21ºCapítulo

7 0 0
                                    

No podía dormir, solo pensaba y lloraba.

No sabía que hacer, ni lo que sentía por Pablo ni por Álvaro.

Solo sabía que Pablo me quería y Álvaro no.

Echaba de menos a Pablo y cuando estaba con él no pensaba en Álvaro.

Ese chico me encantaba, sus ojos, su sonrisa, su pelo color carbón, sus tonterías, cuando se ponía chulito y cuando era todo lo contrario.

Eran sobre las tres de la madrugada había conseguido dormir pero escuché golpes en la ventana del balcón de mi habitación.

Decidí asomarme y allí estaba Pablo.

En lo bajo de mi balcón, tan guapo como siempre.

—¿Qué haces?—le pregunté en susurros sorprendida.

Me miraba con la cabeza hacia arriba, sus azules deslumbraban en la oscura calle.

—Queda conmigo—me dijo directamente.

—Vale—le contesté sin pensármelo ni un minuto.
—¿Enserio?No pensé que fuera tan fácil—me dijo con esa sonrisa que tanto había echado de menos.

—¿Cómo no quedar contigo después de hacer esta escenita de película?Hubiera bastado con un mensaje.Como te pillen...—los dos reímos.—Pablo, te echado de menos y solo he estado cuatro días sin ti, poco a poco sé lo que voy sintiendo por ti, pero no sé lo que somos...lo que tenemos...Sé lo que te pasa, sabes lo que sientes por mí pero finges que no sientes nada, para intentar no sufrir y estas sufriendo más–le dije después de un largo minuto de silencio con tristeza desde lo alto del balcón de mi habitación.

—Esme te he dicho esta tarde que haré lo que sea y aquí estoy haciendo de Romeo y tú ahí haciendo de mi Julieta—me encanto ese comentario.—Lo único que he hecho estos días es pensar en ti, Esme.No pensaba que me gustabas tanto hasta que desapareciste por dos semanas de mi vida, solamente dos interminables semanas.Sé lo que siento por ti y poco a poco te lo haré saber.Me encanta estar contigo, me encanta que seamos especiales, que a lo nuestro no le pongamos etiqueta, que solo los dos sepamos lo que sentimos el uno por el otro, todo eso nos hace únicos, me encantas tú y lo nuestro.

Vi en sus ojos sinceridad y el mucho esfuerzo que le había costado confesarme aquello.

Yo le sonreí y no pide evitar soltar una lagrimilla.

¿Cómo podía haber sido tan tonta?

Si estábamos bien tal y como estábamos, ¿para que ponerle un nombre a lo que tenemos?

¿Cómo podía pensar en otro chico si él era perfecto?

—Mañana te voy a matar a besos—me sorprendí al decirlo.

—Lo estoy deseando.

Esa noche dormí con una sonrisa de oreja a oreja.

El mundo de color EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora