaje precioso que me compré el año pasado, me estaba un poco pequeño.Tenía mucho escote para mi gusto y se ceñía mucho a mis caderas.
Me dejó unos tacones suyos negros y una americana a conjunto.
Me acompañó a casa de Álvaro y me dio un beso.
—Estás pivon, esta noche te ligas a Álvaro...Que, que, diga, ligas–le miré mal y no me dejó rechistar ya se estaba yendo.
Después de esperar a Álvaro media hora en su casa, media hora que estuve hablando con su padre.
Era muy majo ese hombre.
Cuando me vio, silbó y dijo vaya acompañante que se ha buscado mi hijo.
Me encantaba ese hombre, siempre me hacía reír, mis amigas y yo siempre hemos dicho que queremos un marido como él.
Álvaro me recuerda mucho a él, esa sonrisa con hoyuelos y eso ojos verdosos, también era muy gracioso, siempre estaba haciendo el payaso y nunca se avergonzaba.Cuando salió Álvaro, se me quedó mirando y me sonrió.
Le devolví tímidamente la sonrisa.
Iba perfecto, como siempre.
Con una camisa blanca, unos pantalones de vestir a juego azules oscuros y unos zapatos marrones.
Su tupé rubio bien peinado, que sé que la media hora que le he estaba esperando era porque estaba haciéndose ese tupé.
Nos despedimos de su padre.
En el ascensor se me acercó a la oreja, noté su aliento en mi cuello y noté los cuellos de mi nuca erizarse.
Me dijo al oído que estaba preciosa pero que él era la más diva.
Y yo me reí.
Tú si que estás precioso, pensé.