Se me hizo eterna la semana.
Estaba ya cansada de mis compañeros de clase, de los profesores, de estudiar, de los deberes, de todo, y solo llevaba dos semanas yendo a clase.
Ángela y yo nos pasamos toda la semana riéndonos de lo que me ocurrió el domingo con mi madre y Pablo, más bien ella.
Solo se lo había contado a ella.
Sandra no se lo que le pasaba pero ahora se juntaba con Patricia digamos la que peor me cae de clase y si no iba con María.
No sabía que le pasaba pero tampoco le pregunté.
Viernes por fin.
Tenía ganas de salir pero la verdad ya me cansaba de la rutina, de siempre lo mismo.
Salir con la Serdis e ir a ver a los chicos entrenar, no quería ver a Álvaro.
Así que decidí enviarle un mensaje de WhatsApp a Joan.
Me lo encontré el miércoles en los pasillos del instituto y me dijo que cuando pudiera podíamos quedar como amigos, para recordar los viejos tiempos.
Me respondió enseguida, quedamos en la puerta de mi casa dentro de una hora.
Esa tarde hacía frío.
Me decidí por unos vaqueros rotos por las rodillas, una camiseta negra de cuello alto, una camisa de cuadros atada a la cintura, mi chupa de cuero, mis Ray-Ban y mis superstar.
Joan era el chico que vestía con mejor rollo que había visto, me encantaba como vestía.
Yo me vestí así además porque me gustaba, para pegar con él.
Me maquillé, me pinté los labios rojos y me hice dos trenzas.
Tocaron al timbre y bajé corriendo.
—¡Adiós mamá!—le grité antes de cerrar la puerta.
Como siempre Joan iba vestido con mucho rollazo.
Una gorra de cuero en sus manos, unos vaqueros negros rotos, una camiseta negra de tirantes marcaba su fibroso abdomen y se veía sus brazos tatuados.
Llevaba las mismas zapatillas que yo pero de unas cuatro tallas más grandes y mis mismas gafas pero en chico.
Pero lo que más me llamó la atención era la moto en la que estaba subido.
No entiendo de motos pera esa podía decir que costaba un pastizal.
¿Pensaba darme una vuelta con la moto?
—Vaya vaya mi amiguita—me dijo sonriéndome y mirándome de arriba abajo como hice yo con él.
Era guapísimo, sabía que tenía a muchas detrás y muchas matarían por estar en mi lugar, pero para mi Pablo y Álvaro lo eran más.
Le di un abrazo me sorprendí a mí misma.
De repente noté un carraspeó detrás nuestro.Me giré, era Pablo.
—Hola Pablo—le dije soltándome de Joan.
Me miró con una mezcla de cabreo y tristeza, y luego miró a Joan con despreció.
Me sorprendió su reacción.
—Me dijiste que no ibas a salir que tenías mucho que estudiar—me dijo serio.
Ya ni me acordaba, el domingo pasado por la noche me envió un mensaje y me dijo de quedar esta semana.
Deseaba quedar con él pero mi madre al contarle a mi padre lo ocurrido esa misma tarde, mi padre me dijo que era muy mayor para mí y que no quería que quedará con él ni como vecino.