Capítulo 36.

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Alleah sabía lo que los dos hombres pensaban: "Creen que me he vuelto loca, pero no podía dejarlo conmigo después de lo que pasó... Además había que conseguirle algún uso al santuario de mamá."

Era irónico devolverlo al lugar en el que lo había encontrado la primera vez después de que le dijeran que ya no tenía ni madre ni padre y también se sentía incómoda allí, nunca le gustó mucho entrar a ese sitio, la hacía sentir claustrofóbica, como un insecto que busca una ventana para poder escapar deseando volver de nuevo al aire fresco, pero que es incapaz de dar con la salida por más que recorra la habitación volando mil veces.

Desde que se había mudado de casa de su madre no había vuelto a bajar, tan solo se limitaba a visitarla y permanecer en la casa aun cuando ella le pidiera que la acompañara a rezar. Por algún motivo fuera de su comprensión, cundo volvió a casa para revisar el hogar que en algún momento fue también de ella, sintió la necesidad de ir, tal vez porque los sanses de su madre la llamaban, tal vez porque el demonio lo hacía. Fue entonces cuando encontró la causa de tan repentina muerte y lo comprendió todo.

—-Hagan el favor de no tocar nada por favor. —- les dijo cuando llegaron a la entrada de la casa, quería que todo permaneciera tal como estaba por algún tiempo más, por respeto a su familia. Sonrió al ver con el rabillo del ojo a Jonathan apartando rápidamente la mano de una lámpara de la entrada.

—-¿Por qué lo tienes aquí? —- preguntó Fabricio.

—-Ya no confío en dejarlo en manos de nadie, ha demostrado ser más impredecible de lo que pensé. Mamá tenía un lugar santificado aquí, prefiero que se mantenga allí que afuera.

—-¿Cuál lugar es ese? —- Jonathan miraba alrededor como esperando encontrar alguna puerta que apareciera de la nada con una cruz marcada en él. "Aún no pertenece a este mundo" pensó tristemente.

—-Vengan, es más fácil verlo que explicarlo.

Los llevó cruzando la casa hasta salir al patio trasero, en una esquina alejada de él, cubierta por la maleza y el musgo, se veía una trampilla de madera cerrada con una cadena y un gran candado.

—-Antes había una casa aquí, pero la demolieron y construyeron una nueva, que es la que está al otro lado de la cerca, solo que a la nueva casa no le incluyeron el sótano que veía en conjunto —- les dijo mientras sacaba la llave y abría el candado —-. Cuando hicieron la cerca dejaron la entrada de este lado, así que mamá lo reclamó como suyo y lo usa desde entonces.

—-¿Saben los vecinos que tienen un sótano debajo? —- preguntó Jonathan y Alleah deseó que no estuviera pensando en el asunto legal que eso implicaba.

—-No lo creo, y si lo saben no lo quieren.

Quitó la cadena y retiró las plantas que cubrían las puertas arrancando algunas, crecían demasiado rápido.

—-¿Cómo puede estar tan cubierto de maleza si ha tenido uso últimamente? —- preguntó Fabricio.

—-Esperaba que tu pudieras explicármelo. —- le respondió.

Abrió las pesadas puertas con ayuda de ambos y bajaron por las húmedas y sucias escaleras que no fueron capaces de vez a partir de la segunda mitad de los peldaños. Aquel lugar cada vez lucía peor, como si llevara años abandonado con la mugre acumulándose en cada rincón. Si no se sentía cómoda antes de que todo eso ocurriera mucho menos ahora.

Por dentro el lugar apestaba a algo rancio y viejo, a algo putrefacto y muerto. Encontró el interruptor de la luz y se llevó la mano a la boca para ahogar un grito cuando, sobre el botón de este, se topó con una gran araña de largas patas. Salió corriendo al encenderse la luz y al ser tocada por la mano de Alleah, que se limpió en el muslo de sus pantalones de mezclilla.

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora