Akop. [COMPLETA]

Capítulo 40.

Jonathan se encargó de encender las velas del pentáculo, le temblaban las manos a causa del nerviosismo; Alleah le había dicho claramente que debía encenderlas con el fósforo sin que su mano tocara el borde de las líneas de la estrella, esa indicación fue lo suficientemente brusca como para dejarlo sin la curiosidad de saber qué pasaría si no la acataba.

La habitación comenzó a llenarse de un leve humo que hizo que le entraran náuseas y aumentara la sensación que cada vez se hacía mayor dentro de su cuerpo. Tragó saliva con fuerza e intentó aplacarlo y concentrarse en el momento.

Fabricio estaba repasando alguna página del libro que reconoció de casa de Alleah, el ritual exorcista moderno, recordó lo que le contó Alleah, la última vez que alguien hizo el antiguo ritual una joven murió. "¿Será el nuevo más seguro que el otro?" se preguntó.

El hombre adquirió la imagen de un genuino sacerdote cuando se colocó sobre la ropa la vestidura talar, la estola morada y una sobrepelliz que de seguro habría conservado de su antigua profesión pero no estaba seguro si era correcto que los usara luego de dejarlo y romper sus votos.

Sacó una cruz y la colocó con delicadeza en el espacio en blanco entre las puntas de las estrellas, en el cual no había ninguna letra marcada y le dedicó una reverencia e hizo la señal de la cruz indicándole a ellos que lo siguieran y diciendo en voz alta:

—-En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

—-Amén. —- respondieron los otros dos en coro.

Fabricio extendió las manos en alto y viendo a sus acompañantes dijo: Que el señor Dios padre omnipotente esté con ustedes.

—-Y con tu espíritu —- se habían estudiado sus líneas de pies a cabeza mientras Fabricio estuvo afuera y allí lo estaban demostrando.

Alleah le acercó una pequeña bolsa que el exorcista tomó con sus manos y luego sostuvo un recipiente de vidrio con agua. Fabricio vació el contenido de la bolsa en una de sus manos y Jonathan pudo ver que se trataba de sal antes de que la cubriera con la otra mano, cerrara los ojos y comenzará a rezar.

"Te suplicamos, Dios todopoderoso,

que bendigas en tu bondad esta sal creada por ti.

Tú mandaste al profeta Eliseo

arrojarla en el agua estéril para hacerla fecunda.

Concédenos, Señor,

que al recibir la aspersión

de esta agua mezclada con sal

nos veamos libres de los ataques del enemigo,

y la presencia del Espíritu Santo nos proteja siempre.

Por Jesucristo, nuestro Señor."

—-Amén. —- corearon los presentes mientras arrojaba la sal bendecida dentro del agua.

En ese preciso instante se escuchó un crujido que provenía de la escalera seguido de un golpe, como de alguien intentando forzar las bisagras de las puertas pero sin poder conseguir abrirlas. Un escalofrío le recorrió por la espina dorsal hasta sus oídos que se taparon incomodándole, vio a Alleah a su lado moviendo ligeramente la cabeza de lado a lado demostrándole que ella estaba pasando por lo mismo.

Se fijó en Fabricio que tenía la vista clavada en él, sus arrugas estaban acentuadas y estaba pálido dándole más años de los que en verdad tenía, negó con la cabeza dejándole claro que no importaba lo que pasara a partir de ese momento, no podía advertir en ello.