Mañana era mi cumpleaños, 16 años.Todas mis amigas me han evitado durante el día, algo tramaban.
Me encontré con Sergi por la mañana y habíamos quedado por la tarde.
Yo observaba a Sergi jugando él solo al frontón.
Era muy bueno en los deportes, siempre ganaba en todos los campeonatos que hacíamos.
Siempre me he preguntado el porque era tan moreno viniendo de una familia de piel blanca, tiene el pelo muy oscuro y ojos color carbón.
Es un chico normal, ni feo ni guapo
De pequeño tenía sobrepeso pero ahora podía presumir de un cuerpo muy fibroso debido al deporte que practica.
—Hacía tiempo que no quedábamos solos—me dice sentándose a mi lado con una sonrisa, secándose el sudor de la frente con la camiseta que se había quitado.
—Exactamente tres años—le devolví la sonrisa.
—Lo pasábamos bien, yendo de aventura, bajando las rampas con bicis, jugando al escondite por todo el pueblo...
—Sí mucho—contesté sincera.
—A veces me pregunto si no te hubiera confesado lo que sentía por ti, si seguiría todo igual.
Me miró y yo me quedé callada sin saber que contestar.
—Yo-yo no lo sé—murmuré.—Yo-yo lo siento.
—No tienes que sentir nada, tú solo fuiste como eres y yo me enamoré de ti.
Nunca te he odiado ni lo voy a hacer, no puedo cambiar tus sentimientos hacia mí.Te mentiría si te dijera que no sufrí por ti y que te he olvidado.Me sentí fatal al escucharlo.
En un impulso rodee mis brazos en su cuello y él me envolvió con sus grandes brazos por la espalda.
—Pero me conformo con ser tu amigo—me susurró al oído.
Pablo:
Tenía hambre, la última vez que comí fue ayer por la mañana.
Me levanté de la cama rezando por no encontrarme con nadie.
Abrí la puerta de mi habitación y no se veía a nadie.
Abrí uno de los cajones de la grande cocina y cogí unas rosquilletas.
Cerré el cajón y al girarme me choqué con la mirada de Lucas.
—La Bella Durmiente se ha despertado—me dice sonriente.
Llevaba puesto su horrible bañador de cuadros y había cogido mucho color en la piel desde que llegó.
—Cállate—le dije abriendo el paquete de rosquilletas.
—Tu padre me obligó a hacer que salieras así que vístete que esta noche nos vamos de copas.
Lucas es el hijo de la pareja de mi padre.
Lo conozco desde que teníamos quince y nunca se cansaba de ir fiesta.
Y más, si mi padre y mi madre se habían ido de viaje a Hawai y nos habían dejado solos.
Todas las noches salía y llegaba a casa con una chica diferente.
—No voy a salir—le dije seguro.
—Va, dejo que me hables de ella.