Capítulo 39.

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En el cielo no se divisaban estrellas, las nubes eran muy espesas y hacían que se sintiera mayor humedad en el ambiente de la que debería. Fabricio Meléndez dejó las puertas del sótano abiertas, él sabía muy bien que debía estar atento a partir de ese momento y sería totalmente necesario que él pudiera escuchar si ocurría algo adentro. Y también que los que estaban adentro pudieran escucharlo a él si le pasaba algo.

"Es muy fuerte, cuando Alleah me pidió que viniera jamás pensé que me enfrentaría a algo como esto." pensó Fabricio, eran cosas que no se atrevía a pronunciar en voz alta "La pobre no sabe a lo que se enfrenta y lamento no poder asegurarle que todo saldrá bien, como si de nuevo fuera esa niña a la que conocí".

Pero esa niña ya no existía, esa personalidad carismática y curiosa se había convertido en un cascaron duro. "Es triste cuando una persona tan joven lo pierde todo, pero ese es el precio de esta vida, ese y otros aún mayores".

Fabricio no quería admitirlo pero tenía miedo, miedo de que las cosas no acabaran bien, miedo de no volver a ver a Irene de nuevo, miedo de haber perdido todo lo que aprendió cuando era más joven e iluso, todo lo que aprendió cuando veía el mundo con ojos inocentes esperando defender el bien en el mundo sin necesidad de encontrarse en su camino con el mal.

Era una extraña forma de reencontrarse con su antigua vida, pero cuando te entregas a algo nunca lo dejas por completo y tarde o temprano eso que empezaste vuelve para que lo termines. No era solo su alma la que estaba en juego, había muchas otras que salvaría ese día si hacía lo que había ido a hacer y absolvería a Alleah de tanta culpa que llevaba dentro.

¿Qué pasaría si fallaba, si dudaba en algún momento durante el ritual?

"No es momento para que pienses en eso, los demonios pueden sentir el miedo, la duda y la desconfianza, se alimentan de ello. Recuérdalo" Se dijo en sus adentros.

Se arrodilló sobre la hierba del patio y comenzó a recitar la oración que se había memorizado cuando era un simple estudiante, la única del rito del exorcismo que no había olvidado y que no se encuentra en el Romanum Rituale.

Le habían enseñado y había vivido por carne propia cada una de las fases del exorcismo, y la primera y más importante de todas era la que debían hacer cada exorcista en secreto. Le habían explicado que simbolizaba una oración para atraer al Señor al lugar pero él siempre la había visto como una invocación de fuerzas y de valor.

"El Señor siempre está con nosotros porque lo llevamos dentro, no lo atraemos, solo le solicitamos que nos ayude" pensó. Cerró los ojos, se signó con la señal de la santa cruz, rodeó el rosario que llevaba al cuello con sus manos y comenzó a recitar:

"Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre,

Dios de toda criatura

que diste a tus santos Apóstoles la potestad

de someter a los demonios en tu nombre

y de aplastar todo poder enemigo;

Dios santo,

que al realizar tus milagros

ordenaste "Huyan de los demonios";

Dios fuerte, por cuyo poder

Satanás, derrotado,

cayó del cielo como un rayo;

ruego humildemente con temor y temblor

a tu santo nombre

para que fortalecido con tu poder,

pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno

que atormenta a estas criaturas tuyas.

Tú que vendrás a juzgar al mundo por el fuego purificador

y en él a los vivos y los muertos.

Me pongo hoy bajo tu amparo

mi Príncipe gloriosísimo.

Amén."

Volvió a realizar la señal de la cruz, se puso en pie y se sacudió la suciedad adherida a sus pantalones grises. Ya no había vuelta atrás, comenzó a caminar a la trampilla del suelo cuando distinguió algo moviéndose en la cerca a su derecha. Miró en esa dirección y no vio nada, cualquier otra persona hubiera pensado que fue producto de su imaginación o algún efecto visual resultado del movimiento del aire con la humedad, pero él no era una de esas personas.

Él sabía que algo maligno estaba rondando a su alrededor aun cuando Alleah creyera que lo tenían controlado dentro de su jaula. Miró al oscuro cielo que comenzó a soplar moviendo las nubes y dejando despejada una gran luna llena.

—-Que Dios nos proteja. —- dijo antes de entrar al sótano.

Llegó al final de la escalera y se encontró con Alleah y Jonathan de pie junto a la mesa en la que habían colocado los materiales que iban a utilizar.

—-Ya es hora de comenzar. —- les dijo a ambos.

Tomó el libro y buscó la primera página que tenía la esquina superior doblada y lo abrió en ella. "No hay vuelta atrás, él también lo sabe".

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora