18ºCapítulo

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Mi vida había cambiado completamente.

Quedaba con Pablo dos días a la semana en su casa o en el parque, cuando tenía exámenes me ayudaba en la biblioteca.

Me decía de quedar en el cine y en más sitios pero yo siempre me negaba, no me quería arriesgar a que me pillaran.

No sabía lo que éramos, si vecinos, si amigos, no lo sabía.

No pusimos etiqueta a lo que éramos, llevábamos ya un mes viéndonos.

Me encantaba ese chico, pero no le veía como mi amor verdadero, sabía que lo nuestro acabaría.

No sabía lo que sentía por él pero no estaba enamorada.

Mis sentimientos estaban fríos, ya había sufrido tanto por los chicos que me daba miedo engancharme y luego pasarlo mal.

También tenía en mi cabeza a otro.¿Alguna vez lo olvidaría?

Sé que Pablo no se engancharía de mi es muy maduro para mí.

Eso pensaba yo, pero lo empezaba a dudar.

Un día estando en su casa sentados en el sofá conversando su hermana nos pilló.

Se me quedó mirando con la boca abierta.

—¿Qué haces aquí?—le preguntó su hermano bruscamente.

—Nada que se ha suspendido la clase de ballet la profesora se ha hecho un esguince—le contestó su hermana sin  apartar la mirada de mí.—Así que es Esme, por la chica que estas coladito, dice mamá que hace dos años que no te ve con esa cara que tienes cuando estás enamorado.Desde que lo dejaste conIsa.

Pude ver las mejillas de Pablo enrojecerse, me miró, yo tenía la cara desencajada.¿Se había enamorada de mí?Yo no lo estaba de él.

—¡Cállate anda, vete!Y no le digas nada a mamá—le gritó a su hermana enfurecido.

—Si no quieres que diga nada ya sabes lo que me tienes que dar—le dijo esta con risa malificiosa y extendiendo la mano.

—Toma, vete a tu habitación—le dijo de mala manera Pablo dándole vente euros de su cartera.

Antes de irse a su habitación se me acercó y me dio dos besos.

—Adiós cuñadita—me dijo mientras subía las escaleras.

Seguía sorprendida y la boca medio abierta.

—Mmm mi hermana...Ya sabes esta en una edad en que ve muchas películas...es una cría, ni caso—me dijo Pablo mirándome cortado por la expresión de mi cara.

—Pues tu hermana y yo solo nos llevamos un año, así que si para ti ella es una cría, yo lo soy también.No sé lo que sientes por mí Pablo, yo tampoco sé lo que siento por ti.Pero me gustaría saber que somos, que tenemos.¡Pero como veo, no eres capaz de decirme lo que sientes ni pedirme ser algo tuya más que la vecina con la que me beso y paso las tardes!Adiós—dije mientras cerraba la puerta de su casa.

Se quedó con la cara descompuesta, me dolió verlo así.

Sinceramente no me hubiera sentado mal que me hubiera llamado cría ni todo lo que le dije.

Simplemente necesitaba una excusa para irme de allí, necesitaba pensar.

Hace tres meses mi vida era tan simple ahora la echaba de menos.

Cuando menos me lo esperaba todo cambió.

Seguía quedando todos los viernes con Joan, como predije se convirtió en mi mejor amigo.

Nos contábamos todo.

Nunca había tenido un mejor amigo, siempre lo quise gay y él no lo era nada.

Pero era incluso mejor, él entendía mejor que nadie a los chicos porque él lo era.

Me contaba sus historietas con las chicas, pobres chicas, las utilizaba como quería.

Nos parecíamos mucho en muchos aspectos.

Cada viernes me llevaba a un lugar con su moto, al principio tenía miedo pero me acabe acostumbrando.

Ángela quedaba los viernes con Xavier y su amigo.

Las demás cada una por su lado.

Álvaro, me dijeron que estaba con una chica, no me daba igual por mucho que lo dijera, pero poco a poco me iba olvidando de él.

El mundo de color EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora