Llevaba dos semanas sin hablar y sin ver a Pablo.
Lo echaba de menos, lo necesitaba.
Sus ojos color cielo y su bonita sonrisa.
Las tardes se me hacían eternas, sólo pensaba en él, en lo que éramos o en lo que fuimos.
Pensé varias veces en tragarme mi orgulloso e ir a hablar con él, pero no lo hice.
La tarde de Halloween estuve en mi habitación viendo una película cuando recibí un mensaje de él:
Pablo Castillo:
20:20 Quedamos?Lo leí y no contesté.
Pablo Castillo:
20:30 No me contestes si quieres, solo te digo que haré lo que sea para que vuelvas a quedar conmigo y te lo voy a demostrar.Seguí sin contestar.
¿Qué quería ahora?¿Me echaría de menos tanto como yo?
Esa noche quedé con Ángela, Rocío y Sandra pero no me apetecía salir, llamé a Ángela:
—¡Cari, esta noche a pasarlo bien y a ligar que a las dos nos hace falta!—me dijo gritando de ilusión.
—Ángela...no voy a salir—dije con voz triste.—No quiero ligar, Ángela, no sé lo que siento por él pero lo echo de menos, lo necesito.No quiero a nadie más ahora mismo.
—Mi amor, él te quiere, he hablado con Joan que por cierto te tengo que contar cositas , y bueno me ha dicho que sabe que el chaval siente algo más fuerte de lo que tú sientes por él.Sé lo que te pasa, tienes miedo a enamorarte pero no vas a estar toda la vida así.También sé que tienes miedo de hacerle daño pero no seas cobarde, sé clara con él¡Y olvídate ya de ese idiota!Venga, ahora levántate y ponte guapa.
Sabía perfectamente que el idiota era Álvaro, pero no le pregunté, no quería hablar de él.
Es la mejor, ¿qué haría sin ella?
—Ángela...Joan me cuenta todo y se que hay algo entre vosotros...Vale, saldré tienes razón.
—Así...¿Te habla de mí?¿Qué te dice?
—Mi amor no puedo contarte los secretos de mi mejor amigo igual que yo no le puedo contar lo tuyos a él.Ahora nos vemos—me despedí y le colgué.
No sé que íbamos a hacer, ni con quien.
Cené un bocadillo, me duché y me empecé a arreglar.
Me puse cómoda y muy básica.
Una falda de vuelo negra, una camiseta
blanca ancha, un abrigo de pelo y mis adidas superstar.Me puse mis nuevos pendientes de aro sin estrenar que me compró Joan y un collar dorado.
Me maquillé un poco y mi solté el pelo.
Tenía que recoger a Sandra en su casa, habíamos quedado en el ayuntamiento, por el camino aprovecharía para hablar con ella.
No tardó en bajar, llevaba su pelo recién planchado, como siempre con sus labios pintados de rosa, un mono verde militar y unas stan smith verdes, como siempre guapísima.
—¿Que haremos esta noche?Espero no ir por la casas pidiendo caramelos—dije rompiendo el silencio incómodo que había entre nosotras.
—Supongo que iremos a la discomóvil—me dijo sin mirarme.
—Dime que te pasa, y no me digas que nada—le dije tajante.
—No voy a negar que no me pasa algo—me dijo seriamente.
—Pues dime, ¿qué te pasa?—le pregunté.
Me miró seria y dejamos de andar.
—Esme, estoy harta, me dejáis de lado siempre Ángela y tú me siento apartada, como que sobro.Tú eres mi mejor amiga pero parece que el sentimiento no es mutuo.
Me quedé sorprendida, me podía imaginar mil cosas que le pudieran pasar pero eso lo de menos.
Noté el dolor y la rabia que sentía Sandra al confesarlo.
Sentí ganas de llorar, yo no quería que se sintiera así, era mi mejor amiga.
—Mi-mira...Sandra, puede que tengas razón y si lo he hecho, lo siento.No quiero que te sientas así voy hacer lo posible para que no vuelva a pasar.Por ti, solo por eso.Si que eres mi mejor amiga te lo aseguro—dije conteniendo las lágrimas.
Seguimos hablando hasta llegar al ayuntamiento.
Estaban allí Rocío, Ángela, Sebas y Jorge.
No sabía que los chicos iban a estar con nosotras esa noche llevaba sin verlos un mes, desde que salgo los viernes con Joan no los veo.
Los saludamos a todos.
Si iríamos a la discomóvil el vestuario que llevaban lo decía.
Los chicos iban con sus polos de marca, sus vaqueros pitillos y sus zapatillas de marca.
Sus manos sujetaban unas caretas horribles.
Ángela iba con un minivestido verde que resaltaba sus ojos marrones verdosos, las mismas zapatillas de Sandra y como siempre con su liso y largo pelo suelto.
Rocío iba con una camisa, unos pantalones de vestir, una americana y con su pelo ondulado recogido en una coleta, sencilla, como siempre.
Lo que más llamaba la atención eran los cuernos rojos de demonios con luces que llevaban en la cabeza.
—¿Que lleváis puesto?—les pregunté riéndome.
—No te rías que también hay para ti.Tomar para vosotras que es Halloween—nos dijo Ángela sacando dos cuernos como los que llevaba ella de su bolso.
Nos lo colocamos sin rechistar.
—¿Viene alguien más?—preguntó Sandra.
—Si lo dices por Gonzalo, no, no viene, ya sabes el porque—le contestó Jorge tan directo como siempre.
Había pasado un mes desde que lo dejaron y no se habían visto desde entonces.
Gonzalo olvido rápido a Sandra a la semana y media ya estaba saliendo con una tal Nuria.
Yo lo ayudé bastante durante los cuatro días que le duró la tristeza, casi me pongo en contra de Sandra y todo.
En fin todos los chicos son iguales, la mayoría.
—No lo digo por Gonzalo.Él ya tiene a su novia con la que pasar el Halloween—dijo mosqueada Sandra por la contestación de Jorge.
—No, si su novia es fea un rato, esa no necesita careta para hoy—dijo Sebas haciendo el tonto como siempre.
Consiguió hacer reír a Sandra, las demás nos reímos por lo bajo y Jorge le pego una palmada en el hombro.
—¿Por qué me pegas?Solo he dicho la verdad—le dijo Sebas a Jorge con la mano sobre donde le había pegado.
—Porqué es muy amiga de mi novia y la novia de uno de mis mejores amigos—le contestó cabreado.
De repente escuché esa voz.
Nooooo, pensé a gritos, no.
—¿Qué pasa chicos?—saludó animadamente Álvaro.