Extra

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Holaaa amados lectores y lectoras!!! Esto que escribí no cuenta como capítulo, no, lo sé, no es el capitulo 35 pero estoy segura de que les interesará lo que está abajo *sonrisa malvada*. Esto que escribí es un mega extra y espero que llene sus corazones, y antes de leer vayan y agreguen "6 pasos para la venganza perfecta" de mi amiga MeDicenKatniss !!!! Estoy segura que les gustará así como a mí :)
QUE ESPERAN PARA AGREGARLA A SUS BIBLIOTECAS? DALE PUES QUE ESTÁ BUENÍSIMA!!!
Y ahora sí, disfruten de esto que mi pequeño regalito para ustedes *risa malvada* y tranquilos el cap 35 lo subo pronto :)

Sonó el timbre de la casa, y por supuesto yo seguí con mi vida normal sin soltar mi celular. Ya María atendería.

Pasó un tiempo y sonó otra vez.

Y otra vez.

Rodé los ojos y dejé el móvil en la mesa de noche. Me senté en la cama ya esperándolo y sí, sonó una vez más. Decidido me levanté y abrí la puerta de mi habitación y desde allí grité el nombre de María para ver dónde estaba y qué estaba haciendo que no iba a atender la puerta.

Nadie me respondió y extrañado crucé a la habitación de en frente para preguntar a mi hermano por la empleada.

Abrí la puerta de la habitación y me encontré con que esta estaba vacía. Fui hasta la de mis papás, donde hallé lo mismo.

Y el timbre volvió a sonar. Me quejé del ruido y preguntándome donde estaba todo el mundo ya que la planta baja estaba en completo silencio, bajé las escaleras y agarrando las llaves que estaban colgadas al final de esta, me dirigí a la entrada.

Miré por la mirilla de la puerta y me sorprendí al ver a la chica de cabello castaño tan común, de los ojos marrones tan comunes y de los rasgos tan comunes, que hacían que su belleza fuese tan absolutamente común. Y hacían que me sienta tan fuera de lo común cuando la veía.

Con el signo de interrogación sobre mí, abrí la puerta rápidamente y enfrenté a la chica que me hacía delirar.

No dije nada. ¿Qué podía decir? Ella me miró y sus ojos se veían preocupados, su mirada estaba pesada y estaba más que seguro que la mía era gemela a la suya.

Se mordió el labio inferior con todo el gesto lleno de pena, y sin más se abalanzó a mí en un abrazo. Al segundo le fui correspondido y en mi pecho la acurruqué.

-Estoy cansada de esto -me dijo Rossana.

Yo aparté nuestros cuerpos deseoso de saber a qué exactamente se refería. La empujé más adentro de la casa y cerré la puerta. Agarré su mano y la llevé adentro conmigo.

Nos senté en el sofá principal, lo más cerca que aún era razonable y harto de tanto drama y de la persistencia por fingir mis sentimientos por algo que cada vez se complicaba más, tomé su rostro en mis manos y la obligué a mirarme.

Esta vez no sería como las otras.

-Rossana, yo...

Fui interrumpido.

-No Angelo, hay algo que tengo que decirte y si lo aguanto un solo momento más es probable que ya no lo diga.

-Basta, así no serán las cosas.

-¿Qué? ¿De qué hablas? -inquirió con la confusión impregnada en las facciones.

-De que seguro has venido tú a disculparte sin razón cuando soy yo el que debería hacerlo, por no haberte escuchado. -Hizo ademán de hablar, pero alcé mi mano para que callara y me dejase terminar-. Nunca estuve enojado por los hechos, o sea sí, pero no por las razones que tú crees, te pido tanto perdón por ser un imbécil contigo cuando la realidad es que tú eres quien alegra mis días, y yo... ya es hora que te lo diga... yo...

-Te quiero -me interrumpió.

Y yo me helé en el lugar, ¿acaso... acaso dijo eso?

-Y no como un amigo -continuó tras una pausa que se me hizo eterna.

Un aire que por lo visto había inhalado, lo exhalé sin siquiera darme cuenta cuando dijo esto, y empecé a sentir algo dentro de mí revolverse.

No podía ser.

Ella me miraba expectante y yo no era capaz de decir nada, y solo una cosa fui capaz de hacer.

Sus ojos empezaron a iluminar decepción cuando aún no llegaba mi respuesta, mas se exaltaron cuando nos acerqué más, rompiendo esa barrera que hacía razonable la distancia. Pero qué va, ¿cómo sería razonable estar tan lejos cuando los dos nos sentimos de la misma manera?

-Angelo, decime algo -me pidió cuando nos estaba acercando.

Sujeté su mejilla izquierda y ella me miró con una expresión que no podría describir cuando la acaricié y dirigí mi mirada a sus labios.

Empezaba a hacer calor.

-¿"Cierra los ojos" cuenta?

Y sin dejar estar un segundo más, uní mis labios a los suyos.

Al principio no me correspondió, pero tras unos segundos ella también movió sus labios y provocó que mi corazón volara lejos, su mano fue a mi cuello y yo enloquecí.

El beso que había empezado suave y delicado, se tornó más profundo, sus manos recorrían mi cabello, y yo sostenía su rostro. Nuestros labios danzaban y ni un pensamiento lograba cobrar sentido en mi cabeza. Mi cerebro estaba apagado, y tan solo actuaba con el corazón.

Rossana nos separó de repente, sin soltarse de mí para mi suerte, y allí me di cuenta que: mierda, necesitaba respirar.

Y lo hicimos, reposando nuestras frentes la una por la otra, y en ningún momento dejamos de mirarnos mientras recobrábamos el aliento tras ese beso que tanto tiempo había fantaseado.

Sonreí enormemente y ella me imitó.

-Rossana yo...

-Te quiero Hugo.

Abro los ojos y me siento de golpe en la cama, me paso las manos por la cara y maldigo en mi interior.

Miro a mi ventana y es el cielo oscuro el que me devuelve la mirada, me levanto y lleno de rabia voy hasta mi ropero.

Las últimas palabras de lo que resultó ser una pesadilla no paraban de repetirse en mi cabeza y me agobiaban.

Es el golpe que le pego al ropero lo único que se escucha en la tranquila noche.

-Puta -maldigo.

¿Por qué son así las cosas?

FanboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora