Capítulo 20.

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Era lunes por la mañana y estaba sentado en el escritorio de su oficina con otra pila de papeles a su lado, una semana de telecomunicaciones iba a hacer un recorte de personal la semana siguiente y él debía supervisar las indemnizaciones de la tercera parte de los trabajadores en total, es decir, la tercera parte de los trabajadores iban a ser despedidos gracias a que su jefe había terminado ahogándose en deudas.

Tenía un arduo trabajo que realizar pero en lugar de evaluar la larga lista de preavisos y cesantías optó por indagar en el grueso libro que Alleah le había dado por la noche, lo que sabía que acabaría costándole horas de sueño, eso claro, sumando a lo poco que había dormido ya que no fue hasta las dos de la madrugada que arribó a su departamento.

Recordó la vergüenza que había sentido cuando ella lo devolvió de nuevo a la realidad y notar que había vuelto allí en plena noche, encontrándola con ropa de cama el día después del funeral de su madre, y todo por un simple artículo que encontró en internet, por más inquietante que fuera para él sin duda era algo que fácilmente hubiera podido esperar a la salida del Sol.

Las primeras páginas hablaban de la historia y el origen del vudú dentro de las tribus africanas y como luego, con la llegada de los europeos a América y el traslado de esclavos negros comenzó a practicarse en países americanos con cultura africana arraigada como Haití y República Dominicana.

Después aparecía algo similar a un glosario que explicaba los luases más significantes para sus tradiciones, como le había dicho Alleah, el primero de ellos era el Barón de Samedí.

Había muchísimos nombres que solo eran mencionados por lo que suponía que debían de ser santos de menor importancia. Los que sí tenían añadida una pequeña descripción eran: Anaísa, una diosa del amor y la felicidad que era comúnmente llamada por novias y esposas para mantener al margen a los hombres infieles.

Hablaba de dos de ellos que estaban montados en caballos blancos, uno se llamaba Ogún Balendyo, el señor del rayo y las tormentas que soluciona los problemas sociales y familiares, él otro era Changó, una entidad guerrera del candomblé y se usa para obtener dinero. Otro guerrero también era Oyá, pero en vez de a la fortuna, este representaba a la justicia, en el dibujo aparecía con una espada en llamas, según el libro él ayuda a curar a los enfermos mentales pero impone mano firme a la delincuencia.

Candelo protege a los desvalidos y atrae la suerte, se representa con una llama de fuego color rojo. "Supongo que de ahí el que se llame Candelo" pensó.

El que más le llamó su atención fue Belié Belcán, se le obsequiaban tabaco y ron para apaciguar su sed de sangre y violencia y que era una entidad "muy poco recomendada para invocar debido al poco control que se puede mantener sobre él en el plano mortal", decía este. Así como hay muchos buenos también los hay malos, comenzó a imaginar todas las posibles consecuencias que tendrían invocar algo así.

Luego de leer la extensa lista pasó a otra más que explicaba las plantas, hierbas y especias que se utilizan para la fabricación de brebajes curativos y las propiedades, realización y uso de cada uno. No llegó a leer ni siquiera la mitad de esta, no era algo que le interesara.

Continuó pasando la vista por encima de las páginas pero sin leer nada en particular hasta que un título atrajo su atención: "Ritual de purificación de los muertos".

No logró entender qué era lo que decía porque había algunas partes escritas con símbolos extraños que pensó serían alguno de esos lenguajes que le había explicado pero todo lo demás era muy simple, tenía que llenar una botella de vidrio con agua e introducir siete semillas de maíz dentro, un papel con una frase escrita con esos símbolos extraños y luego derramar un poco del líquido en el suelo, cerrar la botella, tomarla por el cuello y golpear su base contra el suelo en donde se había derramado el agua antes. Al terminarlo se deben dejarle ofrendas al muerto que consisten básicamente en cosas de comer y beber como ron y maíz además de dedicarle sus respectivos rezos, los cuales también estaban escritos en simbología. Recordaba haber visto todas esas cosas sobre la tumba de Nancy Donahue.

Le extrañó que todo lo que decía podía caracterizarse de "normal", usando la palabra de un modo figurado, por supuesto. La única excepción fue Belié Belcán y la intriga que sintió sobre él.

"Tengo que recordarme preguntarle a Alleah de esto cuando la vea". Se dijo aunque no sabía cuándo iba a volver a verla, ella le había dado su número telefónico para que le dejara un mensaje en caso de que intentara ponerse en contacto con ella y no se encontrara en casa.

Dejó a un lado el desgastado libro e intentó volver a concentrarse en su trabajo.

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora