Capítulo 34.

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Alleah se había quedado dormida con la cabeza en el respaldar del sofá. Llevaba horas buscando alguna información en un par de cuadernos de notas y no le había permitido ver qué era aquello en lo que tanto se esmeraba en encontrar.

—-Quiero tener todo a mano para cuando Fabricio llegue, dijo que estaría aquí mañana después del atardecer. —- le había dicho cuando le preguntó qué estaba haciendo.

—-Pensé que ya teníamos lo que se necesitaba. —- fue lo que le respondió.

—-Nunca está de más estar bien preparado.

Luego de eso decidió no continuar y dejarla concentrarse en lo que estaba haciendo, se fue a la habitación secundaria en la que había más repisas de libros, pero estos no eran de historia antigua, filosofía, ni de vudú. Eran simples novelas, clásicos de la literatura universal, desde los libros de Julio Verne que tanto le encantaron cuando era un muchacho hasta autores mucho más avanzados como Tolstoi y Dostoievski.

Se decidió a tomar una de sus poesías favoritas "La vida es sueño" de Calderón de la Barca, y sentarse en una esquina a leer en silencio, para cuando lo terminó habían pasado cerca de tres horas y el hambre lo obligó a salir de la habitación, era probable que fueran las diez de la noche o más.

Fue entonces cuando descubrió que se había quedado dormida, "¿Quién sabe hace cuánto no duerme la pobre?". Lo último que quería era despertarla y evitarle el descanso del que tanto se había privado pero le había hecho una promesa, y esa era que mientras pudiera no iba a dejarla sola en casa con Akop. Jonathan tenía la semana entera libre y Alleah tenía días de vacaciones acumulados que utilizó para evitar atrasarse demasiado en su trabajo y aparte de eso dejar a Akop solo en casa.

Se encaminó a la cocina y tomó un poco de fruta para evitar hacer demasiado escándalo con golpes de sartenes y cubiertos. Limpió todo y volvió a la sala en donde Alleah ahora estaba hecha un ovillo en el sofá y había tirado varios libros al suelo perdiendo el lugar de los divisores de páginas.

Buscó una manta en la habitación de Alleah que estaba decorada sorprendentemente sencilla con muebles de madera y cuadros en óleo, recogió los libros del suelo y apartó los que habían quedado junto a ella, le colocó la manta por encima y se hizo a un lado para dejarla dormir.

De todas formas sería incapaz de conciliar el sueño esa noche y quién sabe por cuánto tiempo más.

—-Tendrás que empezar a vivir a base de café. —- se dijo en voz baja pensando que tal vez tendría razón.

Iba dirigiéndose a la cafetera cuando escuchó un sonido de vibración a su espalda, era un teléfono vibrando, el de Alleah. Lo tomó de la mesa y vio el nombre que se veía en la pantalla "Fabricio Meléndez".

Contestó la llamada sin saber exactamente si debía hacerlo o si lo mejor sería despertar a Alleah para que hablara con él. En cuanto se acercó el parlante a la oreja escuchó que al otro lado de la línea solo se escuchaba estática.

—-No te pongas paranoico, no debe de significar nada. De seguro está conduciendo por una carretera sin mucha señal y eso es todo.

Arrojó el celular lejos intentando convencerse de que lo que había pensado era posible y probable.

Akop. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora