Prefacio.

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Jocelyn iba caminando luego de salir de su trabajo. Su auto se averió por lo que iba tarde tras esperar a la grúa para que se lo llevara. Su horario era perfecto para ir a buscar a su hija a la escuela pero ahora estaba retrasada y de seguro las maestras se preguntaran dónde estaría.

Tuvo que ir por una ruta diferente a la de siempre debido al constante tráfico de su vía usual, la autopista. Cuando llevaba un largo tramo recorrido se asustó cuando sintió que alguien la agarraba del antebrazo pensando que sería un ladrón. Se dio la vuelta bruscamente y vio al vagabundo que la tenía sujeta.

─ ¿Se le ofrece algo? ─ le preguntó. Su primera impresión fue de lastima, no tanto por los harapos que llevaba o por la suciedad que los cubría si no por las lágrimas que cubrían su demacrado rostro.

─ ¡Por favor! Necesito su ayuda─dijo el hombre arrojándose al suelo, hasta ese momento notó el muñeco que llevaba arreguindado del brazo ─. Debe de salvarme, sáqueme de este suplicio... ─le dijo suplicándole.

Pensando que a lo que se refería era a su necesidad y condición le respondió:

─Tengo algo de dinero encima, señor, si usted desea puedo dárselo.

─ ¡Sí! Y por favor, a cambio de eso acepte mi ofrenda ─Decía extendiendo los brazos con el muñeco en manos.

─ ¡Oh no! No es correcto, llévese el dinero, no le pido algo a cambio ─ reusándose a aceptar algo a cambio de ese hombre que ya en tan mal estado se encontraba.

─ Acéptelo, se lo ofrezco como un regalo ─sus ojos brillaban mientras pronunciaba estas palabras.

─ Está bien, pero llévese el dinero ─dijo mientras tomaba en manos el muñeco.

─ ¡Gracias! ¡Mil gracias! ─le abrazó muy fuerte, ella se asustó ante esta reacción por lo que solo sonrió y se quedó quieta hasta que el hombre se alejó, hilarante de alegría.

Siguió caminando mientras miraba el muñeco, pensó que tal vez con una buena lavada podría gustarle a Lucy, su hija, ella solo tenía seis años así que jugaría mucho con él. Lo guardó en su bolso para que ella no lo viera y continuó.

Al llegar a la escuela se disculpó por su retraso con las maestras quienes estaban muy preocupadas y se tomó su tiempo en explicarles el incidente con el auto.

Una vez en casa comenzó a lavarlo mientras Lucia hacia sus deberes, allí fue cuando notó que en la parte trasera del cuello tenia cosido con hilo negro "Akop", lo que supuso que era el nombre que alguien le había colocado. Estuvo seco al anochecer así que decidió que sería mejor dárselo al día siguiente, cuando fuera por ella a la escuela.

Salió de su oficina y sacó el muñeco de su bolso para dejarlo en el asiento trasero y arrancó el auto para ir a la escuela. Entro a buscar a su hija quien la recibió con una gran sonrisa.

─ Tengo un objeto para ti linda ─dijo agachándose junto a ella.

─ ¿De verdad mami? ¿Qué es? Quiero ver ─le respondió muy emocionada.

─ Está en el auto, en el asiento trasero, ve ─Lucy se fue corriendo rápido a este.

Para cuando la alcanzó estaba triste junto a la puerta abierta y ningún obsequio estaba a la vista.

─ Espera cariño, debe de estar por aquí ─la tranquilizo mientras revisaba el auto buscándolo. Le extraño conseguirlo debajo del asiento del conductor pero supuso que este debió de haberse caído y rodado.

Lucy se emocionó mucho cuando lo vio y pasó días sin siquiera separarse de él, por alguna extraña razón esto a Jocelyn le incomodaba y llegó un punto en que comenzó a entrar en el cuarto de la niña mientras esta dormía para quitar el muñeco de entre sus brazos y ponerlo al extremo más alejado de la habitación, y cada mañana ella creía que su hija se despertaba por la noche e iba a buscarlo, razón por la que siempre amanecía a su lado.

Dos semanas después, luego de terminar de cocinar la cena fue hasta la habitación de Lucy para decirle que bajara a comer y recibió una gran sorpresa cuando entró y vio a su hija sentada en el suelo de espaldas a la puerta, tenía unas tijeras en las manos y todos sus juguetes estaban rotos y esparcidos por el suelo. El único que continuaba entero era el muñeco que hacía solo unas semanas ella le había obsequiado.

─ ¿Qué estás haciendo? ─dijo arrebatándole las tijeras ─ Estas castigada, no es posible que hayas hecho esto.

─ ¡Devuélvemelas! ─le gritó Lucy de vuelta a su madre.

─ Me llevare esto ─tomó el muñeco del suelo, era el único que aún tenía y la única forma de castigarla que pensó.

─ ¡No! ¡Mamá! ─para cuando comenzó a gritar la madre ya había salido de la habitación dejando a su hija sola con su llanto y sus berrinches. En todo el resto de la tarde no volvió a dirigirle la palabra a su madre.

Joselyn guardó el muñeco en el baúl a los pies de su cama y lo cerró para que ella no lo encontrara y jugara con él.

A las 9:00 en punto de la noche fue a buscarla y la encontró ya dormida, con lágrimas secas en las mejillas, la acobijó, apagó la luz y salió de la habitación. A las 11:00 ella misma se fue a dormir.

Estaba dormida cuando una serie de golpes la despertaron, debían de ser alrededor de la una de la madrugada. Cuando se dio cuenta de que los sonidos provenían de la habitación de su hija se levantó de la cama y cruzó el dormitorio en un instante para llegar hasta Lucia.

Abrió la puerta y encendió la luz, la cama estaba cubierta de sangre pero no veía a Lucia por ningún lado.

─ ¡Lucy! ¡Lucy! ─comenzó a gritar desesperadamente mientras registraba en cada rincón. Terminó encontrando el cuerpo de su hija bajo la cama, apuñada y cubierta de sangre con sus ojos abiertos e inmóviles.

Sacó el cadáver y lloró encima de este hasta que un pensamiento terrible llegó a su mente. Se levantó y encendió la luz de su propia recamara solo para comprobar lo que ya sabía, el baúl a los pies de su cama se encontraba abierto con todo en su interior destruido y el muñeco la miraba desde abajo cubierto de pies a cabeza de sangre.

Ahora entendía la ayuda que ese vagabundo desesperadamente le pedía y por qué se había alegrado tanto al deshacerse de ese tormento que ahora tenía una nueva víctima. Ella...

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora