Uno

21.8K 2K 1.1K
                                    

Capítulo 1: Yo pues soy Eduarda Cullen y puedo leer mentes.

—¿QUÉ? ¿Acaso eres estúpida Rossana? —Estela gruñó mientras se estiraba la cara frustrada, iba a responder pero se me adelantó— ¡Qué preguntas más idiotas hago! ¡Pues claro que lo eres! Seguro piensa que eres una demente. ¡Te mataré a cucharazos! —Levantó firme como una espada la cuchara que llevaba en la mano.

Bueno, tal vez no estén comprendiendo lo que está ocurriendo en este preciso instante, o más bien: no comprenden por qué mi parabatai (Estela) me amenaza con una cuchara.

Simple: le conté explícitamente lo que ocurrió esa mañana cuando la profesora Karina me mandó a hacer las copias.

Oh, cierto, ustedes no saben la historia completa. Les resumiré lo que pasó.

Cuando pasé a la tiendita, reconocí al único niño (ahora ya no tan niño) que me ha gustado en toda mi vida. Al único al que alguna vez siendo más pequeña pude afirmar “quererle”.  Ser una fangirl impide que tengas sentimientos que pasen el lazo de amistad con: mundanos, mortales, como quieran llamarles. Pues, a este niño lo conocí antes de ser lo que soy hoy. Cuando aún era una persona normal, mejor dicho, una niña  normal de 10 años.

¿Y qué es lo que hice cuando él también me vio, y noté que me reconoció?

Por cierto, antes de seguir narrando mi pequeña escena dramática de esta mañana, debo decir que es increíble que nos hayamos reconocido. He de suponer que no he cambiado mucho, seguramente sigo en el mismo nivel de fealdad, solo que más alta y con busto. Y él, siempre fue hermoso, ahora está alto, bajo los kilitos que tenía de más, es esbelto y elegante (eso siempre fue), en conclusión: está más sexy.  Pero sigue teniendo el mismo rostro, los mismos rasgos y esos ojos y pestañas que me hacían envidiarlo grandemente.

Continúo: en fin, cuando me di cuenta que me reconoció y se giró hacia mí con una sonrisa, preparado para venir a mi encuentro, pues adivinen qué fue lo que hice… ¿QUÉ HICE?

Creo que actué muy maduramente…

HUÍ. Borré mi sonrisa tamaño titanic; desvié la mirada, me giré, abrí la puerta y salí corriendo tan rápido como si estuviera en el laberinto con Minho. Sin mirar ni una vez atrás. Y regresé al baño de chicas, donde tomé exageradamente aire por haber corrido TAN desesperadamente.

Lo sé. Soy una boba. Acepto mi título de “La boba más boba de todas las bobas en un mundo bobo, en el sistema bobo en la galaxia Vía Boba”.

Pero pónganse en mi lugar, recuerden mi aspecto en ese momento.

No podía saludarlo así,  con semejantes ojeras, la cara marcada por haber estado presionada por un cuaderno bastante tiempo, mi cabello desastroso y… mi cara en sí.

¿Cuándo leyeron en algún libro o en alguna historia de wattpad que una tipa horrible, desastrosa y desalineada, se encuentra con un sexy chico y a este le gusta incluso con ese aspecto de mierda?

Oh, esperen, cierto… Ese es uno de los más grandes clichés... Mejor ignoren la última parte de mi discurso.

Me escondí en el baño por unos aproximadamente 10 minutos, luego regresé sigilosa a la tiendita, donde antes de entrar inspeccioné desde la pequeña ventanilla en la parte alta de la puerta si él ya no estaba. Luego de chequear que no, entré e hice lo que me habían mandado a hacer. Para luego llegar a la clase y recibir un regaño por haberme tardado, y tener que excusarme con un falso “había mucha gente”.

Han de estar diciendo que soy ridícula, pero imagínense, reencontrarte con el único chico del mundo real al que alguna vez has querido, y aunque nunca haya pasado nada entre ustedes dos, ambos sabían que se gustaban mutuamente, pero eran chicos y no hicieron nada al respecto.

Reencontrarte con ese niño, ahora más sexy, portando semejantes pintas…

Él tan Tobías, y yo tan Dobby.

Me sorprende que no se haya asustado cuando se giró para verme mejor, espero que tenga algún problema de la vista o que haya estado mareado  en ese preciso momento y así no haya podido admirar mi excesiva belleza (nótese el sarcasmo) en su totalidad.

—¿Y no sabes qué hacía ahí?

—Oh sí, yo pues soy Eduarda Cullen y puedo leer mentes.

—Cállate —me ordenó amargamente cruzándose de brazos—, tal vez si no fueras tan gallina lo sabrías.

—No soy gallina, yo soy tan valiente como Katniss —afirmé inflando pecho e intentando hacer una cara de “chica dura”.

—Mm, sí claro. Yo diría que incluso la superas. Deberíamos escribir un libro sobre vos y tu asombrosa valentía —Estela derramaba 36 litros de sarcasmo con cada palabra.

—Parabatai de mierda —escupí enfadada.

—Te odio —soltó lentamente cada palabra achinando los ojos.

—Yo más —le respondí exactamente de la misma manera, escrutándola.

—Y bueno, ¿qué tienes en mente? —Aflojó su rostro y me miró con una sonrisa.

—¿Cómo que si qué tengo en mente? —Pasé mi brazo por sus hombros y empezamos a caminar hasta su habitación.

—Vaya que eres lenta parabatai. —Abrió la puerta de su dormitorio y nos tiró en la cama—. ¿Te das cuenta que podrías tener tu propio cliché?

—Abre la boca, necesito oler tu aliento.

—¿Qué? ¿Para qué?

—Para comprobar si no has consumido algo extraño. —Acerqué mi mano a su boca como para abrirla, pero me la pegó y soltó un suspiro frustrado.

—¡Ay! ¡Dejate de boberías! ¿No te parece extraño que ese chico, al único que has querido en toda tu patética vida aparezca ahora después de años?

—Para empezar, yo no lo “quería”, solo me gustaba. Aprendes la diferencia cuando lees libros. Y segundo mi vida no es patética. —Estela alzó las cejas como diciendo “¿en serio?”, simplemente ignoré eso y continué—. Además, ¿qué podría hacer?

—No lo sé, pero juro que esto es obra del destino.

—Y después yo soy la que debe dejarse de boberías…

—Lo volverás a encontrar y esta vez no tendrás escapatoria.

—En serio: Estela abre la boca, dejame oler tu aliento. Es por tu bien.

—Ya verás. —Me ignoró rotundamente.

—Bueno, supongamos que tienes razón y es obra del destino, ¿qué pasará cuando lo encuentre?

—No lo sé, yo no soy el destino. Pero supongo que todo simplemente sucederá por sí solo, como ocurre en los libros.

—O sea que este niño; que probablemente me ignore si es lo que lo llego a ver otra vez porque crea que estoy loca, ¿se convertirá en mi amor, y todo será como en uno de los libros que tengo en mi biblioteca?

—Ajá.

—Peeta no permitirá eso. Ni ninguno de los otros, lo matarán entre todos mis miles de novios.

—Ash, no metas a mis novios en esto.

—MIS NOVIOS —le grité posesivamente, golpeando mi pecho con la mano derecha.

—Son míos, carajo —me contestó salvajemente, mirándome como si estuviera loca. No es que no lo estuviese.

—MÍOS. M-I-O-S. MÍOS. —Mis ojos ya estaban fuera de órbita y adopté una posición primitiva de autodefensa.

—Ambas sabemos que nadie ganará esta discusión, simplemente abandonémosla. Okay? —declaró sabiamente mi parabatai, tomando un respiro.

—Okay. —Y en el momento en que solté “okay”, mis feels de fangirl estallaron, y se me partió el corazón.

—Okay? Okay —gritamos las dos al unísono y nos abrazamos mientras las lágrimas corrían por nuestras mejillas.

Maldito John Green.

FanboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora