Los miércoles tenía las asignaturas más aburridas.
Cuarto me resultaba más fácil que tercero.
En el patio les conté a mis amigas lo de ayer.
—Me encantáis.Que envidia dais—dijo Laura.
—¿Envidia, tú?Si tu chico es guapísimo —le dijo María.
Todas me dijeron lo contentas que estaban y la buena pareja que hacíamos, menos Sandra.
Por la tarde tenía profesora particular de inglés en casa de Sandra.
Aprovecharía para hablar con ella, decidí salir media hora antes.
Llevaba una camiseta de media manga, unos pantalones vaqueros claros y rotos, mis converse y el pelo con un moño y suelto.
Hacía calor así que decidí ponerme mi nuevo polo.
Me venía un poco ancho, es decir gigante, normal.
Me llegaba hasta los muslos, de manera que no veían mis minishorts.
Pero me gustaba como quedaba.
Cogí mi mochilita, me puse mis cascos y me fui.
Sandra no vivía muy lejos mía, de mis amigas era la que vivía más cerca.
Me sentía feliz y sabía bien cual era la razón.
Ese chico me gustaba y mucho.
Iba por la acera del supermercado enfrente del polideportivo.
De repente noté que alguien me tocó el hombro, me giré.
Tenía delante mía esos ojos verdes achinados mirándome junto a esa sonrisa pícara que tanto me gustaba.
Álvaro.Llevaba la mochila y el uniforme de entrenar supuse que se iba a ello.
Me quité los cascos y le sonreí.
Nos saludamos con dos besos en las mejillas.
Que momento más incómodo.
—¿Qué tal estas?¡Cuánto tiempo!—me dijo simpáticamente.—Ya veo que estas con el chico ese mayor...—dijo sin cortarse señalándome el polo de Pablo que llevaba puesto.
—Muy bien.Si hace tiempo que no nos vemos, para ser exactos cinco días, así que mucho no es.El chico mayor se llama Pablo, y si estoy conociéndole y nunca me había gustando tanto alguien como él.¿Quieres saber algo más?¿Quieres algo?—le contesté mosqueada, mentí sobre lo último.
Nos vimos el viernes.¿Es que no se acordaba?¿Que quería ahora?—Ya lo sé, para mí hace mucho—me contestó tajante—No quiero nada, déjalo.Bueno adiós—se despidió.
—Adiós—Me despedí.Nos giramos y cada uno fue por su lado.
Me había pasado, tarde o temprano tendría que solucionar la cosas con él.¿Por qué no hacerlo hoy?
—Álvaro—lo llamé y se giró—¿Puedes hablar un momento?—le pregunté.
—Sí, claro.Entreno dentro de media hora—me dijo con una media sonrisa.
—Yo tengo que estar en casa de Sandra a y media.Vamos al parquecito ese—le dije señalando a un parque en frente del parking del polideportivo.
Nos sentamos en un banco del parque, estuvimos en silencio un rato hasta que él como siempre lo rompió.
Él era tímido pero yo cuando me lo proponía, no había nadie que me superara en serlo.