39ºCapítulo

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—¡Levanta, hemos quedado para ir a ver la mascleta!

Laura estaba encima mía, gritándome.

—Déjala estará cansada de tanto morreo que dio ayer—dijo María.

Me dolía muchísimo la cabeza.

—¡Callaros me duele la cabeza!—grité.

—Bueno, te esperamos abajo.

Después de media hora, decidí levantarme de la cama como pude.

Entré al baño aún media dormida.

—Pillina.

Estaba Irene sentada en el bater con una revista.

—Calla Irene y mea rápido, bueno voy al de abajo.

—¡No!—me grita, se levanta, se limpia y se sube las bragas.—Álvaro esta abajo, así no bajes.

Me miré en el espejo, iba con mi pijama de Mickey Mouse.

—¿Se puede saber que hace abajo?

No me atrevía a bajar.

Me coloqué mis vaqueros, una camiseta y bajé sin pensármelo.

Le di los buenos días a todos sin mirarlos.

¡Qué casualidad me tocó ir en su coche de dos plazas!

Cuando llegamos, caminabamos por el centro de Valencia, dirección a donde habíamos quedado con todos.

—¿Se te ha pasado la resaca?—me preguntó rompiendo el incómodo silencio.

—Sí, sí, Álvaro...¿recuerdas algo de lo qué pasó ayer?—le pregunté.

—Esa pregunta te la tendría que hacer yo, tú bebiste sin parar toda la noche, yo en cambio un cubata.

—Tienes razón, pero ¿por qué lo hiciste?

—Créeme puedo ser egoísta pero ningún chico no aprovecharía una oportunidad como esa.

—Pensaba que tú sí.

—Eres muy guapa, graciosa y muy buena chica, ¿quién no querría besarte?Sabes, Esme siempre me gustaste desde un principio, cuando me enviaste el mensaje, y te rechacé era porque veía un gran fallo en ti, eras insegura, siempre has pensado que yo nunca me fijaría en ti, cuando ya lo hice antes que tú en mí.Pero mírate ahora, no hay chica más segura de sí misma que tú.

No sé el porque pero lo besé, un impulso.

Él quedo tan sorprendido como yo.

—Lo siento, es que tienes tanta razón.No quiero confundir más esto, Álvaro yo nunca te gustaré tanto como te han gustado las novias que has tenido, además ambos tenemos a otras personas en la cabeza y seguro que en los besos de ayer no sentiste nada, porque yo no lo hice.Gracias de verdad por ser tan sincero.Aunque es imposible que te fijaras tú antes en mí porque yo lo hice en fotos antes de conocerte.

Ambos reímos.


Mario.

Nunca he soportado las mascletas, donde se acumulan grandes masas de gente y no puedo ni mover ni un dedo.

Me recuerda a aquel día, por el gran número de gente.

Pero donde haya fiesta, allí estoy yo.

Ojalá estuvieran mis amigos conmigo.

Ellos no apoyaban mi relación con Amanda, y bueno ciertamente no era la mejor novia del mundo pero siempre estaba conmigo a pesar de todo, ella me ayudó mucho en mis peores momentos.

Estaba como siempre que estoy con Amanda y sus amigos bebiendo y fumando en mitad de la mascleta.

Allí vi a la prima de Alba, Esmeralda, se llama.

La verdad físicamente era de las pocas chicas que me llamaban tanto la atención, era mi prototipo de los pies a la cabeza pero personalmente lo poco que la conocía, una inmadura y estrecha.

Sus padres y los míos son amigos del pueblo y de vez en cuando hemos cenado juntos.

A su padre lo considero un amigo, siempre ha estado ayudándome a mí a mis padres desde aquel día.

Estaba con un chico que parecía el ken personificado.

Sabía que tenía novio pero no sabía si era él, pero cuando lo besó lo afirmé.

Seguro que sus padres no sabían ni que estaba allí.

Me dieron ganas de ir y preguntarle si su padre sabía que estaba allí y lo que estaba haciendo.

Pero, ¿en qué estaba pensando?
A mí que me importaba esa niñata.

—¿Qué miras?—me preguntó Amanda con una cerveza en la mano.

—Ah nada—le respondí sin desviar mi mirada de la prima de Alba y el rubio.

—Me suena esa chica, —me dijo mirando a Esmeralda.—Ah, es la niña esa amiga de Joan, que suerte tiene, siempre rodeada de tíos buenos.Va, vamos para allá, José esta hablando con su camello y Manuel ha robado una cartera con la cual pagaremos todo.

Le hice caso, como siempre.

El mundo de color EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora