40ºCapítulo

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Habían sido una fallas muy intensas, esperaba que el año que viene fueran mejores.

Solo tenía una semana de instituto, luego tenía las vacaciones de Pascua.

Esa semana tuve cuatro exámenes y todos se me dieron bastante mal.

Además de que en fallas no estudié nada, no me quitaba de la cabeza a Pablo.

Sigo sin creer que fuera capaz de hacerlo, pero lo hizo e iba a olvidarme de él.

Lo peor de todo, es que mi di cuenta que si estaba enamorada de él.

Gracias a mi grupo de amigas, a Joan e incluso a Álvaro iba superándolo.

Ahora me sentía más perteneciente que nunca a las Serdis, me habían demostrado que siempre iban a estar ahí y que me querían, no sé como pude dudar de ellas.

El último examen de la semana se me hizo eterno y fui al baño a mojarme la cara al acabarlo.

—Me lo ha contado.

La hermana de Pablo me miraba seria en la puerta.

—Me he cabreado mucho con él, tanto mi madre, como yo—confesó.

—Da igual—dije.

—No da igual, yo ni le hablo, te ha hecho lo mismo que le hizo la guarra esa y encima con ella.

—No tienes porque dejar de hablarle es tu hermano y él te adora, no quiero que por lo que nos ha pasado a nosotros dejes de hablarle.

—Pero me es inevitable, aunque sinceramente me da mucha pena, ha vuelto a dejar el fútbol, ha dejado los estudios y se ha ido a vivir con mi padre.Decía que no podía soportar saber que estás enfrente de él, infeliz por su culpa y encima no poder hacerte feliz.

No pude evitar llorar.

—Esme, puede que mi hermano se haya equivocado, no te pido que le perdones, pero esta muy enamorado de ti, le hacías muy feliz, me confesó hasta que te quería, pero no se atrevía a expresar sus sentimientos por miedo a que le pasara lo mismo que con esa guarra, por eso le di la idea de que te lo escribiera en una carta.

—Gracias por decirme todo esto.

Nos abrazamos durante un rato y se fue.

Me quedé llorando y pensando en todas sus sinceras palabras.

No leí la carta que me había dado para San Valentín, ni me acordaba donde la había dejado.

Al salir del instituto mis padres me esperaban con el coche cargado con las maletas.

Me preguntaron porque tanto interés en ir a casa de Pablo y como no les quise contestar, no me dejaron ir.

Como cada Pascua, nos fuimos tres semanas al pueblo donde veraneo.

Me lo paso realmente bien allí.

En la puerta de mi pequeña casa ya me esperaba la pesada de Sonia.

—¡Gordi!—gritó al verme y nos abrazamos.

Nos pasamos toda la tarde hablando Sonia, mi hermana y yo.

Le conté mi historia con Pablo y lo de Álvaro.

Ella estaba con un chico desde hace tres meses y me alegré mucho por ella.

La conocía desde muy pequeña y era como mi segunda hermana.

Por la noche quedamos todas, en total éramos ocho de diez que somos y luego están los chicos.

El mundo de color EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora