Capítulo 4.

47 5 0
                                    

Ya habían pasado veinticuatro horas después de la muerte de Lucia, una niña de seis años y, según los forenses, brutalmente asesinada. El cuerpo había sido hallado extendido en el suelo en la habitación de la misma, que estaba salpicada de sangre en la cama y en el suelo, pero su madre, Jocelyn dijo que había encontrado a la niña debajo de la cama en posición fetal y que al sacarla descubrió que estaba muerta. La policía comprobó esta afirmación gracias al charco de sangre debajo de la cama.

Según la autopsia, Lucia había muerto por una contusión cerebral producida por diversas fisuras en el cráneo, consecuencia de una serie de golpes en el sector frontal y lateral de la cabeza. También informaron que la niña había perdido aproximadamente un litro de sangre por heridas menores y graves ya que se encontraron en su cuerpo desde rasguños y oscuros cardenales hasta golpes fuertes y cortadas profundas.

Todo el proceso de investigación forense tomó alrededor de unas cuatro horas, 19 horas después ya había sido limpiado y vestido por enfermeros y por su propia madre. Los restos del ataque podían verse a pesar del vestido largo con mangas hasta las muñecas que le había sido colocado, sus marcas aun podían notarse en sus pequeñas manos, su delgado cuello y su rostro que, a pesar de seguir siendo bello e inocente, estaba surcado de marcas, líneas y moratones.

Su funeral se había realizado en la iglesia de San Benedicto a la cual Jocelyn y Lucia acostumbraban a ir puntualmente todos los domingos a primera hora de la mañana debido a su creencia católica.

La iglesia estaba abarrotada, junto a ella se sentaban sus padres y los que previamente habían sido sus suegros que ahora la acompañaban en su nuevo dolor, en la banca trasera estaba su hermana Jacqueline con los niños Matthew y Thomas, junto a Bryan Benson, su ex-marido, había más familiares que por mas que nunca se reunían siempre estaban presentes en un momento de dolor o alegría. También se encontraban allí los maestros y algunos alumnos de la escuela junto con sus padres además de todo el vecindario.

El padre comenzó dándoles la bienvenida a todos los presente y dando unas palabras sobre la difunta a homenajear. La misa tendría una duración de dos horas las cuales Jocelyn sintió como cuatro. Las palabras que decía no tenían sentido para ella ahora, que sabía que no le servirían cuando, a pesar de ser devotas, la vida de su hija había sido tomada a manos de un demonio.

Aun así mantuvo la compostura y permaneció allí fingiendo poner atención a las palabras que el viejo sacerdote leía:

- "Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en el..." - continuaba leyendo el evangelio de San Marcos 19: 13-15.

Muy hermoso, dedicar toda la misa a la inocencia y pureza de espíritu que poseen los niños, ello hizo que Jocelyn se preguntara a si misma ¿Se irá su alma al cielo o le pertenecería ahora al diablo?

Mientras estos pensamientos oscuros se amontonaban en su cabeza el padre continuó, esta vez leyendo en voz alta el evangelio de San Mateo:

- "En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no encontrareis en el reino de los cielos."

Tiempo después terminó, lo hombres más cercanos de la familia avanzaron para levantar el ataúd y conducirlo afuera rodeados del resto de la familia hasta llegar a la camioneta funeraria para volver a reunirse todos de nuevo en la entrada del cementerio en donde volvieron a bajar el ataúd y se desfiló de nuevo hasta llegar junto a la tumba recientemente cavada para Lucia.

Varias personas avanzaron junto a la tumba para despedirse y dar unas palabras en honor a la difunta, pero cuando llegó el turno de Jocelyn esta no pudo hacer más que quedarse mirando el frio agujero de tierra y falló todo intento de hablar al igual que como apena había podido responder con si y no las preguntas que le habían hecho los oficiales de policía hora antes.

La hora de enterrarla había llegado, ella junto con muchas personas más tomó un puñado de tierra y lo arrojaron dentro para que cayera sobre la tapa del ataúd. A ellos les siguió después un par de trabajadores del cementerio que recurrieron a sus palas para colocar toda la tierra sobre ella, dejándola en la que sería a partir de entonces su cama.

Muchas personas dejaron flores junto a la lápida, desde rosas hasta tulipanes para decorarla con esa alegría que se suponía debía rodear siempre a una niña.

- Vámonos Joss, hay que ir a casa. - dijo Alana colocándole un brazo alrededor del hombro. Por supuesto, no sería su casa ya que se quedaría con su amiga y su esposo, y tampoco se sentiría como tal ya que esta estaría bajo la vigilancia del programa de protección a testigos y los investigadores que se encargaban de descubrir al supuesto asesino mas ella sabía que no tendrían idea de quien habría matado a su hija.

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora