—¡Cómo son los padres!
—Se creen que somos niñas.
—No aceptan que somos ya mayores.
Mis amigas comentaban sobre lo que le había contado hace un minuto.
Yo en el momento que se lo conté, me aislé en mis pensamientos, solo pensaba en Pablo, en él y yo, en nosotros.
Después de salir del instituto fui a casa y hablé con mis padres.
Sin gritos ni enfados solo esfuerzos para entendernos los unos a los otros.
Mis padres me entendieron, les expliqué mi historia con Pablo y les repetí mil veces que no pasamos de los besos.
Solo me faltaba hablar con él.
—Menuda habéis liado—me dijo su hermana nada más abrirme la puerta.
—¿Y tú hermano?—le pregunté.—Ha ido a pasear a Coco al parque de atrás, sabes, nunca paseaba a Coco hasta que empezó a salir contigo, algo que tengo que agradecerte, más tiempo libre y menos faena para mí.
—La gente solo me dice, que menuda hemos liado—digo con una media sonrisa para romper el silencio.
Desde que me he sentado a su lado, no a apartado la vista del columpio.
—La verdad, no sé que tiene ese columpio que te impide mirarme.
Lo conseguí, sonrío y me miró.
Tenía sus ojos llenos de ojeras, así me parecía de lo más adorable.
—Esme, lo siento mucho, haré lo que sea con tal de estar contigo—no podíamos apartar nuestras ojos con el del otro.
—Y vas a estar conmigo, solo necesito ir más despacio y olvida lo que pasó en San Valentín.
—Esme, merezco que me odies, merezco que me pegues, y tienes razón empezamos demasiado rápido.
—No te voy a pegar, ni te voy a odiar.Sugirió que empezamos de nuevo y vayamos más despacio.
—¿Enserio?¿Me das una oportunidad?
—Pablo, todo olvidado.
