36ºCapítulo

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Me costó abrir los ojos me pesaban las pestañas de tanto llorar.

Me costó muchísimo dormir.

No tenía mi móvil, bajé a la cocina y estaba el Whatsapp abierto.

Alguien había leído todos mis nuevos mensajes.

Tenía varios mensajes:

Irene🐷:
09:30 Cómo fue la noche??😜

María🐷:
22:46 Mañana me cuentas todo!!

Sebas:
20:08 Quiero que nos llevemos bien.

Ángela:
08:56 Esme, mi amor, me ha llamado Pablo muy preocupado, me ha contado todo lo de anoche, necesitas hablar, llámame.

Pablete, mi chico😻:
24:38 Esme, que he hecho?
24:39 Qué te pasa?
24:39 Por favor contesta.

Escuché un carraspeo.

Mis padres me miraban furiosos.

—¿A qué hora llegaste a noche?—preguntó mi madre.

—A las doce y medía.

—¿Con quién saliste?—siguió mi madre.

—¿Qué es esto un interrogatorio o qué?

Fui a coger mi móvil pero mi padre lo alcanzó primero.

—¡Olvídate de esto, pero para siempre!—gritó mi padre furioso.—¿Te crees que somos tontos?

—¿Qué dices?

—¡Qué qué digo!¡Te pegaría tal hostia!Y a él mira...¡Voy a denunciarlo!

Nunca había visto a mi padre así.

—Nene, tranquilo—le tranquilizó mi madre—Esme, pensaba que eras un chica inteligente—ella también estaba muy cabreada.

—¿Qué?¡Voy a dejar de ser inteligente por a ver salido con un chico mayor que yo!—grité.

—Cuatro años—replicó mi madre.

—¡Y encima mayor de edad, y eso denunciable!—gritó mi padre aún más fuerte.

—¿Así?¡Pues eso no te preocupaba mucho cuando salías con vente con mamá cuando ella tenía diecisiete, además lo tuyo si que lo sería si hubieran existido esa ley, ya que vosotros sí que os acostabais, en cambio nosotros no!

Sin pensarlo me fui de casa.

No sé porque pero mi corazón me guío a casa de Joan.

Me abrió él y yo desconsolada le abracé.

Me desahogué con él y estuve toda la mañana hablando y él solo me escuchaba como solo él sabía.

—Puedes quedarte el tiempo que quieras—me dijo Joan mientras Mari y yo hacíamos la cama en el cuarto de invitados.

—No me quedaré mucho, no quiero molestar.

—Bonita, no molestas, díselo Joan—dijo la señora Mari.

—Sí ella ya lo sabe, esta es su segunda casa, para mí es una hermana—dijo Joan.

Al decirlo no pude evitar abrazarlo.

—Muchas gracias.

—Pero por mucho que te quiera, tienes que llamar a tus padres y decirles dónde estás  y que estás bien.

—Vaya, Joan siendo maduro y dándome una orden coherente—ambos nos reímos.

—Sí, diles que estoy bien, pero por favor no le digas dónde, ya sabes que vendrían a por mí.

—Tranquila, no lo haré, han ido a buscarte a casa de todas tus amigas hasta han ido a la de Pablo, me ha contado su hermana que papa casi pega a Pablo.Pero cuando han llegado a casa, los papas han reflexionado y han
aceptado que se han pasado y que Pablo es un buen chico y papa ha ido a pedir perdón.

—Uff vaya lío.

—Ya ves, en menuda te has metido.Podías dejarme un hueco en la cama donde duermes esta noche, tal y como están las cosas aquí.O mira mejor que me deje el hueco tu amiguito.¡Madre mía cuando le diga a mis amigas que has dormido con Joan Mansilla!

—Anda calla enana, buenas noches.

De repente tocan a la puerta.

—¿Has escuchado todo?—le pregunté  a Joan.

—No sabía que tuviera admiradoras.

Me reí.
—Tú las tienes por todos lados.

Se sentó a mi lado.

—Esme, perdón, no mereces como te trato...

—Joan cállate, por favor, no hace falta que me perdones nada, todo perdonado, tema acabado.

—Gracias, eres la mejor.

No paraba de recibir llamadas y mensajes de Pablo, yo me quedé mirando el móvil.

Joan se levantó y caminó dirección a la puerta, antes de salir me dijo:

—Esme, merece la pena el chaval, mira que para mí pocos chicos te merecen por no decir ningún, pero él sí.Entenderá lo que te pasó, solo no estabas preparada.

El mundo de color EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora