Capítulo 24.

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Lo más difícil fue procesar lo ocurrido, comenzar a convencerse de que aquello que había sucedido frente a sus ojos realmente pasó y dejar de repetirse estaba soñando, que todo había sido nada menos que producto de su imaginación, tal y como llevaba haciendo Jonathan durante todo ese tiempo transcurrido.

Luego de la escena que presenciaron estuvieron algún tiempo contemplando ensimismados el cadáver de padre e hija sin saber muy bien qué hacer a continuación. Fue entonces cuando Jonathan volvió de nuevo a la realidad, tomó a Alleah por los brazos y la llevó arriba mientras esta se limitaba a caminar sin poner resistencia.

— ¡Alleah! — la llamó Jonathan al tiempo que la agitaba por los hombros. — Necesito que estés aquí justo ahora, ¿Me oyes?

—Sí, sí... — le respondió mientras movía la cabeza frenéticamente arriba y abajo. No era la respuesta que deseaba pero era una respuesta al fin y al cabo.

La llevó al porche para que respirara aire fresco y la sentó en la escalerilla de la entrada de cara a la puesta de Sol que hubiera podido ser muy hermosa a no ser por el shock de la reciente situación.

Después de haberse calmado lo suficiente se atrevió a intentar volver hablar con ella, habían demasiadas cosas que ella tenía que explicarle y lo mejor sería q comenzara a hacerlo en ese momento antes de tener que volver de nuevo adentro a donde rondaba la muerte.

— ¿Vas o no vas a explicarme qué es lo que acaba de pasar allí dentro? — su voz sonó mucho más fuerte de lo que quería lo que le daba un tono de desafío y enojo al que Alleah inmediatamente respondió de la misma manera.

— ¿Tú qué crees que pasó?

Alleah tenía los ojos rojos e hinchados, los labios pálidos con las mejillas sonrosadas y la nariz húmeda de tanto llorar. Debido a eso fue que Jonathan entendió su situación, para él había sido una experiencia fuerte por ser la primera vez que presenciaba un doble asesinato y un suicidio, pero para Alleah era otra pérdida más que debía afrontar, ella conocía a esas personas, ¿Quién sabrá desde cuándo o qué tan unida era a ellas? Para ella acababa de ver morir a sus amigos.

—Lo lamento. No debí hablarte así. — lo cual era cierto, sí estaba arrepentido de haberlo hecho mientras ella estaba luchando con la pena en silencio.

No le dijo nada de vuelta, sino que le dedicó una mirada suave y un intento de sonrisa que salió mal a causa del llanto. Esperó pacientemente a que se calmara y cuando lo hizo esta le pidió que volviera a la camioneta y le buscara el gran bolso que había dejado allí.

Jonathan obedeció a sus órdenes sin protestar y se sorprendió que lo pesado que era y de cómo había visto a Alleah correr hacia su camioneta llevando el bolso al hombro. Estuvo casado una vez y fue entonces cuando aprendió que para las mujeres su bolso era un artículo imprescindible y que acostumbraban a llevar siempre cosas de más en él o hasta llenarlo hasta el tope con cosas que en realidad no necesitaban, pero llevar un bolso de once kilos era sencillamente exagerar.

Cuando llegó junto a Alleah se ofreció a continuar llevándolo por ella pero la mujer se negó y ni siquiera hizo alguna mueca cuando sintió el peso en sus delgados brazos.

—Tendremos que volver a entrar. — le dijo.

— ¿Entrar para hacer qué? — Jonathan solo esperaba el momento para largarse de allí, por supuesto no quería ir él mismo a encontrarse con la máscara de la muerte roja.

—Esto es mi culpa y tengo que arreglarlo, si no quiere entrar conmigo entonces quédese aquí.

Ese comentario dio justo en su punto débil lo cual lo hizo contradecirse de inmediato, aunque tuviera que realizar algo tan desagradable como ello, él seguiría siendo un caballero en todo momento.

—No, claro que no. La acompañaré.

—Muy bien, lo más importante por ahora será volver a el sótano de nuevo.

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora