Catorce

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Capítulo 14: ¡SOY UN KOALA!

Estela me convenció (me amenazó con arrugar las primeras páginas de mi copia de Harry Potter y la piedra filosofal) de hablar con Angelo y pedirle disculpas hoy mismo, a la salida.

Esa era la razón por la cual estaba esperando en el pasillo a que salgan todos los de su clase, la verdad no estaba muy emocionada con hacerlo ahora, pero… Harry Potter es Harry Potter. Encima Estela ni se digna a estar a mi lado cuando lo enfrente, ni a esperar conmigo siquiera, dice que es algo entre nosotros dos nomás y que ella no tiene lugar ahí.

Maldita. La amo, pero ¡maldita!

Así que aquí estoy yo recostada contra la pared de brazos cruzados, mis pies bailando acelerados y mi mirada enfocada hacia delante, esperando ver salir al fanboy. Mi fan… Eh, este, em, Angelo.

—¡Chau Rossana!

—¡Chau! —Les sonreí a las chicas que se despidieron de mí al salir de la clase.

Y tres segundos después salió él hablando con Marcos, un chico al que solo conozco de nombre gracias a un recuerdo no tan grato… que digamos.

Él me vio y yo me enderecé, mi sonrisa borrándose automáticamente y expresando con la mirada que quería hablar con él. Él solo me miró sin cambiar su expresión.

—Eh, Angelo —lo llamó Marcos. Él despegó su vista de mí, volviendo a prestarle atención y le dijo que necesitaba hablar conmigo, se despidieron con un choque de puños y Marcos se fue evitando mirarme.

No puedo creer que aún no sea capaz de mirarme a los ojos. Ya pasaron muchos años y sigue teniendo vergüenza. Increíble.

Quedamos los dos parados en el pasillo mirando a cualquier punto sumergidos en un silencio que parecía ni uno querer romper. Y era yo quien debía hablar.

—Yo… —empezamos los dos y nos callamos— yo quería… —dijimos una vez más al mismo tiempo. Nos detuvimos y nos sonreímos, parecía una escena quitada de una película.

—Habla vos primero.

—Yo quiero pedirte disculpas por mi reacción de hace rato —me encogí y bajé la mirada—, tenías razón y yo no quise aceptarlo en ese momento cuando sé que en  realidad es así. Exageré, lo sé, y lo…

—Yo también —me interrumpió—, perdón.

Levanté la mirada y lo observé sin comprender a que se refería.

—¿Qué? ¿Por qué me pides perdón?

—Por lo que te dije.

—Pero si era cierto.

—Pero eso no me daba el derecho a decírtelo tan bruscamente, y menos cuando a veces yo mismo soy así. Perdón. —Ahora fue él quien bajó la mirada, y yo no pude evitar sonreír, sentí mi corazón ablandarse y acelerar su ritmo. Era muy tierno. Reí y él me observó intrigado—. ¿Qué?

—Lo último que me imaginé fue que tú me estarías pidiendo disculpas ahora cuando yo fui la que actuó mal.

—Qué va, ambos estuvimos mal.

—Como se nota que lees. —Reí.

—¿Por qué? —Sonrió frunciendo el entrecejo esperando una respuesta.

—Pues porque ¿quién en este país utilizaría la expresión “qué va”?

Sonrió de oreja a oreja y se le achinaron completamente los ojos. Reflejé su expresión.

—¿Estamos bien?

—Estamos bien.

—Tal vez estamos bien sea nuestro siempre —me inspiré.

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