Nochevieja/Año nuevo.
Era viernes, 28 y esa noche me iría a mi apartamento de Castellón a celebrar nochevieja.
Tengo quince años pero mis padres se creen que tengo dos.
No me dejan salir por las noches si no es con mi prima y como ella iba al chalet de Sergio esa noche me obligaban a ir a mi apartamento con ellos.
Menos mal que Sandra iba también con sus padres y hermano, aunque ya apenas teníamos relación.
Ni me hablaba, ni le hablaba.
Como cada viernes por la tarde me duché, me peiné y me vestí y Joan me esperaba en su moto en la puerta de mi casa.
Pero esta vez no estaba solo, hablaba con Pablo, este llevaba una caja en la mano.
Saludé a Joan con un fuerte abrazo y al otro ni lo miré.
—Joan, ¿subes?—le pregunté señalando la moto.
—Esme, déjame hablar contigo—me suplicó Pablo.
—No tengo nada de que hablar contigo.Joan, va, sube a la moto—insistí.
—Habla con él antes—me dijo este.
–¡Qué fuerte!Mi mejor amigo se posiciona con mi novio mentiroso—dije cabreada.
—Esme, al menos escúchalo.Mírale la cara al chaval, lleva dos días sin dormir—me dijo Joan.
Miré a Pablo, no tenía el mismo brillor en los ojos que siempre cubiertos con ojeras.
Aún así estaba guapísimo.
—Uuff...vale—dije soplando.
Nos apartamos un poco de Joan.
—Mira Esme, lo siento, te mentí.
Estuve con mi ex, vino a recogerme porqué nos juntamos en el mismo grupo y como vivimos muy cerca.Te juro que solo hablamos de como nos iba la vida y nada más.No me creas si quieres pero llevo tres días sin dormir, no puedo estar así contigo, sin ti me siento vacío.Tenía los ojos llorosos y la voz temblante.
Era adorable ver a un chico de diecinueve años tan guapo y estar así, por mí.
Podía haberme puesto a gritarle que era un cabrón, pero no lo hice.
Le creí, me molesto mucho saber que estuvo con su ex pero me dolía verlo así.
Me acerqué a él, le rodeé mis brazos en su cuello y lo besé.
Cuando lo hice, suspiro.
A veces parecía que tuviéramos los papeles intercambiados.
Él era más sensible que yo cuando debería ser al revés y cada vez me convencía a mi misma de que él estaba más enamorado que yo, me daba cuenta que así lo era.
—Toma—me dijo dándome la caja que llevaba en las manos.
—¿Un regalo?—le pregunté.
—Sí, papa Noel ha dejado algo para ti en mi casa—sonrío.
Yo no me había acordado de comprarle nada, esto de ser novia no se me da bien.
Lo abrí.
Dentro había una pulsera de plata dónde ponía la fecha en que empezamos a ser novios y nuestras iniciales.
Nadie me había regalado algo tan sentimental en mi vida.
Lo abracé y él cogió con delicadeza mi pequeña muñeca y me puso la pulsera.